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Yucatán

Dan su vida por los otros

VALLADOLID, Yucatán, 12 de mayo.- Las vemos ocupadas, preocupadas, atentas, serviciales y entregadas; muchas veces las juzgamos equivocadamente y no entendemos que son seres humanos que sienten y viven situaciones cotidianas; las llamamos enfermeras y desconocemos su lucha diaria por realizar su trabajo.

Hoy hablaremos de algunas de ellas como lo es Adriana del Rosario Castillo Bojórquez, quien ingresó a la Secretaría de Salud en junio del 2008. Dijo que empezó trabajando en el INEA y cuidaba a personas de la tercera edad a domicilio; eligió esta carrera de enfermería porque desde pequeña le gustaba mucho ayudar, cuidar y proteger de las personas adultas y a los bebes. Desde muy pequeña veía a los doctores y enfermeras con una gran admiración, los veía como sus ídolos, como las personas que algún día en ellas se iba a reflejar y ser como ellas, y aquí está trabajando en lo que le gusta y siente lo que siempre quiso, ser un personal de salud. Hay momentos muy gratificante en su área laboral; por parte del familiar y del mismo paciente cuando le dan las gracias, la felicitan y le dicen que su trato para con ellos fue muy ameno y muy reconfortable y eso le llena demasiado. Expresó que los momentos no gratos que se viven es el tener que reconfortar a algún familiar en el lecho de muerte de algún familiar sin tener éxito, puesto que el dolor es inmenso y no hay alivio para gran pérdida que se siente.

En estos momentos de laborar en esta época de la pandemia, como todas las familias hay miedo e incertidumbre de lo que vaya a pasar, miedo al contagio, miedo a contagiar a mi familia que tanto amo, miedo a perder la vida; es difícil pues viaja y se traslada de Mérida para venir a trabajar aquí en Valladolid, al hospital dejando a su familia; exponiéndose, dando su vida por otros. Lo único que espera es que la gente valore el trabajo no sólo de ella, sino el trabajo de todo el personal de salud que día a día se expone, que día a día trabaja por cuidar la salud de todos y está expuesto a miles de enfermedades; por eso pide que ayuda, que sean respetados, que apoyemos para salir de esta pandemia y que la manera más idónea que todos ayudaran es protegiéndolos de toda agresión. Actualmente, tiene 12 años laborando en el Hospital General de Valladolid.

Con el carisma y la amabilidad que la caracteriza, la Lic. en Enfermería Alejandrina Alvarez nos contó parte de su desempeño profesional.

De principio comentó que su deseo de estudiar enfermería radica de primera instancia por su familia; ya que observaba que su madre y sus hermanas y hermanos mayores curaban con esmero alguna herida que alguno de ellos, sobre todo los menores solían tener; imagínense tener una familia numerosa. Pues eran 11 hermanos.

A su corta edad estaba en primera fila observando el procedimiento y siendo la asistente, que han sido recuerdos tan bellos.

No olvida que antes de finalizar mi secundaria, las escuelas y universidades de enfermería estaban en la capital, así que empecé a preparar el terreno con sus padres para que la dejaran irse a estudiar en Mérida, ya que era menor de edad y pues era algo difícil de salir de casa, pero ya en términos de estar finalizando se abre el CONALEP en Valladolid. Su salvación, y se fue con sus padres a inscribirse en el año de 1981! Así que orgullosamente fue la primera generación y en la carrera de profesional Técnico en Enfermería General, en donde tuvo maravillosos docentes de todas las profesiones. Mencionaré sólo algunos de ellos. El Dr. Miguel Angel Puga Pech, Dr. Javier Navarrete Galera (+), la Dra. María Elena Alvarez, la enfermera María Elena Ramírez, entre otras bellas personas.

En esos tiempos hacían sus prácticas en diferentes lugares, en las comunidades cercanas, en los hospitales generales de Valladolid de la SSY y del IMSS de la ciudad de Motul. Mencionó que su servicio social fue en dos vertientes, ya que tuvo el privilegio de estar en la bella comunidad de Tekal de Venegas y sus otros 6 meses en el Hospital Regional del IMSS de Izamal, lugares que le han marcado su vida en diferentes contextos; ya que para esa época tenía que irse en el tren a las 3 am para llegar a las 6 am. A Izamal, su hermana Estrellita y sus padres la llevaba, ocasionalmente cuando por sus corazones bondadosos la llevaban en el carro con mis cajas de despensa.

Lo único que recuerda negativo durante su servicio social fue que en esa época, 1984, la gente no tenía confianza en las vacunas. Y sus primeros 6 meses de campo eran ahí con la comunidad y entonces había ocasiones que pedir apoyo a las autoridades de la comunidad para que les permitieran poner vacunas; sobre todo cuando había algún brote de alguna enfermedad, por ejemplo varicela, tétanos y neonatal, ya que las mujeres embarazadas no todas tenían la vacuna de Toxoide Tetanico y es triste que en ocasiones tenían que intentar llegar a la comunidad de diversas formas, idealmente era sensibilizarlos y capacitarlas, la mayoría afortunadamente las escuchaba y les permitía cuidar su salud.

En el hospital durante sus otros 6 meses del servicio social fueron gratificantes, ya que estaban en actividades del turno nocturno, en donde pidió la oportunidad de estar y ahí estuvo cubriendo jornadas nocturnas desde actividades de auxiliar y de general y después de 2 meses le dieron la oportunidad de cubrir a las diferentes compañeras, y hasta la supervisora y jefa del turno nocturno dijo que les cubría sus vacaciones e incidencias y se sentía súper emocionada y agradecida con la confianza. Y por las mañanas salía en el grupo GACO. Rumbo a seguirle en actividades de Detecciones en la búsqueda de pacientes probables de dengue, paludismo, cáncer, haciendo papanicolau en la hamaca o en el piso con un cobertor en donde se acostaba la paciente. Vaya que las recuerda y le hacen sonreír, lo que les sobra en enfermería es la actitud positiva.

Durante su tiempo de estudiante de la carrera también fue docente del INEA, allá le dieron todos los insumos para dar clases a los adultos, manifestando que de verdad que fue gratificante lograr que todos los estudiantes mayores de edad rebasaran los objetivos, leer, escribir, hacer poemas, cantar. Y tan agradecidos que después de las clases siempre compartían algún alimento o postre.

Comentó que estaba finalizando su servicio social y la invitaron a presentar examen para cubrir una vacante de Inspector (a) de Seguridad e Higiene Industrial en la CFE en Planta Termoeléctrica “Felipe Carrillo Puerto” de Valladolid, lo cual también fue una experiencia maravillosa atender a los trabajadores, realizando procedimientos inherentes a su profesión. Ya para ello tuvo la dicha de ser invitada para dar clases en mi Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica en el Estado de Yucatán, Conalep-Valladolid y es ahí donde la invitan a dar clases ya que la maestra titular, iniciando con las clases de Enfermería Médico Quirúrgica, en donde en esa época algunas asignaturas se realizaban en dúo, la parte teórica la impartió con un excelente doctor, Roque Sánchez Lanz, a quien admira y respeta muchísimo.

Es ahí cuando inicia la docencia y se inscribe en el mismo colegio para tomar el Curso de Introducción Docente en el año 1985.

Durante esas fechas ha continuado trabajando en todas las generaciones. En ellas las únicas tristezas que ha tenido es cuando falleció una de sus alumnas y un docente muy querido. Se ha sentido muy afortunada de ver cómo ha evolucionado la carrera de enfermería y por otro lado también a partir del 1 de diciembre de 1987 inició su práctica profesional de enfermería, estuvo más de un año en el Hospital General “Agustín O’Horán” de Mérida, en los servicios donde más estuvo trabajando fue en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales y de Adultos. En esa época no había tanto personal de enfermería en los servicios y se entretenían en toda la jornada atendiendo 35 pacientes (una enfermera general y una auxiliar que nos apoyaba) y todos estaban en armonía trabajando, andando de un lado a otro. Y cuando se daban cuenta ya era hora de salir; esas fechas una enfermera o enfermero atendían más de 30 pacientes.

A inicios de 1988, una enfermera la localiza en la cual le pide que hicieran una permuta y la verdad ya se había adaptado.

La historia no termina aquí, casi no que apenas inicia, pero por ahora sólo pide: ¡Quédense en casa!

(Ariel Sánchez Gómez)

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