Doña Flor Monforte Peniche, conocida confeccionista de Sucilá, Yucatán, y miembro activo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día Distrito Tizimín, ante la falta de cubrebocas en esta población durante la contingencia sanitaria por el COVID-19, se ha dedicado a fabricarlos al igual que trajes enteros para los médicos y niños del hospital; todo esto de forma altruista.
Doña “Flore” comentó que ella lleva más de 20 años dedicándose a confeccionar una variedad de trajes, sin embargo, ante la contingencia el trabajo de costura que le solicitaban por sus clientes, entre ellos sus hermanos de la Iglesia, bajó demasiado, pero a cambio ahora se dedica a fabricar cubrebocas y trajes enteros que son utilizados para prevenirse del COVID-19.
“En la farmacia del pueblo no contaban con cubre-bocas para comercializar y eso me preocupó mucho, por eso me di a la tarea de confeccionarlos y surtirle a este establecimiento, fue muy difícil conseguir el material, como el elástico y las telas porque todas las tiendas que surten ya estaban cerradas; me dio un poco de trabajo pero logré conseguirlo, los empecé a confeccionar para surtir a la farmacia, los doy a un bajo costo para que la gente pueda adquirirlo porque la economía no está muy bien, yo sólo recupero lo invierto en la compra del material”, platicó.
“De igual manera un día el doctor me comentó que necesitaba trajes para protegerse, quería tela que fuera como plástico, tratamos de conseguirla pero no se encontró porque los comercios donde se vende ya estaban cerrados, entonces se me ocurrió que lo único que teníamos a la mano fueron bolsas de plástico transparente (sirven para basura) diseñé uno y se lo mostré al doctor y le pareció bien, dijo que sí funcionaba aunque no sea el material correcto, pero fue lo que se tenía al alcance. Por eso tratamos de conseguir más bolsas para confeccionar otros; cada traje me lleva seis bolsas grandes plástico, en realidad no sé a qué hospital vaya, yo se lo entrego al doctor de esta población”, afirmó.
“El costo al que ofrezco los cubre-bocas es muy bajo, sólo para recuperar lo que es el material, da mucho trabajo conseguirlo y en el pueblo no contamos con eso, la demanda es mucha, la gente ya no puede salir sin eso, entonces estamos haciendo entre 10 a 150 al día, es muy gratificante este trabajo y saber lo que uno hace sirve para algo, uno puede ser de gran utilidad como lo está pasando en este tiempo de contingencia”, finalizó.
Por Raquel Margarita Huerta