Yucatán

Kenia Joacabeth, Embajadora de Reciclaje

PROGRESO, Yucatán, 1 de marzo.- Todo el material que sirvió para la elaboración del traje que portó Kenia, se fue recolectando como basura de la playa, así que aparte de dar buenos principios ecológicos, fue designada Embajadora del Reciclaje en su escuela.

Kenia Jocabeth Pech Santiago es una niña que ama el mar tanto, que a sus tiernos 7 años ya sale en viajes de pesca ribereña con su abuelo y su hermana Cristina Jolet, de sólo 9 años.

Esto fue declarado por Carlos Jesús González Cruz de 64 años, pescador, albañil y fotógrafo, que estuvo en la primaria donde estudian ambas niñas (sus nietas), “Maniobras marítimas” del turno vespertino.

Kenia Jocabeth de 7 años estudia el segundo grado; modeló un vestido hecho con material reciclable –de puras bolsas negras para recolectar basura–, un coqueto sombrero –hecho con papel periódico– y adornos –múltiples tapitas de refresco y unas flores hechas con bolsa de plástico y más periódico–.

Lo más importante es que todos colaboraron para recolectar y se aprovechó para limpiar las playas; el vestido se terminó de confeccionar en 3 semanas con la participación de toda la familia.

También llevaba un collar de arillos metálicos (de las latas), que es lo que más abunda en la arena. Estos arillos van al mar y los peces se lo comen creyendo que es otro animal, y es cuando se asfixian y mueren. Por eso, cuando en las caminatas a la orilla del mar aparece un pescado muerto, se les recuerda que es de suma importancia no tirar basura al mar, siendo estas las consecuencias.

“Tomando en cuenta que como humanos estamos invadiendo su hábitat natural, hemos extinguido varias especies marinas; todas son importantes, se forma una cadena alimenticia muy estrecha. Por eso desde muy pequeñas las he llevado en el alijo a pescar y les sigo dando el mensaje de que, si capturan alguna especie que no es comestible, la suelten de inmediato”, expresó el abuelo de las niñas.

“Con las dos salgo muy temprano, ya saben cordelear y poner sus anzuelos; nos alejamos más allá de la Terminal Remota, a un promedio de 7 a 8 brazas de profundidad. Lo más curioso es que desde pequeñas no se marean y no se asustan, al grado de que ya se tiran a bucear. En una ocasión se sacó un Tiburón ángel, que no se acostumbra a comer acá, por lo que se liberó.

»Hasta mi esposa se sube al alijo y hacemos un trato comercial, yo saco el pulpo y ella el pescado, y muchas veces ha ganado más que yo. Estoy muy orgulloso de mis dos nietas, son valientes y audaces a su edad y siempre se les inculcó que respeten a sus mayores y que la educación es la mejor herencia que los padres pueden dejar, por eso están en el cuadro de honor”, concluyó.

(Texto yfoto: Alfredo Canto May)