Pilar Faller Menéndez
Una clara muestra de cómo una pandemia no respeta a las grandes potencias si éstas no toman las medidas precautorias necesarias, está ocurriendo en el país vecino de los Estados Unidos, que al día de hoy es el centro de esta arrasadora tragedia en el mundo. Ha sido declarado el país con mayores muertes por coronavirus en el planeta.
Ha rebasado la gravedad de países como Italia y España, al informar este lunes 13 de abril, el fallecimiento de 22,100 personas, así como 558 mil casos diagnosticados, según datos revelados por la Universidad Johns Hopkins, convirtiéndose en el nuevo epicentro mundial de la pandemia de coronavirus.
La mayoría de las 2 mil muertes diarias que se están registrando en estos últimos días, se han registrado principalmente en la ciudad de Nueva York, así como en sus alrededores, aunque hay expertos que consideran que la cifra puede ser mayor, ya que no han sido tomadas en cuenta en esta cifra, las muertes acaecidas en los hogares.
Después de un análisis llevado a cabo por especialistas en salud pública, analistas y epidemiólogos reconocieron cuatro razones por las cuales los estadounidenses se encuentran actualmente en esta desesperada situación: La Casa Blanca actuó con lentitud, situación por la cual ha sido duramente cuestionada, ya que de haber tomado medidas a tiempo hubiera podido salvar más vidas.
Fue hasta el 21 de enero que informaron el primer caso positivo de coronavirus, y pasados 10 días, el gobierno tomó la primera medida estricta al respecto, prohibiendo la entrada a cualquier extranjero que hubiera estado en China en los últimos 14 días, pero la medida fue aislada, ya que no se obligó a la ciudadanía a observar el distanciamiento social, hasta mediados de marzo, por lo que pasó un mes y medio entre el primer caso positivo, y el distanciamiento social…
Probablemente la costumbre de tener todo bajo control, como suele ocurrirle a las grandes potencias, llevó a su presidente, que no se distingue precisamente por prudente ni inteligente, a atreverse a comparar el Covid-19 con una especie de gripe y asegurar que éste pasaría con las altas temperaturas, insistiendo que todo se encontraba bajo control. Ante lo que ya no se puede tapar con un dedo, Trump declaró que quería evitar alarmar a la población y ser optimista, lo que claramente no ayudó, sino que perjudicó, a pesar de que muchos funcionarios y expertos conminaron al presidente a tomar medidas más agresivas desde finales de febrero.
Sumado a la lentitud de las medidas preventivas, Estados Unidos también tuvo problemas con las pruebas para detectar el Covid-19, ya que éstas resultaron defectuosas, por lo que fue necesario adquirir nuevas, además de que el acceso a éstas fue limitado al igual que el panorama real de la propagación de esta enfermedad. “Gran parte de la culpa de la situación se debe al retraso en las pruebas en Estados Unidos. Estábamos al margen, viendo cómo la pandemia se desarrollaba, sin capacidad para hacer tests e identificar casos antes. Y eso resultó en la propagación masiva de Covid-19 por todo Estados Unidos”, declaró Thomas Tsai, cirujano e investigador de políticas de salud de Harvard.
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) decidieron ser los fabricantes de las pruebas de detección del virus y como declarara Krys Johnson, profesora de Epidemiología de la Universidad de Temple, a mediados de marzo, “El resultado fue que cuando comenzaron a enviar los kits de las pruebas a los estados se encontró que no funcionaban bien, estaban defectuosos y tuvieron que cambiarlos. Fue un proceso que demoró y, por tanto, gran parte de los estados no pudo comenzar a hacer estas pruebas hasta hace muy poco”. Aunado a esto, el protocolo era enviar las muestras de quienes pudiesen estar contagiados a través de correo postal a la sede de los CDC en Atlanta, ya que ellos eran los únicos que tenían autorización para realizar las pruebas.
Si tomamos en cuenta la logística “ilógica”, esto dio lugar a que el número de pruebas creciera descomunalmente, por lo que en los últimos siete días, Estados Unidos ha realizado aproximadamente 147,000 pruebas diarias. La cobertura sanitaria gubernamental es deficiente, y millones de estadounidenses no tienen ningún tipo de seguro médico, a lo que hay que añadir que el gran número de indocumentados (11 millones aproximadamente) evita recibir asistencia médica por el miedo de ser deportado.
Los 50 estados que conforman esta nación no actuaron coordinadamente, por lo que puede palparse los diferentes escenarios en cada uno de ellos. Ante la falta de medidas implementadas por la Casa Blanca, muchos gobernadores tomaron las propias, algunos se adelantaron al contagio masivo, declarando estado de alarma, y otros decidieron hacer caso omiso, por lo cual puede verse el exitoso caso de California en donde han ocurrido 330 muertes, de las 22,000 registradas en el país.
Nueva York ha sufrido el peor embate de esta pandemia, ya que hasta el 13 de abril, registra 180,000 casos de los 530,000 en el país. El gobernador Andrew Cuomo dijo que el número de muertes estaba estabilizándose y que lo peor había pasado, a pesar de estar registrando 783 muertes diarias. ¿Cómo puede decirse que lo peor ha pasado?
Estos datos que aquí se presentan, fueron tomados de la BBC, y la intención lejos de sembrar pánico, es conocer que las medidas preventivas pueden salvarnos de desastres como el que hoy está viviendo Estados Unidos. No hemos terminado aún y debemos continuar en contingencia, ya que todavía no se ha decretado la fase tres. Mantener la cordura nos hará permanecer en nuestras casas, todos queremos salir de esta contingencia con el menor número de muertes posibles.