El Domingo de Resurrección es el núcleo, la raíz y el fundamento de nuestra fe. Pablo lo dice así: “Si Cristo no hubiera resucitado sería vana nuestra fe”, expresó ayer el presbítero Federico Noh Euán, párroco de la iglesia de Santa Teresa de Calcuta.
La verdad más grande en la está cimentada nuestra fe es la resurrección y no solo por los milagros del Señor, sino porque es el Hijo de Dios y ha resucitado, pues venció a la muerte, añadió.
Dijo que no es lo mismo resucitar que revivir. Explicó que la diferencia es que el que revive, como Lázaro, muere de nuevo; en cambio, Jesús resucitó para vivir por siempre; a través de los discípulos tenemos la certeza de que Aquel que murió en la cruz hoy está vivo; ellos lo vieron y lo vieron después irse al cielo.
–Este hecho debe ser el núcleo de nuestra fe y nosotros debemos centrar nuestra vida en la resurrección anhelando esa vida que Nuestro Señor Jesús nos ha prometido, subrayó.
–Cuando acabe esta crisis por el Covid-19, muchas personas volverán a lo mismo de antes: a las bodas, a los 15 años, a los bautizos como un rito más; en lugar de ello debemos empezar a tomar en cuenta lo que significa ser bautizado, dar gracias por los cumpleaños, asumir la responsabilidad de ser un matrimonio para toda la vida, eso es resucitar, expresó.
Resucitar es cambiar
Recalcó que resucitar es cambiar, en serio, actitudes que son inconvenientes, tenemos que examinarnos por dentro para que en realidad mi vida se transforme.
–Jesucristo no revivió, no vino para ser el mismo, vino para demostrar que después de la muerte está la verdadera vida y entonces cambió totalmente a grado tal que ni sus discípulos lo reconocieron: era Él mismo pero totalmente nuevo. Así deberíamos ser nosotros lo mismo porque no vamos a cambiar de apariencia física pero sí con actitudes diferentes, no para hacer felices a los demás sino porque sabemos que tenemos la capacidad por la resurrección de Jesucristo de hacer las cosas distintas, señaló.
Invitó a todos a empezar esta tarea “pues el Señor es paciente, Él nos va a esperar; la que no espera es nuestra vida pues mientras más nos tardemos menos tiempo vamos a tener de ser verdaderamente nuevas creaturas. La resurrección del Señor no es únicamente una fiesta litúrgica, es la roca de nuestra fe que nos invita a resucitar todos los días para alcanzar la verdadera vida, finalizó.
(Elena Gómez)