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Yucatán

Recuerdos de una Visita Real a Tizimín

Honrar honra.- José Martí

¿Y qué va a hacer la reina Isabel a Tizimín? ¿Qué va a ver? ¿Hay algo interesante en Tizimín? El presidente Echeverría podía contestar estas preguntas apropiadamente porque sabía lo que había en este “pueblito”, en el cual ya había estado y había salido muy contento en la inauguración del plantel modelo, en una época cuando había adquirido mucho brío la Educación Agropecuaria y la construcción de planteles que habrían de beneficiar a muchas regiones del país.

¿Dónde queda Tizimín?, preguntaban los más despistados, y aquí incluyo una anécdota: Cuando Noé era mi novio, realizó un viaje de estudios a Alemania con un grupo muy rico de intelectuales, magistrados, etcétera, muchos mayores que él, quienes lo tomaron bajo su protección y afecto, y de pronto, el provinciano yucateco pedía una llamada “con mi novia de Tizimín”. Sólo puedo contarles el intento de los amables burlones al emular el peculiar acento yucateco, maare, pero la más confundida era la telefonista: ¿Se refiere a Tizimín, África? Y, como cualquier yucateco que se precie, el solicitante aclaraba. No, Tizimín, Yucatán. Entonces…. ¡Ah, Yucatán, ruinas mayas! Problema resuelto.

Pero continuemos nuestra historia. ¿Cómo había nacido el proyecto para que la reina de Inglaterra visitase un lugar desconocido del sureste de México y una Escuela Agropecuaria considerada modelo posteriormente? Un tiempo antes, el presidente Echeverría y María Esther habían estado en Londres y en alguna conversación con la Reina, en respuesta a sus múltiples atenciones, el Presidente de México la había invitado a conocer el campo mexicano “sin discursos y sin coronas”. Y un día, 28 de febrero de 1975, Reina, príncipe consorte y comitiva aterrizaron en Tizimín, sí, en Tizimín en el aeropuerto Cupul construido para que pudiera descender el Andover, el avión oficial. La Reina recorrió la población y almorzó en un elegante lugar construido especialmente para la ocasión. Recuerdo que dio la bienvenida el diputado Peniche a quien, Socorrito, esposa del canciller Emilio Rabasa, le aconsejó que no hablara de Tercer Mundo ni nada semejante, pues la soberana reina no gobierna, así que fue el saludo de un pueblo bonito, sencillo y culto a la distinguida visitante, esposo y comitiva. El día había sido hermoso desde la inauguración del Parque de la Reina, nombrado así en su honor, donde –dicen las crónicas– había derramado unas lagrimitas cuando escuchó el himno Tierra de Esperanza y Gloria en inglés, interpretado por pequeños que habían aprendido la canción con bastante empeño no sólo de parte de ellos, sino también de las maestras encargadas de esa labor titánica.

Es de ley, mencionar a personas que trabajaron arduamente para que la visita fuera un éxito. Al enterarse el presidente de que el presupuesto estatal no era suficiente para todas las mejoras que quería para Tizimín, envió a Manuel Vila Campos con aquel maletín clásico para solventar los gastos necesarios. Don Paulino Romero Conde, de Tizimín, Jefe de la Junta de Electrificación del Estado, planeó electrificar calles por donde no pasaría la Reina, que, en todo caso, llegaría de día. Pero –decía don Paulino–, ¿qué tal si se le ocurre pasar por allí? Este caballero tizimileño es un caso especial de amor al prójimo y a su tierra natal. Hoy, con mucha justicia, en Tizimín de los Santos Reyes hay una Plaza Comunitaria que lleva su nombre. Hace poco, por invitación de la directora Ligia Sauri Avila, estuvimos en el auditorio de la escuela que un día fuera el comedor de una reina y nos trajo muy buenos recuerdos. Es alentador saber que hay personas inteligentes que continúan el legado agropecuario del presidente Echeverría y los otros padres fundadores de esta escuela que empezó como Secundaria Técnica y que fue el origen de lo que hoy es el Instituto Tecnológico Agropecuario de Tizimín.

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