Yucatán

Ariel Avilés Marín

Llegar a cien representaciones de una obra en el escenario es un suceso de verdadera importancia y trascendencia. El teatro es un arte efímero, existe tan sólo en el momento de ser representado y su pervivencia se proyecta en las pocas o muchas representaciones que la obra tenga; así que llegar a las cien representaciones es un hecho destacado y celebrable para cualquier grupo teatral. No en balde todo grupo que logra esta hazaña, siempre busca dejar constancia de ello en forma trascendente, y qué mejor que con una placa conmemorativa que deje sentado y preserve el momento de este singular éxito logrado. Tal es el caso de la afortunada puesta en escena de la tragedia “La Hija del Rey”, del eximio poeta y dramaturgo yucateco José Peón y Contreras; pieza teatral que le valió ser declarado como “el restaurador del teatro en la patria de Alarcón y Gorostiza”. Y esta proeza escénica es labor del director y actor Juan Ramón Góngora.

La serie de lecturas dramatizadas, agrupadas bajo el título común de “Con Sabor de Teatro Yucateco”, proyecto ambicioso y loable de Juan Ramón Góngora, llegó a poner en su haber el eslabón número ocho de la serie; pero éste fue un verdadero eslabón de oro en la cadena, pues la puesta revistió muchos y muy celebrables méritos. La troupe de actores, bajo la dirección de Juan Ramón, mostró lo que es capaz de asumir y proyectar un grupo de gente de teatro con tablas y con trayectoria reconocida. La escenografía y el vestuario fueron de una calidad excepcional y pusieron el contexto preciso a la ambientación de la trama y la época correspondiente. La iluminación creó los ambientes necesarios para contextualizar las escenas y los tonos requeridos, según la intensidad de la acción. En fin, que las circunstancias humanas y materiales se conjugaron para brindarnos una excepcional puesta en escena de un clásico yucateco.

Una ocasión de relevancia teatral no podía transcurrir como una función más, no señor; así que esta centésima representación de la tragedia de Peón Conteras tuvo su parte ceremonial y relevante, de la que hay que dejar constancia escrita. Al concluir la representación se apersonan al escenario la secretaria de la Cultura y las Artes, Lic. Erika Millet Corona; la acompaña la gran directora teatral y primera actriz, Mtra. Raquel Araujo; y desde luego, el director del Teatro-Casa “Tanicho”, Mtro. Jorge Iván Rubio; y todos juntos develan la placa conmemorativa que deja constancia de este relevante acontecimiento teatral, que queda inscrito en las anales del acontecer de la dramaturgia local. “La Hija del Rey” pasó por mil y una peripecias para poder contabilizar cien representaciones en escena. Reaparece en los escenarios locales, como parte del programa de teatro escolar, dirigido a estudiantes de secundaria de Yucatán; posteriormente, Juan Ramón y sus fieles actores, llevan la obra a muchos lugares más, a pueblos y comisarías; se monta en las circunstancias más variadas e increíbles, con vestuario, sin vestuario, en los rincones más increíbles, se puede decir que fue una aventura de teatro “todo terreno”. Finalmente, la puesta número cien, llega en forma de lectura dramatizada, y en el contexto de “Con Sabor de Teatro Yucateco”.

“La Hija del Rey” es una tragedia plenamente romántica y, por tanto, de sentimientos profundos y arrebatados. Como tragedia que es, su acción es coronada por la muerte del protagonista. La acción transcurre en el México virreinal, los personajes son españoles y criollos, gente de la clase dominante en la Colonia. Es un enredo de amores muy desafortunados, pues padre e hijo, Don Gaspar y Don Lope, sin saberlo, están enamorados de una misma dama, Angélica. La dama en cuestión, y eso es un secreto bien guardado, es hija ilegítima del rey Felipe II de España. Angélica tiene dos fieles sirvientes que velan y cuidan de ella, Don Pedro Santoyo y su esposa Doña Giomar, así como la superiora de un claustro de monjas, Sor Isabel. Don Iñigo de Peralta, es el tutor de Angélica, pero tiene interés en que la joven se case con Don Gaspar, y presiona a la joven para servir los intereses del poderoso caballero. Entre encuentros y desencuentros, Angélica y Lope, que están enamorados, planean huir, pero Peralta es enviado por Gaspar para evitarlo, y sin saberlo, tiende una mortal emboscada a su propio hijo, quien muere por la herida que Peralta le infiere.

Don Iñigo es Miguel Cerón, que nos regala una excelente interpretación; Tony Baeza, asume un Ortiz fiel y servicial con Peralta y Don Gaspar; Jorge Chablé y Alicia García, son unos perfectos Don Pedro y Doña Giomar; Violeta Santibáñez cumple perfectamente con su personaje incidental, Doña Beatriz, hija de Santoyo; María Teresa Sosa, es una justa Sor Isabel; Juan Ramón, es un actor que sabe lo que hace, y nos da un Don Gaspar de una tesitura que fluctúa entre el padre amante de su hijo y el enamorado de su dama, que no repara en lo que sea para logara su amor, y lo logra con creces; Carlos Farfán es un Lope perfectamente asumido, con la precisa dimensión del hijo que ama a su padre y está dispuesto a sacrificar su amor por su lealtad filial, su personaje tiene un intensidad y fuerza que Carlos asume con gran certeza. ¿Qué decir de Lupita López? ¡Brilló en escena, como digna hija de un rey! Asumió su personaje con fuerza arrolladora, se posesionó de él profundamente; en su monólogo final, junto al cuerpo del amado muerto, alcanza una sublimación tal que, nos tocó las fibras más profundas del alma.

Un gran aplauso de pie a Manuel May Tilán por el diseño de la escenografía y el vestuario; y otro a Laura Zavala por la realización del mismo. Edward Chan, tiene ya toda la pericia necesaria para dar con su iluminación a las escenas, las texturas necesarias, los ambientes propicios, sabe hacer magia con las luces. Paola Koot, siempre precisa como asistente de dirección, y precisa con la música ambiental. Todas las circunstancias se conjugaron para hacer de “La Hija del Rey”, una puesta en escena de gran relevancia, y como dijera el director, Juan Ramón Góngora, esto ha sido la palabra de pie en el escenario.

¡Queremos más puestas con Sabor de Teatro Yucateco!