Roldán Peniche Barrera
Por cierto, una vez que nos hubo narrado diversas anécdotas nuestro informante el Abog. Carlos Góngora, se puso a recordar, siempre aludiendo al gobernador Novelo Torres (1942-1946) que por aquellos años, Carlos Paredes Echazarreta (a) “El Poeta” Paredes, viejo amigo aficionado al arte poético, quien tuvo alguna vez un enfrentamiento con el Lic. Manuel Pasos Peniche, escribió un libro cuya edición se agotó rápidamente y hoy no es posible encontrar ningún ejemplar ni con los libreros de viejo.
Dicho libro fue titulado por su autor “Tres símbolos”, y dichos símbolos eran -según nuestro informante- el gobernador Novelo, su distinguida esposa doña Candita Serrano y alguien más, cuyo nombre, por alguna razón no pudo recordar el Abog. Góngora.
Nosotros conocimos y tratamos muchas veces al “Poeta” Paredes, el cual siempre rechazó la poesía moderna y se sentía más cómodo en la clásica, en especial en el soneto. Por la calle era común verlo -a veces sin camisa y sólo con camiseta debido al insoportable calor de mayo. Se andaba por la Plaza Grande y por los parques y gustaba de acudir a los cafés y centros de reunión. Era una suerte de cronista oral de la ciudad, pues se sabía de memoria la vida y milagros de todos los meridanos. Guardaba amistad con gobernadores y otros políticos pero tuvo algunos enfrentamientos, como ocurrió con Carlos Loret de Mola, quien en un rapto de rabia lo sacó del Estado.
Tipos impopulares de Yucatán
Léase bien:
Hemos dicho “impopulares” queriendo decir “groseros”, “antipáticos”, “vulgares” sin una pizca de gracia, malvados, sucios, greñudos, odiados por los ciudadanos. Y no “populares” que no es lo mismo.
Y al decir populares nos estamos refiriendo a los “Pichorras”, los “Vates” Correa y otros simpáticos, sonrientes, agradables individuos que no sólo simpatizan al pueblo sino que los festejan y los traen de aquí para allá entre halagos, gritos de entusiasmo y hasta los quieren convertir en gobernadores…
Primero lo primero: los populares
Quede advertido el lector de que aludimos a los que veíamos con frecuencia, eran del rumbo de Santiago, caían bien y eran la diversión del pueblo. Ofreceremos un ejemplo, aunque advertimos que no a todos los conocimos por la diferencia de edades o porque ya habían fallecido:
Patuchín
Suena fuerte el nombre pero nada de fuerte tenía. Lo conocimos cuando éramos pequeños: todas las tardes a eso de las 6 veíasele pasar por nuestras calles: hombre con una barba un tanto crecida, ya venía un poco demasiado ebrio, diciendo y repitiendo sandeces pero sin nunca pronunciar una palabrota. Respetada a las damas y a los adultos mayores. Su colorado rostro mostraba la huella de su diario beber. Como éramos pequeños, nunca nos atrevimos a dirigirle la palabra. Y una tarde, como lo que “el viento se llevó”, ya no lo vimos más.
Pancho Villa
Popular entre la tropa, aunque no tenía nada de militar y se conformaba con recorrer las calles ofreciendo componer ollas y sartenes por bajo precio. Era un gigante (o casi) coreano que no reía nunca y no gustaba de ser llamado Pancho Villa que, claro, no era su nombre propio. Sus rumbos eran los de Santiago, y cuando le conocimos ya era todo un señor, pero, desde luego, poco aficionado al jiu jitsu. Un día desapareció del barrio ¿Habrá retornado a Corea? ¿O nosotros fuimos quienes nos alejamos de la tierra?
(Continuará mañana)