Roldán Peniche Barrera
No sé si los nuevos diccionarios aceptan la voz “cobratario” en vez de cobrador/a.
En nuestra península la primera se ha empleado por años para indicar a la persona o empleado que cobra (o cobraba) el pasaje del usuario o usuarios de los vehículos públicos (camiones, tranvías, etc.). Bueno, aquello se volvió una costumbre o un vicio y hasta hoy, como hemos observado, prosigue en uso.
En nuestros viejos diccionarios, la Academia nunca aceptó tal dislate, pero ignoramos si en estos tiempos lo admite. Aquí nunca se empleaba “cobrador”, y sí “cobratario” (lo decía todo tipo de gente, desde el estudiante hasta el oficinista) sin que ello provocara algún respingo.
Investigando el asunto, nos hallamos con lo que dice el Dr. Güémez Pineda:
cobratario s.m. Persona encargada de ir a cobrar a domicilio productos que se venden por abonos. En otras regiones del país se llama cobrador.
Esto es, que la voz dicha se extiende hasta aquellos empleados que salen a la calle a cobrar lo que los clientes deben en una tienda o negocio y no sólo para los de los vehículos públicos.
El juvenil de Edgar Rodríguez no lo admite.
Ejemplo:
-¿Y de sus ahijados que ha sido? -pregunta el tío Pascual al Dr. Gorgojo.
-El más viejo es cobratario, tío.
-Cobrador, doctor.
-Cobratario.
-Cobrador.
-¡Lo que Ud. quiera pero déjeme en paz!
Poesía joven de Yucatán
Juan Manuel Góngora
Briceño
II
Gritando tu nombre por ahí
me encontré con la urgencia de
expulsarte en el nombre
de la decencia, por allí.
En mí, raíces bien crecidas
reforzadas con tu gracia,
las amarro con audacia
y no se fuguen en huidas.
Imposible de matar es
mi sentimiento hacia ti.
corro descalzo hacia ti
sin importar los detalles.
Como cada día, cambia,
me suplica que te quedes,
dejo atrás mis deberes,
el pasado se intercambia.
Por siempre en el ensueño
de cuidarte y amarte toda,
no necesitamos boda
para hacer cumplir el sueño.