En el 170º aniversario de su natalicio (1850-2020)
Es muy atrevido poner como parte del título de este artículo, dramática “profecía”. Si bien es muy osado, al unísono tal vez muy necesario para dar a conocer la visión de este gran personaje. Un maestro –en toda la extensión de la palabra– y olvidado Benemérito de la Educación Pública del Estado de Yucatán: el profesor Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña.
Para esto, puntualizo la concepción futura del conocimiento y del quehacer científicos. Esto es, de lo que aún no ha pasado, se puede visualizar cómo y cuándo pasará. Es posible, cuando se le da seguimiento al comportamiento de un fenómeno. Por lo tanto, no me refiero a la visión futura a la usanza de las profecías, predicciones acientíficas, premoniciones, ni presagios del médico francés y supuesto adivino Nôtre-Dame, también llamado Nostradame y latinizado Nostradamus (1503-1566), conocido por su libro Propheties (vocablo galo que significa “Profecías”), el cual se publicó por vez primera en 1555. Basta con leer el título, para saber el contenido de esta obra.
La diferencia entre las predicciones científicas y las profecías (predicciones acientíficas, premoniciones o presagios) a continuación se explica. Mientras en las primeras -como dije en un principio- visualizan el futuro con base en la observación del comportamiento de los fenómenos, en las segundas, la visión futura se da a través de supuestos dones sobrenaturales de inspiración divina.
Definitivamente, Rodolfo Menéndez fue un predictor científico y no un profeta. El título dado al artículo, tan sólo fue para atrapar al lector y espero haberlo conseguido. Rudolphus (Rodolfo latinizado) se basaba en la ciencia, Nostradamus, en supuesto don divino sobrenatural. Por lo tanto, diremos que el título más adecuado debe ser “la dramática predicción científica de Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña”.
Es oportuno hacer esta mención predictiva, puesto que vivimos una pandemia de COVID-19, cuya etiología (causa) es el coronavirus SARS-CoV-2, cuyos estragos son más fuertes en pacientes con síndrome metabólico, aparte de otras enfermedades que pudiesen padecer: cáncer, VIH, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), entre otras. En este sentido, el COVID-19 está afectando más a los individuos de la tercera edad, no por el hecho cuantitativo de los años, sino por lo cualitativo que prevalece en este grupo etario: las involuciones provocadas por su actividad física insuficiente y su mala nutrición.
La actividad física insuficiente (conocida, también, como sedentarismo) y la mala nutrición, desencadenan el síndrome metabólico; esto es, obesidad con sus comorbilidades; un cortejo patológico integrado por: a. diabetes mellitus tipo 2 (azúcar sanguíneo alto); b. dislipidemias (alteración de los lípidos o grasas en la sangre): b.1 hipercolesterolemia (colesterol sanguíneo alto) y b. 2 hipertrigliceridemia (triglicéridos sanguíneos altos); y c. hipertensión arterial (presión aumentada de las arterias por su falta de elasticidad, al paso de la sangre impulsada por el bombeo del corazón). Estas condiciones dan paso a otras complicaciones que conducen a desenlaces fatales.
Si bien el tiempo produce un proceso degenerativo en los tejidos corporales, la añadidura de un año a los demás años no significa pronto deterioro. El estilo de vida no saludable da saltos más rápidos para el paso de los cambios cuantitativos a cualitativos mórbidos. Como evidencia se ha establecido la edad cronológica Vs. la edad metabólica. La edad cronológica es aquella que se basa en los años que se han vivido a partir del nacimiento. La edad metabólica es aquella que se basa en el funcionamiento del cuerpo, tomando en cuenta su metabolismo (conjunto de reacciones químicas del organismo). Estas edades hacen la diferencia entre dos personas nacidas en el mismo año. Una que ha mantenido hábitos de vida saludables, contra la otra que no los ha adquirido. En este sentido, un individuo de 80 años, puede tener una edad metabólica de 60 y uno de 30 años puede tener una edad metabólica de 50.
Pero, ¿dónde está la predicción científica de don Rodulfum? En muchas partes de su obra; en su mayoría, contenida en su revista pedagógica La Escuela Primaria, la cual editó -con su propio pecunio- por espacio de casi veintiún años (del 16 de septiembre de 1886 al 15 de marzo de 1907).
A continuación expongo -de manera textual- su artículo publicado en dicha revista el 1 de mayo de 1892, correspondiente al año VI, número 16, p. 253. Conservando la gramática de la época, a la letra dice:
En las escuelas primarias y establecimientos de enseñanza secundaria se presta débil atención á los ejercicios de gimnástica aplicada. Olvidamos el ejemplo de la Grecia. Las Universidades son semilleros de futuros enfermos. No educamos, no preparamos ni fortalecemos el cuerpo para la lucha de la vida. Un buen profesor de gimnástica llena funciones médicas de la más alta importancia. El ejercicio racional es la gran medicina de la naturaleza. Acordémonos de lo que pasaba en nuestras escuelas. Poco ó nada de educación física y mucho recargo de educación intelectual. No se comprende como todavía, en las escuelas primarias de América Latina, no sea obligatoria la educación física o sea la enseñanza de la Gimnástica o de la Calistenia, según la categoría y condiciones de los establecimientos de educación.
En toda ley de enseñanza pública, debería estar entre las asignaturas de obligación la que tiene por objeto el desarrollo armónico de las fuerzas, y la salud y la higiene del hombre.
Sin educación física, la obra de la enseñanza resulta incompleta y deficiente. La escuela pedagógica alemana tiene por máxima fundamental: “Formemos primero el cuerpo, alojamiento del alma, y después eduquemos ésta integralmente”. Hagamos ambas cosas simultáneamente, si es que así se estima mejor; pero hagámoslo: no echemos en olvido la educación armónica del cuerpo, tan importante como la del espíritu.
El profesor Rodolfo Menéndez, al estar en comunicación con Europa -lugar donde le daban y le dan mucha importancia a la educación física- sabía con certeza que el movimiento promovido en clases ex profeso, por el profesional de la educación física, no tan sólo era y es de suma importancia, sino imprescindible para la formación del individuo y, así, tener adultos sanos y más resistentes a los siempre amenazantes procesos patológicos de cualquier etiología (causa). Por eso dijo: “en toda ley de enseñanza pública, debería estar entre las asignaturas de obligación la que tiene por objeto el desarrollo armónico de las fuerzas, y la salud y la higiene del hombre”.
En cuanto al ejercicio racional (aquel que se realiza conforme a la razón o entendimiento), que menciona, es lo que ahora se denomina ejercicio moderado o de intensidad moderada (que no se hace en exceso). Este ejercicio, entonces, es el que no se realiza en demasía, puesto que la razón así lo considera; asimismo, es el que se prescribe para mantenerse saludable. El ejercicio de intensidad débil (lenta) en poco beneficia y el ejercicio de intensidad vigorosa (rápida) causa daño. Esto quiere decir, que desde los ayeres de D. Rodolfo, se sugiere una prescripción del ejercicio por un profesional del mismo.
Y ha sido tanto su adelanto en este planteamiento, que, en la actualidad, las autoridades no han entendido estas palabras; todavía no consideran a este profesional de la educación física como un trascendental profesor para la formación del individuo. Se siguen otorgando, a cuenta gotas, las horas correspondientes a la educación física, aludiendo que no hay presupuesto. ¿No hay presupuesto para la salud y la prevención de ésta? La profilaxis en la salud en general, y en particular en la denominada rama médica salud pública, radica -en gran parte- en la educación. La educación física recae en el terreno de la prevención. La educación física previene, la medicina curativa repara daños. La medicina preventiva (con gran carga educativa) evita que ocurran los eventos patológicos. La medicina curativa es un taller de atención de los desperfectos, a manera de un taller automotor. Y sabiamente, D. Rodolfo, aseguró que “Un buen profesor de gimnástica llena funciones médicas de la más alta importancia”, lógicamente, refiriéndose a la visión preventiva de la medicina.
Rodolfo Menéndez tenía en cuenta el pasado de la actividad física suficiente y, al ver su presente en torno a ésta, pudo predecir científicamente las funestas consecuencias de los que se ubican en la actividad física insuficiente, como se puede apreciar en su artículo publicado en La Escuela Primaria el 15 de febrero de 1898, correspondiente al año XII, número 11, página 88.
La importancia de la gimnástica se está reconociendo en la actualidad en todas partes del mundo. Ahora más que nunca se trata de penetrar la verdad trascendental del sabio aforismo: mens sana in corpore sano, porque hoy se ha comprendido que la decadencia y debilidad de muchas naciones se debe en gran parte á la decadencia y debilidad de sus individuos. Por estas razones, nosotros aconsejaríamos que se estableciese dicha clase en todos los establecimientos de enseñanza del Estado.
Cuando dice, en el texto anterior, que esa decadencia y debilidad de muchas naciones se debe en gran parte a la decadencia y debilidad de sus individuos, ¿podemos considerar este exceso de tejido graso de la población yucateca, como una decadencia del Homo sapiens? Si lo aceptamos así, para combatir este estado mórbido, solamente podemos transitar la vida recorriendo dos caminos: a. la actividad física suficiente y b. la adecuada nutrición. Los dos sencillos pilares que hicieron posible la evolución del primate al Homo sapiens y que nos negamos a hacer, para ir en reversa a favor de la involución.
Con base en esto, pregunto a la H. Cámara de Diputados, ¿cuándo reconocerá que el profesor Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña tiene el título vigente de Benemérito de la Educación Pública del Estado de Yucatán, otorgado por la XXXI Legislatura Constitucional de la H. Cámara de Diputados en sesión de 27 de marzo de 1930? (Diario Oficial del Gobierno Socialista del Estado, 2 de abril de 1930, año XXXIII, número 9822, página 2). ¿Cuándo lo denominarán Precursor de la Educación Física, con base en las pruebas aportadas?
Tal vez no lo quieren reconocer, porque de hacerlo, aceptarían que la educación es la parte preventiva de la medicina (formación dual cuerpo-intelecto), como don Rodolfo mismo dijo: “Formemos primero el cuerpo, alojamiento del alma, y después eduquemos ésta integralmente”.
Y bien vale la pena leer y releer el artículo (por no decir toda su obra) para ver mucho más y reflexionar en torno a esto. Y, después, preguntarnos, ¿por qué no ha cambiado la educación en torno a la educación física? Al respecto, desde 1886 Rodolfo Menéndez dijo: “No se comprende cómo todavía, en las escuelas primarias de América Latina, no sea obligatoria la educación física o sea la enseñanza de la Gimnástica o de la Calistenia, según la categoría y condiciones de los establecimientos de educación”. ¿Ya ha cambiado esto de manera generalizada? Pese a que agrega: “aconsejaríamos que se estableciese dicha clase en todos los establecimientos de enseñanza del Estado”, en la actualidad no todas las escuelas de la entidad cuentan con un educador físico y cuando lo tienen, carece del número de horas que deberían tener los educandos.
A todo esto, se agrega la frase que publica en otro artículo: “Puede considerarse incompleta una Ley de Instrucción pública en la que no se asigne á la educación física el lugar que le corresponde (…)” (La Escuela Primaria, 15 de febrero de 1898, año XII, número 22, página 88). Esta frase, que también es una predicción científica, viene a redundar todo lo planteado, porque ante la inconstitucionalidad de la educación (que no cumple a ciencia cabal el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos), es una causa de que exista obesidad en Yucatán (sobre todo en la niñez). En la Carta Magna, artículo 3º párrafo tercero, dice: “La educación (…) tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano (…); y pregunto de nuevo, ¿se está cumpliendo con esta armonía?
Claro, la alimentación es otra causa agudizada por los alimentos “chatarra” (por todos conocidos) que se venden sin control y sin que nadie haya impedido o regulado esta compraventa, que sería motivo de otro artículo. Como adelanto, basta poner sobre la mesa dos preguntas con sus respectivas respuestas (mezcladas con otras dos que se refieren al movimiento), obtenidas de su artículo publicado en la Escuela Primaria el 15 de mayo de 1892, correspondiente al año VI, número 17, página 268, agregando letra negrita:
“¿Cómo fortalecerás tu cuerpo? ?Conservando su salud y desarrollando armoniosamente todas sus formas y fuerzas. ¿Cómo se conserva la salud? ?Bañando el cuerpo en agua, en luz y en aires puros y nutriéndolo con una alimentación sana y sobria. ¿Qué debilita más el cuerpo? –(…) el abuso de bebidas alcohólicas. ¿Qué harás para desarrollar tus fuerzas? ?Ejercitarlas en la gimnasia y en toda clase de juegos libres.
Ojalá que la presencia del coronavirus, que ha truncado el homenaje realizado año con año al maestro (al menos de manera presencial aglomerada y no en línea), le haga justicia al Prof. D. Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña, Benemérito de la Educación Pública del Estado y propuesto -por este servidor- como Precursor de la Educación Física Mexicana desde el estado de Yucatán; y, ahora, podemos verlo como predictor científico de los estragos que le hace al Homo sapiens la actividad física insuficiente sin dejar de contemplar la mala nutrición.
La actividad física suficiente hizo que la manada pasara a la sociedad, esto es, dio lugar al Homo sapiens. Como antítesis, la actividad física insuficiente, lo ha empezado a involucionar. La obesidad -detonante del síndrome metabólico- es un indicador. Con base en esto, ¿cuál sería la predicción científica del estatus obeso del ser humano en los próximos años, especialmente del yucateco?
Rodolfo Menéndez dijo: “Las Universidades son semilleros de futuros enfermos. No educamos, no preparamos ni fortalecemos el cuerpo para la lucha de la vida”. Ante esto, vemos que la epidemia de obesidad en Yucatán -que es parte de una pandemia- viene a confirmar las palabras de Rudolphus, y a descubrir la vulnerabilidad del ser humano en su estado obeso, situación contraria a la prevalecida en su condición prehumana y en sus albores de Homo sapiens. El consejo que se daba al matricularse en la universidad era éste: “ahora solamente dedícate a estudiar”.
Al decir: “En toda ley de enseñanza pública, debería estar entre las asignaturas de obligación la que tiene por objeto el desarrollo armónico de las fuerzas, y la salud y la higiene del hombre”, de la fecha en que lo dijo a la fecha actual, ¿ya hubo un cambio esencial operativo, que vaya más allá del papel y del discurso político? Y cuando dijo: “Sin educación física, la obra de la enseñanza resulta incompleta y deficiente”, ¿se ha cumplido en torno a esto o sigue igual?
Rudolphus Menéndez, a tus bien ganados títulos por los que venimos luchando para que te sean reconocidos, hoy que conmemoramos el 170º aniversario de tu natalicio, agregamos el título de Predictor Científico y Preventivo. Por tanto, tus palabras: “Un buen profesor de gimnástica llena funciones médicas de la más alta importancia” y “Sin educación física, la obra de la enseñanza resulta incompleta y deficiente” (más todo lo demás que hoy planteé), dignamente se funden con el pensamiento del doctor estadounidense Edmund Pellegrino (1920-2013), quien fuera especialista en bioética y profesor de la Universidad de Georgetown en los Estados Unidos: “la medicina preventiva es la más humana de las artes, la más artística de las ciencias y la más científica de las humanidades”, donde se ubica la educación física, aunque no sea reconocida como tal, oficialmente.