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Yucatán

Violencia Institucional de Género

Dra. Sandra Peniche Quintal

Hola a todas las personas que son lectoras del Periódico Por Esto! Desde hace 29 años y tres días, Don Mario Renato Menéndez Rodríguez, comanda, dirige, impulsa junto con el gran y enorme equipo de trabajadoras y trabajadores, la comunicación con la población, antes, impensada.

Esta comunicación directa, afable, sin pleitesías, con verdad, ha sentado las bases de una estrecha comunicación en el día a día con todas las poblaciones de Yucatán y la península. Refleja la vida cotidiana, informa de los acontecimientos en los ámbitos internacionales, nacionales y locales. Cualquier persona puede establecer comunicación con el Por Esto! y con su Director, pues él sabe que del acercamiento y los relatos de vida de cada persona y comunidad, se desvelan los hilos visibles y ocultos de los poderes opresores y de los poderes de la ciudadanía. En estos 29 años y tres días, el Por Esto! se erige en faro de la construcción articulada de la sociedad, representando a todos sus sectores. No discrimina, desmenuza los actos de poder y los exhibe, se analizan y se muestran diversos caminos para avanzar como sociedad. Cada colaboradora o colaborador, pone a disposición de lectoras y lectores su opinión, su perspectiva, y quienes lo leen pueden diferenciar quién escribe y desde dónde, no se ocultan intenciones ni intereses. Don Mario tiene la protección del Pueblo Maya, de la ciudadanía en su conjunto. Goza de respeto y gran cariño. Sabemos de sus luchas, de sus sinsabores, de intentos de desestabilizar al periódico y de meterle zancadillas. Y como me enseñó, “las traiciones sólo se dan en gente cercana, que son pusilánimes, que no construyen, que tienen hambre de poder y nula capacidad para generar bienestar y llevar una causa hacia adelante”. A veces el camino se llena de baches, otras veces de zalameros jardines de embaucadores. A veces el cielo se torna gris con el propósito de crear falsas tormentas. Muchas personas, muchos amigos y amigas han dado lo mejor de sí a la gran causa del Por Esto! que se define en Dignidad, Identidad y Soberanía. Felicitaciones al Colectivo del Por Esto!, a quienes ya no están y a quienes seguimos y seguramente vendrán otras y otros más. Saludo a Doña Alicia Figueroa por su participación ejemplar. Gracias a todos y todas.

Es así, que hoy dedico este artículo de colaboración a una querida y gran amiga, porque quiero explicar el desarrollo de la violencia institucional cuando quien tiene el puesto de Director, es un pobre y violento hombrecillo, temeroso de las mujeres íntegras, capaces y dignas.

Hijo de un nefasto profesor que en esos años fungía de inspector y era conocido por su proclividad a la corrupción y a ser un depredador sexual. Vendía plazas al mejor postor y cuando se trataba de mujeres, tenían que tener sexo con él, bastante feo y desagradable por cierto, o jamás tendrían una plaza. Era conocido porque pedía relojes muy caros así como artículos de buen oro y joyas. La madre, muy hermosa y buena persona, aceptaba el triste papel en el que la había colocado ese antiético y corrupto y corruptor sujeto. En aquella época la vida marital de las mujeres era oprobiosa. Cuando creces en este tipo de conflictos éticos y emocionales, desarrollas emociones tóxicas y aquellas mujeres poderosas porque son, se autodeterminan y no sucumben a ningún atropello, les genera recuerdos de lo que su madre no fue capaz de hacer. Y el acosador y violento hombrecillo, tampoco puede dominarla ni con el pene ni con gritos, improperios, descalificaciones, mismas que se dan con su equipo aliado para delinquir. Ese tipo de hombrecillo pide a gritos reconocimiento, mismo que no podrá obtener por su reprobable comportamiento. Gime, grita, manotea cual descontrolado sujeto pues la irritación viene de su propia psique, de sus emociones no resueltas y del aprendizaje de depredador que ejecuta. Ese hombrecillo no puede parar, por todos lados ve menoscabado su dominio, que realmente nunca ha tenido. Mientras más se derrumba, más agrede y es incapaz de verse a sí mismo. Sus secuaces le alimentan el descontrol, le ceban su impotencia, y estalla cada vez más frecuentemente.

La diferencia con los tiempos de su padre es que ya no se puede tolerar esta oprobiosa situación en este cambio de régimen. Basta una denuncia a la contraloría y auditoría de la función pública, a CONAPRED y a los demás órganos que están encargados de la violencia de género, para ayudar a este pobre hombrecillo sufriente y desquiciado, a parar. Ya está en edad de que su varita no sea atractiva, de que no le funcione, de los signos notorios de envejecimiento. Los actos de corrupción deben ser denunciados incluyendo a sus socios, es nuestro deber moral hacerlo para lograr que la cuarta transformación se vaya dando.

Querida amiga, físicamente tienes un parecido con su madre. Ayúdalo. Denuncia esta violencia institucional que estás viviendo y denuncia los pingües negocios al cobijo del puesto. Ahora más que antes, los hospitales deben ser cuidados y garantizar su buen funcionamiento, es deber de todas las personas. Eres mucho más que él y sus secuaces. No estás sola. Estamos contigo. Defiéndete, es tu derecho.

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