Considerado el Santo Patrono de los agricultores / Cada año, el 15 de mayo se suele celebrar en grande a este santo por sus fieles devotos, especialmente campesinos / Esta vez fue distinta por el COVID-19
VALLADOLID, Yucatán, 15 de mayo.- San Isidro Labrador es considerado el Santo Patrono de los agricultores, a quien le pusieron ese nombre en honor de San Isidoro, un santo muy apreciado en España.
Cada año, el 15 de mayo se suele celebrar en grande a este santo por sus fieles devotos, especialmente campesinos, para agradecerle los favores y su intercesión ante Dios para lograr una buena cosecha en sus parcelas.
Las actividades, que consisten generalmente en novenarios, muchas veces se convierten en fiestas en las que se incluyen hasta orquestas jaraneras para amenizar el momento, sin embargo, hoy –día dedicado a este santo patrono– la celebración es diferente.
Debido a la pandemia mundial provocada por el nuevo Coronavirus (COVID-19), los fieles devotos a este santo ya no realizaron sus novenarios en grande ni invitaron a sus familiares, pues muchos de ellos tan sólo elevaron sus plegarias, esperando que la contingencia sanitaria termine para festejar.
Pues esto es debido a las indicaciones sanitarias de las autoridades de los tres niveles de Gobierno a la población en general, para evitar la conglomeración en algún sitio y romper la jornada de la sana distancia.
Su historia
Según la historia, los padres de San Isidro eran unos campesinos sumamente pobres, que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela, pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor y caridad hacia el prójimo, además de un enorme aprecio por la oración, por la misa y la comunión.
Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años, Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a don Juan de Vargas, dueño de una finca cerca de Madrid; allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.
Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y se llama Santa María de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas cuando pasan muchos meses sin llover) en algunas partes del mundo.
Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la santa misa, varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por “ausentismo” y abandono del trabajo.
Por lo que el señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde), pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible guiaba sus bueyes y éstos araban juiciosamente, como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.
Isidro fue un inmigrante y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir a donde nadie lo conoce a uno, y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de la gente, pero creía en aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: “Yo nunca te abandonaré”, y confió en Dios y fue ayudado por Él.
Sin embargo, en el año 1130, sintiendo que se iba a morir, hizo una humilde confesión de sus pecados y recomendó a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, por lo que murió santamente.
Pero a los 43 años de haber sido sepultado, en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto, lo que la gente consideró como un milagro y, poco después, el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad.
Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio, y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y, al llegar junto a él los restos del santo, se le fue por completo la enfermedad.
A causa de esto, el rey intercedió ante el Sumo Pontífice para que declarara santo al humilde labrador, y por éste y otros muchos milagros, el Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri, y hoy se le conoce como el santo patrono de los campesinos.
(Víctor Ku)