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Los feminicidios en México son crímenes de lesa humanidad

La violencia de género en México es un problema tan grave, de tal magnitud, que ya se necesitan estrategias integrales con carácter de urgente.

Están matando diez mujeres al día y un 90% quedan impunes, son cifras aterradoras que el gobierno tiene que reaccionar con medidas efectivas que frenen el horror de los feminicidios.

Esto no va a ocurrir ni a corto, ni a mediano plazo y si es a largo plazo, nos llevará muchos años poder erradicarla. Los comentarios del Presidente no son nada alentadores: “Que se reduzca la violencia y que no agredan a las mujeres.”

Con esto nos damos cuenta que no comprende o no quiere comprender la bomba de tiempo que tiene en sus manos. Porque no sólo ya las feministas son las que salen a las calles a levantar la voz, sino todos los que habitamos este país que estamos hartos de que estén matando a las mujeres y niñas. Que los feminicidios cada vez sean cometidos con mayor crueldad, saña, de una manera tan sanguinaria que es inaudito concebir tanta maldad de un hombre hacia una mujer, que lleguen al grado de descuartizarlas, quemarlas con ácido y desollarlas.

Los expertos en feminicidios dicen que los hoyos negros de los sistemas judiciales de México han provocado que, durante los últimos cuatro años, los responsables de asesinar de manera violenta a miles de mujeres (descuartizadas o asfixiadas), no siempre sean procesados y, en su caso, castigados con hasta 70 años de prisión por feminicidio.

El sistema de justicia de nuestro país está lleno de lagunas legales, investigaciones ministeriales erróneas, protocolos inadecuados para proteger las escenas de los crímenes y, sobre todo, tipificar el delito con penas menores.

Si en México no se reconoce la gravedad de los feminicidios es porque el Gobierno Federal mantiene una negación ante la violencia de género. Y como los Estados del país siempre maquillan las cifras de los feminicidios, los recursos federales son utilizados para conveniencia de los gobernantes de los Estados.

México es uno de los países pertenecientes a la Asamblea General de las Naciones Unidas que el 18 de diciembre de 1979 acordó adoptar las medidas señaladas en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.

Con esta promulgación, publicada el 12 de mayo de 1981 en el Diario Oficial de la Federación, México se comprometió a adoptar todas las medidas adecuadas, incluidas una legislación para modificar o abolir las leyes, reglamentaciones, costumbres y prácticas vigentes que constituyen discriminación contra la mujer.

Pese a ello, en los Códigos Penales de cada Entidad, sigue sin ser uniforme la figura del feminicidio y sin modificarse los apartados que permiten que los feminicidas no cumplan con las sentencias acordadas para este crimen.

Juzgar la muerte violenta de una mujer como homicidio común, en lugar de feminicidio, deriva en impunidad.

La cosificación de la mujer de “úsese y tírese”, parece ser un letrero que las mujeres han traído pegado a la espalda. Pero la violencia contra la mujer y la discriminación hacia el género femenino nos son solamente heredadas, está tan impregnado en la idiosincrasia del mexicano que hasta algunos gobernadores han sido cuestionados por su manera de ver a las mujeres.

El artículo 325 del Código Penal Federal dice: “Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género. Se considera que existen razones de género cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias.”

La norma nacional describe siete causales distintas que prueban las razones de género dentro de un homicidio. Con la presencia de una sola de ellas, se debería considerar un feminicidio: “Que existan antecedentes de violencia del sujeto activo hacia la víctima; que existan amenazas del sujeto activo en contra de la víctima; que haya sido incomunicada previo a su muerte, cualquiera sea el tiempo; que el cuerpo haya sido expuesto en la vía pública; que presente signos de violencia sexual; que tenga lesiones y mutilaciones degradantes; que haya existido entre la víctima y el sujeto una relación sentimental, afectiva o de confianza”.

No se tiene un registro exacto de las estadísticas de cuántos feminicidios han ocurrido en el país. En México necesitamos datos de mejor calidad si aspiramos a comprender mejor la violencia.

Ante este panorama tan desolador, las mujeres estamos creando conciencia para cuidarnos, defendernos, apoyarnos y protegernos las unas a las otras. Porque la muerte es tan real como la unión y tenemos la responsabilidad de educar a las futuras generaciones en una cultura de la ¡no violencia!.

“Mi silencio no me protegió. Tú silencio no te protegerá.” Audre Lorde

Con información de Ana Ancona Teigell

Por Redacción Digital Por Esto!

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