Rafael Mis Cobá
Sin darse por vencido, el cabezón sobrino regresó a Chikindzonot para insistirle a su curvilínea tía que aceptara ser la Reina de las carnestolendas de su pueblo, e incluso, con la propuesta de que el tío Chupi sería el Rey Feo para que siempre estuviera a su lado y no se desviara por los caminos de Baco.
Noches de insomnio ha padecido el travieso cabeza de “lec” atormentado por la obsesión de ver a su amada y “t’int’inkí” pariente transformada en “Juanita I” y encabezar una bullanguera comparsa moviendo frenéticamente sus pronunciadas caderas al ritmo de batucada.
Fuera hipil, fuera justán, fuera rebozo, pensaba el sobrinín decirle, con sacrosanto respeto, a la Eva del Mayab y en lugar de esos trapos cubrirla con un colorido y suave disfraz que acariciara su piel, además de diminuto para que no sufriera los estragos del calor, complementado con un penacho de plumas de pavo de patio.
—¡Tía Juanita, te tengo una propuesta que te va a gustar!
—Mientras no sea para comprar un billete de la rifa del avión presidencial, todo está bien “mejenkisín”.
—Tía, ¿pero qué tal si le pegas al gordo?
—“Uay”, sobrino, con Jorge Carlos Ramírez no me meto, más que todo ahora que está ocupado en sus encuestas para saber qué piensa la gente sobre la iniciativa de legalizar el consumo de la marihuana con fines recreativos.
—No, tía, no me refiero al Senador, sino al premio mayor de la lotería. ¿Comprarás tu cachito?
—Sobrino, eso déjaselo a Michelle Fridman, a Mau, a Renán y al alcalde de Progreso, que les encanta viajar al extranjero y en vuelos de primera.
—Tiíta, pero ya no se rifará propiamente el avión presidencial, sino dinero. Serán 100 premios de 20 millones de pesos cada uno.
—“Uay”, sobrino ¿‘y qué harías tú si te sacaras tanto dinero?
—Mandaría a reparar mis zapatos.
—Te voy a “uasc’opear” “mejenkisín”, hablo en serio.
—Bueno, la verdad, no sé qué haría con tanto dinero, tía, pero lo que sí sé es que AMLO destinará todo lo que se obtenga de la venta de los billetes a la compra de equipo médico para hospitales del país.
—¿Y cuándo se acordó esa decisión, tía?
—En una cena que ofreció el Presidente a los billetudos del país, en el Palacio Nacional.
—¿Cuando comieron tamales picantes de chipilín?
—Exacto, sobrino. Un manjar del pueblo en vez de las viandas y bebidas caras que acostumbraban los otros presidentes.
—“Maare”, tía y no les dio “ch’otnac’” a los empresarios acostumbrados a degustar caviar, salmones, vinos y whiskies.
—Nada, sobrino, sólo un poco de “t’irixtá”.
—Menos mal, tía, porque eso se quita con limón y coca.
—Sobrino, lo que sí se observó es que los invitados estaban cansados.
—“Uay”, tía, entonces el secretario de salud de Yucatán estuvo en la cena.
—¿Por qué piensa eso de Mauricio Sauri?
—Porque el lunes al terminar su comparecencia en el Congreso se negó a dar entrevista a los reporteros bajo el argumento que estaba “muy cansado”.
—Sobrino, si sólo tres horas compareció.
—Ya te imaginas entonces su horario de trabajo.
—Sobrino, eso se llama flojera, indolencia, pereza.
—Yo le llamo hueva, tía.
—No andes grillando sobrino, no seas grillo.
—Si no soy de Progreso.
—Sobrino, en el puerto hay peces, mantarrayas y cangrejos, pero no grillos.
—Tía, acuérdate que el pasado sábado el góber visitó el puerto y aseguró que hay mucho grillo y ante ello hizo un llamado a dejar atrás precisamente las grillas y ponerse a trabajar todos por Progreso.