Yucatán

Cómo vestían los serenos meridanos en el siglo XIX

Roldán Peniche Barrera

Esta descripción la tomamos prestada del bonito libro de Delio Moreno Bolio sobre el barrio de Santa Lucía. Entonces Mérida era tranquila y sin luz mercurial, por lo que había que encender las farolas a ciertas horas de la tarde para volver a apagarlas en la mañanita.

Dice Moreno Bolio:

“…sin embargo, para resguardar aquella tranquilidad desde el anochecer y dispuesto a prestar auxilio a los vecinos, comenzaba su ronda el buen sereno, llevando dos pistolas al cinto, un sable, una linterna, un silbato, un sombrero y manga ahulados, como lo prevenía el Reglamento del Gobierno del Cuerpo de Serenos expedido por el jefe político Joaquín Castillo Peraza, el 17 de septiembre de 1860. Un fiel amigo acompañaba en sus rutinarias y nocturnas evoluciones a este modesto y tesonero vigilante: el imprescindible y legítimo perro “malix” (corriente) lo que ciertamente no ordenaba el reglamento. El cuerpo de serenos se extinguió hace aproximadamente cien años” (en realidad muchos más, pues Moreno Cantón escribe su crónica en 1980).

Parroquia para negros y mulatos

Y ya que aludimos a Santa Lucía, no está de más recordar que “durante su primera época era una parroquia reservada a negros y mulatos –posteriormente a naturales–, para que estas castas relegadas de esclavos y encomendados cumplieran ortodoxamente con las prácticas cristianas ante el requerimiento y celo de sus seráficos doctrineros”.