VALLADOLID, Yucatán, 8 de marzo.- “En este domingo estamos terminando la Semana de la Familia, estuve visitando las capillas y me da tristeza ver que a pesar de que invitamos en cada misa para que asistan todas las noches durante esta semana no lo hicieron; sé que hay muchas razones para que no se pueda asistir siempre, yo me preguntaba qué le pasa a la gente, si será que no se quiere levantar o no les interesa”, refirió el padre Armín Rivero Castillo en la homilía de las 7 de la mañana en la Iglesia de San Servacio.
“¿Qué ocurre?, ¿por qué tanta gente, tantos cristianos se resisten a recibir una plática a prepararse en algún sacramento? ¿Están buscando que en parroquia les hagan las cosas más baratas?, me preguntaron cuánto me tienen que dar pero es que no es cuestión de dinero, es cuestión de fe y lo más triste es ver que aunque vengamos a la santa misa no existe esa fe para hacia Jesús.
“No toquen mi vida privada, sigo creyendo en Dios pero el día que toquen mis intereses se acabó mi fe ¿cuántas dificultades tengo que pasar con mucha gente que se quiere casar en un mes? No se puede, tengo que mandar papeles, sobre todo si son de otro país o de otro Estado y se molestan.
“No es que no les queramos atender, es que no quieren cumplir como cristianos con esa parte de nuestra vida. ¿Dios para ti significa algo importante? Hoy se habló sobre el Evangelio de la Transfiguración con los tres discípulos, los cuales subieron al monte.
“Cuando se oye el Evangelio se imaginan ese momento, debió ser tan indescriptible en la vida de aquellos apóstoles y ¿qué pasa con ellos?, conocían a un Jesús hombre, común y corriente, pero en este lugar llegan a conocer al verdadero Jesús que no se consigue ver con los ojos humanos, solamente con el corazón y la fe.
“Estos apóstoles tuvieron esa experiencia bellísima, era Jesús transfigurado, es una revelación, un cambio de ese personaje llamado Jesús, es un don tan especial que es cuando escuchan la voz del Dios Padre. Este es mi hijo muy amado, escúchenlo para que las cosas puedan cambiar en nosotros, es necesario que suceda algo semejante como ocurre con los jóvenes cuando se enamoran, todo cambia y hacen cosas que no hacían”, culminó.
(Manuel Vázquez Rivero)