Víctor Salas
Hacer música en Italia, es como ser escritor en España, ya que ambos lugares tienen historias creativas sustentadas en una calidad que ha repercutido e influenciado a todo el mundo. Ambos países han sido conocidos por sus creadores en las artes. Señalaré sólo dos momentos de esas gloriosas historias: el Renacimiento italiano y el Siglo de Oro español.
Es un privilegio haber estado en el concierto de la Orquesta Sinfónica Italiana Matteo Gofriller y escuchar a una agrupación musical que ha cruzado el Atlántico para exponernos la tradición de calidad que sustentan cincuenta y dos jóvenes, ¡muy jóvenes!, y otros de apariencia pueril. Pero eso sí, con dominio de su labor frente al pentagrama y el instrumento que compete a cada uno. Y no vinieron a tocar tarantelas o danzas napolitanas, trabajaron con obras diversas, de distintos autores y nacionalidades, tales como: Christoph Gluck, alemán; Wolfgang Mozart, austriaco; Franz Schubert, vienés; Roberto Abraham Mafud, yucatanense; Gabriel Chan Sabido, yucatanense, y George Greshwin, estadounidense.
Stephens Alexander Lloyd condujo con acierto, generosidad y don aglutinador a toda la orquesta; y lo hizo con sus manos, pues no utilizó batuta en ningún momento.
Con esa armoniosa actitud, Stephens Lloyd condujo el concierto para piano y orquesta número veintitrés de Mozart, que fue interpretado por Alejandro Cámara, originario de Progreso, Yucatán, quien fuera una revelación en el Primer Concurso Nacional de Piano “José Jacinto Cuevas”, en el 2018. Las manos de Alejandro fluyeron con el encanto que exige un concierto de Mozart, pero en el tercer movimiento, logró exaltar los sentimientos de los asistentes que le prodigaron una muy merecida gran ovación y muchos bravos, aunque antes, ya al final del segundo movimiento, le habían rendido el tributo de las palmas por la hondura con que interpretó ese pasaje. En este punto, es necesario decir que todavía resulta a los músicos, un tanto extraña, la actitud del público local que aplaude sin esperar hacerlo al final de la obra. A los pianistas Evegeny Kissin, Alexander Malofeev o a los hermanos Jussen, el público europeo los aplaude rabiosamente, al final de cualquier movimiento que hayan interpretado magistralmente.
La Sinfónica Italiana se unió a la voz de Alma Chan y juntos interpretaron Himno, obra de Roberto Abraham Mafud, quien presente en la sala, fue presentado por el propio director italiano, Stephens Lloyd, y como no se sabía dónde estaba sentado, fue muy agradable que varias personas de los palcos adjuntos al suyo, lo iluminaran con sus celulares para recibir el fuerte y cariñoso aplauso del público. Inmediatamente, la soprano interpretó una jarana titulada Timucuy (lugar de donde fue originario don Cesáreo Chan, patriarca de la familia de los músicos yucatanenses) y cuya autoría es precisamente de Gabriel Chan Sabido.
Antes del concierto, tuve oportunidad de platicar con el maestro José Luis Chan Sabido, y con Enrique Ancona Teigell, responsables cada uno en su área, de la enorme responsabilidad de traer a los músicos italianos a nuestra ciudad. Intercambio musical que ha de continuar, para beneplácito de quienes creemos en la importancia de la comunicación entre naciones. Felicidades al maestro Chan Sabido, por asumir el papel de gestor musical e incrementar nuestras experiencias artísticas, experiencias que enriquecen a la propia yucatanidad.
El concierto concluyó con la suite “Un americano en París”, de Gershwin. El público vitoreó de pie a la Orquesta Sinfónica Italiana Matteo Goffriller y a todos los integrantes encabezados por Stephens Alexander Lloyd.