Ariel Juárez García
El mundo está plagado de guerras, actos de violencia, sufrimiento, delito y enfermedades, males que tarde o temprano pudieran afectar directamente a cualquiera, si es que no lo han hecho ya. “Están pasando cosas tan horribles, que a menudo nos cuesta reunir valor para ver las noticias de las seis”. - Escribió una persona con preocupación.
Hay que tener presente que en la historia y en todas las culturas se pueden encontrar fácilmente comportamientos implacables, egoístas, sin escrúpulos o incluso francamente malvados. El comportamiento cuestionable del ser humano, desde el punto de vista ético, moral y social, forma parte de la vida cotidiana.
La maldad en una persona, según los especialistas en el tratamiento de los problemas de conducta, puede tener orígenes muy diversos. Algunos afirman que la maldad suele tener su origen, generalmente, en trastornos psicológicos que surgieron en edades tempranas. “Cuando la maldad se hace presente en estas personas, resulta muy negativa. La persona que actúa con maldad no suele ser afectuosa con quienes le rodean. Su personalidad es fría, distante y bastante desapegada”, según los terapeutas expertos.
Se han denominado por la psicología “rasgos oscuros” o “factor D” (que proviene de la palabra inglesa Dark: “oscuro”) es decir, rasgos de personalidad que están vinculados a la siguiente clase de conductas: a) el maquiavelismo, b) narcisismo, c) psicopatía, d) egoísmo, e) rencor, f) sadismo, g) violencia extrema, h) mentira y g) engaño. “El conocimiento sobre el ‘factor D’ de una persona puede ser una herramienta útil para evaluar la probabilidad de que la persona vuelva a delinquir o participe en conductas más dañinas”, afirma Ingo Zettler, uno de los investigadores y profesor de psicología en la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
Maldad, malicia, perversidad, vileza, crueldad, violencia extrema… son el más claro reflejo del penoso estado en que actualmente se halla el mundo que, sin duda, es observado con detalle por el Dios verdadero Jehová.
Hace ya tres mil seiscientos años, un fiel siervo de Dios, el patriarca Job, preguntó lo siguiente acerca de los malvados: “¿Por qué siguen viviendo?” (Ver Job 21:7). Mil años después, en el siglo VII antes de nuestra era, el profeta Jeremías se angustió al ver que el mal triunfaba en su país, de modo que dijo: “¿Por qué será que el camino de los inicuos ha tenido éxito, que todos los que están cometiendo traición son los que viven despreocupados?” (Ver Jeremías 12:1).
En las últimas décadas, la humanidad ha padecido un aumento de la maldad, causado tanto por la imperfección y la ignorancia del hombre como por una mayor intromisión del poderoso maligno Satanás, en los asuntos humanos. Hay que reconocer la impotencia del ser humano; jamás podrán vencer solos al promotor principal del mal, Satanás el Diablo (términos que significan “Opositor” y “Calumniador”, respectivamente). No sólo eso, a causa de los intentos de negar su existencia, estos han llevado a muchos a rechazar a Dios y todas sus normas morales.
En palabras de un personaje de Charles-Pierre Baudelaire, poeta del siglo XIX, “la mayor astucia del Diablo consiste en persuadirnos de que no existe”. Al ocultar su identidad, el Diablo ha hecho surgir dudas acerca de la propia existencia de Dios. Además, si Satanás no existiera, eso convertiría a Dios en el responsable de toda la maldad. ¡Justo lo que el Diablo quiere que la gente crea!
El Diablo “fue arrojado abajo a la Tierra, y sus ángeles fueron arrojados abajo con él” —declara la profecía bíblica—, y esto ha representado dificultades sin precedentes para el mundo. Y aunque el maligno Satanás no puede obligar a la gente a hacer cosas malas —la gente es la que decide hacer la maldad—, es un maestro en “extraviar a toda la Tierra habitada” (ver Revelación o Apocalipsis 12:9, 12). Por supuesto, la mayoría de la gente no cree que estos casos de extrema violencia y crueldad sean obra de un espíritu maligno. Además, en la actualidad son muchas las personas que piensan que creer en el Diablo es anticuado. Sin embargo, sólo la existencia de este poderoso ser maligno, explica la crueldad que se observa en el mundo.
No obstante, de acuerdo a las profecías bíblicas, Jehová pronto le aplastará la cabeza a Satanás mediante el poder de su hijo Jesucristo (ver Génesis 3:15; y Romanos 16:20). Todo el mundo puede estar seguro de que, en la venidera ejecución de la sentencia divina, Jehová hallará a los malvados dondequiera que se escondan y encontrará a los que considere dignos de su misericordia en cualquier lugar de la Tierra en que vivan.
Mientras tanto, por mucho que uno se esfuerce por hacer lo que está bien, no es suficiente para acabar con la maldad que plaga a la humanidad. La Biblia advirtió: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar”. Y a continuación explicó por qué serían tan difíciles: “Los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de éstos apártate” (2 Timoteo 3:1-5).
Con certeza, tomando en cuenta las profecías bíblicas, hoy día se puede confiar plenamente en que Jehová acabará con la maldad. Sus propias cualidades son una garantía de que actuará contra los malvados, pues es recto y justo. Su Palabra escrita dice en Salmo 33:5: “El es amador de justicia y derecho”. Y en otro salmo se puede leer: “Su alma ciertamente odia a cualquiera que ama la violencia” (ver Salmo 11:5). Es evidente que Jehová, el Dios todopoderoso, que ama el derecho y la justicia, no tolerará para siempre aquello que odia.
Ahora mismo, le está dando a la gente mala la oportunidad de cambiar (ver registro del profeta Isaías 55:7). El ha dictado la sentencia definitiva contra este sistema de cosas actual… ¿Qué les sucederá a quienes no quieran cambiar y sigan apoyando a este decadente sistema de cosas actual, mientras llega la predicha gran tribulación (caos mundial definitivo), como la cual no ha sucedido jamás? Tal como se profetizó en la Biblia, con suficiente tiempo de anticipación, Jehová Dios ha prometido eliminar de la Tierra —en un tiempo ya cercano—, a las personas malvadas para siempre (ver Salmo 37:10).
Ellas tal vez crean que se librarán de su castigo. Muchas han aprendido a esconder lo que hacen, y parece que casi siempre logran evadir la justicia y las consecuencias de sus acciones (ver Job 21:7, 9). Pero la Biblia a todos recuerda lo siguiente: “Los ojos de Dios están sobre los caminos del hombre, y todos sus pasos él ve. No hay oscuridad ni una sombra profunda para que se oculten allí los que practican lo que es perjudicial” (ver Job 34:21, 22). Nadie se puede esconder del Dios verdadero Jehová y ningún impostor puede engañarlo. No hay lugar tan oscuro o escondido a donde no pueda llegar la visión ilimitada de Dios. Cuando termine el día de juicio venidero, muchos dirigirán la atención al lugar donde estaban los malvados, pero ya no estarán allí. Habrán desaparecido para siempre de acuerdo a la promesa de las Santas Escrituras (ver Salmo 37:12-15).
“Sólo un poco más de tiempo, y el inicuo (injusto, malo) ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la Tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Ver Salmo 37:10, 11).
Durante su ministerio en la Tierra, Jesucristo firmó la sentencia de muerte del Diablo y sus demonios. Cuando los discípulos de Jesús le contaron cómo habían expulsado demonios, él respondió: “Contemplaba yo a Satanás ya caído como un relámpago del cielo” (ver Lucas 10:18). Desde entonces, el Diablo sabe que su destrucción está muy próxima. Pronto, el Diablo dejará escapar su último suspiro. Pero ¿qué hay de quienes se niegan tercamente a cambiar su forma de vivir e insisten en hacer el mal?... Jehová Dios ha tolerado la maldad a fin de que todas las personas puedan ver sus tristes resultados. Pero no la tolerará por siempre (ver 2 Pedro 3:7-9).