Yucatán

Aspectos que no hemos resuelto y que pueden ser letales durante la fase crítica de la epidemia del COVID-19

Jorge A. Franco Cáceres

Los yucatecos tienen que entender que una crisis sanitaria general no se enfrenta con miedo populista y pánico social, como pretenden hasta hoy las oposiciones partidistas y las fuerzas reaccionarias, sino con organización social y acción solidaria.

Se trata de dos aspectos que no se han atendido a plenitud por culpa de las incapacidades programáticas y organizativas de los poderes estatales y los gobiernos municipales. Son aspectos que, dígase lo que se diga en sentido contrario, pueden ser perjudiciales o, incluso, letales durante la fase crítica de la epidemia del COVID-19.

A pesar del miedo populista que las oposiciones reactivas les infunden o el pánico social que les ocasionan los editoriales alarmistas, los yucatecos deben saber bien que no hay modo de evitar el arribo de la fase crítica de la epidemia del nuevo coronavirus. Sin embargo, la buena noticia para ellos es que sí hay forma de detener el impacto general del contagio comunitario y así evitar la propagación masiva.

Con honrosas excepciones asiáticas, nadie en el mundo occidental: Estados Unidos, Alemania, Francia, etc., ha logrado suprimir la epidemia del COVID-19, pues para conseguirlo se requieren dos cosas que no tienen: 1) niveles extraordinarios de coordinación y financiamiento por parte de los sectores del país, y 2) niveles extraordinarios de confianza social y cooperación popular y ciudadana. Noam Chomsky afirma que carecer de estas dos capacidades juntas dentro del neoliberalismo, ha sido la causa de la gravedad mundial alcanzada por la epidemia.

Aunque hay incidentes de propagación masiva en China, Italia, España, Estados Unidos, Ecuador, etc., se sabe que el nuevo coronavirus procede a partir de viajeros al extranjero que infectan a grupos de familiares, grupos de amigos y grupos de colegas y empleados. También se sabe con certeza que el contagio comunitario a partir de los grupos señalados puede contenerse a partir de la identificación oportuna de casos, acción que es indispensable para detener los brotes discretos y proceder al rastreo de contactos.

¿Qué hacer, entonces, en Yucatán para detener los brotes discretos y proceder al rastreo de contactos para detener el impacto del contagio comunitario y así evitar la propagación masiva?

Los yucatecos deben convencerse de que tienen que permanecer en sus casas, y las autoridades sanitarias deben multiplicarse para implementar sistemas hospitalarios que sean eficientes para aislar a los infectados y cuidarlos fuera de los hogares.

La restricción a los viajes debe imponerse, la utilización de cubrebocas debe generalizarse, la sana distancia debe garantizarse, la adquisición de respiradores debe acelerarse, los problemas de contagios debido a las pruebas deben impedirse y la integración de brigadas voluntarias debe propiciarse.

La integración de brigadas de voluntarios para asistir a la población vulnerable y respaldar a las familias del personal especializado ha sido determinante de la contención de la epidemia en los países asiáticos. Enviar a todo el mundo a esconderse, quedándose solamente con los médicos y los policías para enfrentar la crisis del COVID-19, no es la fórmula exitosa de China, Corea, Singapur, etc.

No están muy acostumbrados los yucatecos a fórmulas participativas –mediante organización social y acción solidaria dependientes de voluntariados populares y ciudadanos–, ante crisis sanitarias, climáticas, etc. Se han acostumbrado a ser dóciles ante poderes y gobiernos que apuestan a que se atienda lo que se pueda con repartos de dinero público, y lo que no se pueda atender se deje a la bendición divina. Desde luego no puede procederse así en el caso de una epidemia que puede ser letal como el COVID-19.

El gobierno yucateco realiza sesiones informativas de los avances oficiales contra la pandemia, pocas veces las preside el gobernador Mauricio Vila y menos la Secretaria General de Gobierno, María Fritz Sierra –quien se ha declarado enferma por el nuevo coronavirus, y un pequeño puñado de funcionarios sanitarios. Sin lugar a dudas esto evidencia que hay temores entre las autoridades y los representantes que les impiden asumir con firmeza el liderazgo para enfrentar la crisis.

Pocos analistas independientes opinan sobre lo que procede hacer en términos de organización social y acción solidaria para evitar el contagio comunitario y la propagación masiva del nuevo coronavirus. Esto sucede a pesar de que los poderes estatales y los gobiernos municipales no parecen entender que se requiere de las brigadas de voluntarios para ayudar a salvar vidas y asegurar la sobrevivencia popular en la fase que se avecina.

Hoy no es momentos de hablar en Yucatán de garantías empresariales, ni de acciones bursátiles, ni de campañas partidistas, ni de intrigas golpistas, sino de entender que hay que detener de modo organizado e inteligente la transmisión del COVID-19 entre ciudades y pueblos yucatecos y detenerla también dentro de ellos.