Roldán Peniche Barrera
Todavía a fines del siglo XIX los meridanos llamaban “guaguas” al servicio urbano de omnibuses. Distaban un gran trecho de parecerse a los actuales autobuses urbanos: resultaban incómodos y cada vez que se detenían en las esquinas los pasajeros se arremolinaban al caer uno sobre otro formándose un desastre.
No eran impulsados por motores sino por caballos, no sabemos si tan flacos como los actuales.
Los primeros
Según datos precisos, fue el Sr. D. Gregorio Quintero quien ofreció tal servicio el hoy lejano año de 1889 y sólo se permitían pasajeros y nunca animales.
¿Guaguas?
Al principio nadie sabía cómo llamarles a aquellos armatostes sobre ruedas hasta que, imitando a los de Cuba, decidieron utilizar la palabra “guagua”, cuya principal razón es que los asustadizos perros callejeros les ladraban todo el tiempo. Y así se les quedó el nombrecito.
Los de Mérida
Los instalados en Mérida eran tan incómodos como los de La Habana y aunque ignoramos si nuestros x-malixes canes les ladraban también, pronto los meridanos dieron en llamarlos del mismo modo y en los años 30 eran muy populares y por mucho tiempo así se les conoció hasta los actuales autobuses que surcan la ciudad.