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Yucatán

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

1701

Alucinaciones del yo

Yo, se marchó tras los meses

huyéndole a los pesares.

Yo, partió. Vagó a otros mares,

y se olvidó de los peces.

Me profanó sobre nueces

el camino. La partida

dejó una mano vestida

en el hielo de mis horas.

Yo, sumergido en auroras.

Yo, la palabra perdida.

Yo, se durmió en el abrazo,

en el cauce de tus ojos.

Yo, fue negando los rojos

pensamientos del regazo.

Yo, se me vuelve un ocaso

impuro que no existió.

Inerte que naufragó

una noche alucinante.

Yo, prefirió ser amante.

Yo, no está, nunca volvió.

Annaliet Fradaga Solís

1702

Equilibrio

Oleo y júbilo en mi piel

es tu milagro de dios.

Avanzo en cumbres sin voz

por tu equilibrio de miel.

Ruge el cautivo en la hiel

del vértigo. Tus cosechas

disfrazan mares en brechas

de desiertos que transito;

azar donde resucito

esta sed con que me acechas.

Sol de barro alucinado

por un viento de locura:

soy luciérnaga que jura

por la vigilia en tu hado.

Mi aliento –ardid invocado–

diluvia en el adulterio

de la tierra. Alud, criterio

que presagia mi solsticio;

alas sin luz del alisio,

océano en tu misterio.

Elaine Vilar Madruga

1703

Ecce Homo

Padre, Hijo, Espíritu Santo

eres tú. Principio y fin,

del universo el confín,

la rasgadura del manto.

Yo, hombre, piel del espanto,

objeto de tu idealismo,

gota de existencialismo

que tu reino justifica

en la voz del que suplica.

Yo, el suicida. Tú, el abismo.

Sergio García Zamora

1704

Lamento

¿De qué me sirven los ojos,

la boca de que me sirve?

Responde, Dios, ¿de qué sirve

escribir sin los cerrojos,

guardar los oídos rojos

de palabras de un testigo,

ser fiel en lo que predigo,

tener abiertos los labios

si como tres monos sabios

no veo, no oigo, no digo?

Sergio García Zamora

1705

Signos vitales

(fragmento)

Yo soy tu mejor difunto

abro comillas “mendigo

que va a tu callado abrigo”.

Cierro las comillas. Punto.

Ignoras el fausto asunto

que de mí te hizo fugarte,

coma, regresé a llenarte

de reproches la excepción,

con signo de admiración

¡llévame! Punto y aparte.

La muerte llega y se asoma:

Dos puntos. Admiración.

¡La siento en el corazón!

Cierra el signo. Punto y coma;

la siento como paloma

donde vida y muerte junto,

coma, suspiro y pregunto

¿Por qué delato a mi amante?

Dos puntos: en ese instante

termino mi vida. Punto.

Carlos Ettiel Gómez Abreu

1706

Me sorprendió su marea

Me sorprendió su marea

allá a orillas de la nada,

se congeló la mirada

en un prisma que jadea.

No soy ángel que desea

el cielo como camino,

mi sueño va en el destino

y en el éxtasis de suerte.

Hoy ha llegado la muerte,

me vuelvo esperma en su nido.

Magdelis Estrada Leyva

1707

El ángel del silogismo

(fragmento)

Angel mío, con tu muerte

–flecha de un arco de hielo–

el polvo no volvió al polvo,

pero el sueño volvió al sueño.

Esta nave que me embarga

no destroza la porfía.

La noche con su manía

hace la espera más larga.

Si te vas, quedo en amarga

nostalgia de mala suerte,

puñal que penetra fuerte

profundiza en mis entrañas,

vestido de telarañas

ángel mío, con tu muerte.

Hago diana al silogismo

con la punta de una estrella,

cada consejo se mella

prodigado en el abismo.

Voy a entregarme a lo mismo

que me ha robado al pequeño,

en este jardín sin dueño

muero de tanto pavor,

porque se estrujó la flor,

pero el sueño volvió al sueño.

Suset González Roditi

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