SAN IGNACIO TESIP, comisaría de Mérida.– Doña Celedonia Xol Chi, la mestiza más viejita de esta comunidad, cumplió 105 años de vida. Sentada en su silla de ruedas y bajo la sombra de un árbol en el patio de su casa, estuvo rodeada de sus hijos Casimiro, Generosa y Alejandro.
También la felicitaron sus nueras, nietos y algunos bisnietos que compartieron con ella un delicioso pastel que le envió el POR ESTO!, así como una sabrosa cochinita que preparó su familia para ella.
Sus hijos y demás familiares le cantaron las mañanitas y le aplaudieron, al tiempo que agradecían a Dios por permitirles tenerla aún con ellos, y en forma de broma le decían: “Préstanosla otros cien años, Señor”. Y todos soltaron la carcajada. Todos guardaron la sana distancia.
Celedonia disfrutaba el momento porque sabía bien que era su fiesta, su cumpleaños número 105, y se apoyó en sus hijos para apagar las velitas del pastel y jaló el plato para darle una mordida.
De pronto empezó a hablar en maya:
–Ahorita que estaba dormida en mi hamaca soñé que andaba con mi esposo en el gremio de Bécal, en Campeche, ya había tomado mi atole de masa y estaba comiendo cham cham (comida regional hecha con masa con puerco, cebollina, epazote y recado rojo), dijo esta abuelita de 18 nietos, 31 bisnietos y 17 tataranietos.
Aficionada a los gremios
Por su parte, doña Generosa dijo:
–Mi mamá siempre fue muy alegre, le gustaban los gremios, las corridas, se iba a Chumayel, a Teabo, a Bécal, Campeche, Tizimín, Halachó, Izamal; iba cada año porque mi papá no tomaba y era muy buen padre; lástima que lo perdimos cuando tenía 42 años de edad; se quedó ella sola y nunca se volvió a juntar, siempre estuvo con nosotros, toda su vida fue campesino y nos alimentó con lo que ella misma sembraba y cosechaba”.
Celedonia no habla español, sus ojitos se han con el paso de los años, parecen cansados, y su sentido del oído se ha debilitado; sin embargo, no padece ninguna enfermedad, afirman sus hijos.
–No está enferma de nada, no tiene colesterol, triglicéridos, no padece de la presión, no es diabética, no tiene dolor de cabeza ni ninguna otra cosa; a mí me duele mucho la cabeza y me dice: “cómo dices que te duele la cabeza, a mí no me duele y eres más chica que yo”, añade la hija.
Luego de unos minutos la primera en recibir su plato con cuatro tacos de cochinita fue doña Celedonia, pues al fin y al cabo es la festejada.
–Primero ella, dice su nuera María Elena Paredes Ciau, esposa de Alejandro.
Doña Celedonia se comió sus cuatro tacos y se tomó su refresco; luego de un rato pidió que la regresaran a su hamaca, no sin antes tomarse la foto del recuerdo con todos los ahí presentes.
–Queremos agradecer al POR ESTO! por el pastel y por apoyarnos con estos recuerdos que a través del periódico conservaremos porque no todos son bendecidos como nosotros de tener a nuestra madre con 105 años y ojalá sean otros añitos más, señalaron los familiares de doña Celedonia.
(Texto y fotos José Luis Díaz Pérez)