Ahora que por el coronavirus COVID-19 se pide a la gente que se quede en sus hogares, se está recrudeciendo la violencia intrafamiliar y no hay políticas institucionales para combatir ese problema.
La Dra. Sandra Peniche Quintal hizo esa denuncia y explicó que muchas mujeres, que normalmente viven violencia un día o dos días a la semana, ahorita la están sufriendo todos los días porque el agresor está ahí.
Dijo también:
–De hecho, todas las personas necesitamos un espacio vital, pero ese espacio ha sido vulnerado por varios factores; uno de ellos es que desde hace muchos años el Infonavit en lugar de hacer hogares hizo jaulas, y lo que sucede es que en las casas donde tienen que convivir las familias, como el Infonavit redujo los espacios de verdad a una jaula, las personas no pueden estar, porque sienten que no tienen los espacios suficientes ni siquiera para deambular por sus casas.
Hay que recordar que esas casas del Infonavit trajeron consigo que no se usaran las hamacas, porque para las hamacas necesitamos habitaciones de 4 metros por 4 metros para poder descansar y para poder mecerse, incluso por el clima que tenemos. Sin embargo, las casas ahora tienen 2 metros y medio, tres por dos, por tres.
O sea, son verdaderos cubículos realmente. Y esto hace que, al no poder tener la cercanía, al no poder tener un espacio para que si tú estás enojado, por ejemplo, digas: me voy a retirar a mi cuarto, y ahí me voy a tranquilizar y estar, porque no hay cuartos. Hay uno para toda la familia, y hay la sala-comedor que uno de mis sillones no entra ahí.
Malestar progresivo
Entonces eso va generando un malestar, y un malestar que es progresivo. Si le agrega a esto que los espacios de trabajo también se han reducido, ya que antes se usaban escritorios enormes, porque eran corredores o eran piezas bastante amplias donde uno podía estar.
Entonces, tu propio escritorio que era de 2 metros por uno o uno y medio, eran enormes, pues estabas ahí feliz trabajando y haciendo todo. Ahora tienes un mueble de computadora que está del tamaño de tu computadora, y que ni tus codos puedes poner. Y están todos apelmazados, achocados en un solo espacio, todo eso va generando incomodidad, pero es una incomodidad progresiva porque no tienen dónde sacarla.
Llegas a tu casa y no puedes descansar porque las personas viven normalmente con su familia, y puede haber 1, 2, 3, 4, 5 miembros ahí, para una casita de ese tamaño, o cualquiera otra de las que están en los fraccionamientos, donde es muy poco espacio para ese número de personas.
Espacio vital
Lo voy a comparar y me va a disculpar, con las aves o con cualquier animal. Si usted le pregunta a los veterinarios, le van a decir: por metro cuadrado solamente puede haber 7 aves o 10 aves, o si son pavos 4, porque si les reduces aún más, se matan.
Es un problema de espacio vital. Y el espacio vital es aquel que te permite sentirte bien dispuesto, seguro, que te permite estar sin amenaza. Por eso cuando hablamos, por ejemplo, o cuando estamos en alguna reunión, hay determinados márgenes de espacio entre unas personas y otras.
Cuando una persona invade ese espacio, la gente se siente amenazada. Se siente violentada, porque interrumpes en ese espacio vital, que no es que haya una distancia en particular, sino que cada cultura tiene también sus propios espacios.
Entonces, si yo estoy conversando a 30 ó 40 centímetros de alguien, o medio metro, y está uno muy bien, pero si ese alguien o yo me le acerco mucho más, invado ese espacio y la persona va a dar automáticamente un paso atrás.
Sin higiene mental ni social
Toda esa parte de la psicología de las personas, cuando se vulnera, va haciendo que no haya una higiene mental, y tampoco hay una higiene social porque no hay canales donde uno pueda ir como quitándose esos malestares.
Si agregas a eso la falta de liquidez y, además, la presión que hay por las deudas, porque las personas lo que hacen entonces es decir: pues me voy a comprar un televisor de 50 pulgadas para que yo pueda escapar. Entonces a veces el televisor es hasta más grande que la pared de su casa.
Pero ahí están y entonces el tipo de información, de estímulos que manda la televisión, es pura violencia igual. Y por donde tú lo vayas viendo, no hay válvulas que permitan canalizar la energía de la gente.
Ni la energía favorable, porque hasta para la expresión de los afectos eso se impide porque cómo tú tienes una relación amorosa, que sea libre, que te puedas expresar, en un cuarto de 2 por 2 o de 3 por 2, y además tienes a los hijos ahí durmiendo, a veces hasta a tu suegra o la mamá, al otro lado… entonces hay una presión enorme en todo sentido.
Entonces no puedes expresar tus sentimientos agradables, buenos, amorosos, y del otro lado se estimula la violencia, porque tienes que competir, porque tienes que ser el mejor, porque tienes que destacar, porque siempre es para adelante, porque tú tienes que mandar, etcétera.
“Me voy a enloquecer”
Entonces esa atmósfera que ha venido durante años gestándose e incrementándose notoriamente, en este período donde tienes que permanecer en tu casa, pues resulta que ya nadie sabe convivir en su casa. Yo lo oigo incluso de amigas mías que me dicen: “Me voy a enloquecer si sigo acá”. Y les digo: “¿Por qué se van a enloquecer?”
El disfrutar de tu casa implica que tú te sientas bien contigo mismo y que te sientas bien con las personas con las que vives o convives.
Que haya una relativa armonía entre todas las necesidades de quienes habitan ahí mismo. Imagínate esto en personas donde no tienen forma de que se apoyen para el crecimiento personal, donde tienen muy pocos recursos emocionales para resolver sus diferencias, donde el grito, la humillación, el insulto, son las características a través de las cuales se relacionan, y los golpes y los malos tratos. Entonces esto es un caldo de cultivo para la violencia. No hay salidas porque la gente no las ve.
Estamos viendo también suicidios que se incrementan con el paso del tiempo, y esta situación de las mujeres que normalmente viven violencia un día o dos días a la semana, pero ahorita es de todos los días, porque el agresor está ahí. Y lo mismo pasa con las criaturas.
Arremete contra los hijos
Ya sea que el mismo agresor las esté violentando, o la agredida, por la acumulación de toda esa carga de violencia, arremete a la vez contra las criaturas, porque es insoportable esa situación, y las mujeres piensan que tienen que permanecer en sus hogares, pero es porque hay una serie de amenazas alrededor de que “si te vas, te quito a los hijos”, “si te va, yo me quedo con ellos”, etcétera.
Las mujeres tienen que saber que no hay quien les quite a sus hijos. Esa no es una amenaza que deban de considerar porque no es así. A menos que uno tenga una vida pésima, donde sea un súper mal ejemplo, donde se drogue y demás, entonces te pueden quitar la patria potestad. Pero si no es así, de ninguna manera, y nadie está obligada a permanecer al lado de un agresor. Nadie. Y lo tienen que saber, lo tienen que entender, y cuando pase eso, uno tiene que decir: Me voy.
Algunas se justifican diciendo: Si me voy, me quitan a mis hijos porque me acusan de abandono de hogar. No, no es ningún abandono de hogar, es la necesidad de poner a salvo tu vida y la de tus hijos e hijas también. Nadie debería permanecer junto a un agresor.
No hay programas
Lo peor del caso es que no hay instituciones que estén trabajando para que pueda haber un apoyo psico-emocional. Entonces eso hace que la violencia se incremente en los períodos como el de ahora, de aislamiento social, de permanecer en la casa todos juntos.
En esta parte, la Dra. Sandra recalca:
–Necesitamos ver dónde están todos esos elementos de relación que nos han hecho relacionar con maltrato. Hay que quitarlos.
Entonces se necesitan algunas estrategias para que en estos momentos de confinamiento social se pueda hablar. Debe haber programas de radio que permitan tener una música que no sea esa que habla pestes de la gente, música que te pueda relajar, que puedas oír unas letras que te hagan sentirte bien, que te hagan pensar.
Y la violencia sexual se da mucho más en estos momentos, porque es una de las maneras de agredir. Estás ahí, y estás obligada a servir sexualmente hablando.
Por eso te digo, Roberto, que en las políticas públicas tiene que haber programas que desalienten todo eso, para que se pueda permitir y fomentar otro tipo de relaciones pacíficas, constructivas, respetuosas, entre las personas –concluyó la Dra. Sandra, directora de Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva y, además, presidenta de la Unidad de Atención Psicológica, Sexológica y Educativa para el Crecimiento Personal (Unasse).
Coinciden
En el mismo sentido se pronunció Adelaida Salas Salazar, representante en Yucatán del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
Dijo que “en Yucatán somos séptimo lugar en violencia física y estamos en el sexto lugar en abuso sexual a nivel nacional, y esto no va a cambiar si las autoridades siguen sin programas firmes para erradicarla”.
La activista lamentó que no haya una campaña por parte de la Secretaría de Educación Pública para proporcionar atención psicológica y física contra el maltrato y la violencia contra de la mujer, así como para la erradicación del machismo.
“Es decepcionante que las instituciones públicas se vayan en cuarentena y no atiendan a personas en riesgo, como es el caso de la Secretaría de la Mujer, a la que se le ha enviado 5 mujeres que no fueron atendidas”.
La entrevistada aseguró que en el interior del Estado, especialmente en Tizimín y Valladolid, hay altos índices de violencia contra la mujer porque lo ven como algo “normal” e incluso los comisarios y los agentes de paz regañan a las mujeres que acuden a pedir a ayuda y las regresan con el agresor.
Recomendaciones
La activista manifestó que si una mujer es golpeada o abusada sexualmente, debe acudir de inmediato a la Fiscalía General del Estado para poner su denuncia en el Centro de Justicia de las Mujeres para posteriormente ser valorada por un médico
En el caso de que esté siendo agredida psicológicamente puede llamar a la línea sin costo 01 800 455 7672, utilizar la aplicación digital Línea Mujer o acudir a los Centros de Atención del Ayuntamiento.
Por Roberto López Méndez / Melly Manzanero