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COVID-19 te marca de por vida

El Dr. Román Enrique Ríos Soberanis, que superó esa temible enfermedad, narra su dura experiencia a POR ESTO! / Recuerda que en un momento tan complicado se afianzó en Dios para salir adelante

“Al ingresar al hospital ya no me pude despedir de mi familia, no los pude abrazar ni besar, y no sabía si los volvería a ver, además de que no hay visitas en el área de COVID-19. Una vez que ingresas como paciente te olvidas de la familia y sólo tienes dos opciones: o sales por tu propio pie o con los pies por delante”, manifestó el Dr. Román Enrique Ríos Soberanis, quien durante 10 días estuvo ingresado en terapia intensiva al dar positivo a coronavirus, pero libró la enfermedad para contar su historia.

Ríos Soberanis, de 53 años de edad, estuvo ingresado del 29 de abril al 9 de mayo en el Hospital Regional de Alta Especialidad (HRAE) y a pesar de tener comorbilidades, como obesidad, hipertensión e hiperreactividad bronquial, pudo vencer esta enfermedad y abandonar por su propio pie el nosocomio, aunque todavía se encuentra en proceso de recuperación.

Luego de su dura experiencia, dijo que da mucha tristeza ver que “todavía hay gente que se atreve a decir que no existe (el coronavirus), que es del gobierno y la gente no se cuida, pero nadie experimenta en pellejo ajeno”.

“No hay que esperar a que se enferme un ser querido porque al caer uno repercute mucho en la familia; todas las personas somos importantes, pero repercute sobre todo cuando el que se enferma es la piedra angular en la familia”, señaló.

Sintomatología leve

Narró que él se desempeña como médico internista en el ISSSTE de Campeche y en el HRAE de Mérida los fines de semana, y cuando lo ingresaron ya tenía 10 días de enfermo, pero la sintomatología era muy leve. Tenía un poco de dolor de cabeza, malestar en la garganta, un poco de tos y se le fue el sentido del gusto y del olfato.

Pasó una semana y seguía con malestar y en el trabajo de Campeche le extendieron una semana de licencia nueva, y en ese momento empezó a sospechar que tenía COVID-19 o bien influenza estacional.

Durante la segunda semana tuvo otros síntomas y empezó a notar una sensación de opresión en el pecho, cuando caminaba se agitaba y tenía dificultad para respirar. Así estuvo un par de días hasta que él mismo se midió la concentración de oxígeno en su cuerpo.

“Lo normal es arriba del 95 por ciento y yo tenía 66 por ciento y ya eso me preocupó y fui al HRAE, allá me hicieron la prueba y resultó positiva y me dijeron que me tenía que ingresar por los factores de riesgo que tengo: obeso, hipertenso y con hiperreactividad bronquial”, señaló.

Así fue como lo ingresaron en el área de terapia intensiva de COVID-19 en el HRAE, desde el 29 de abril hasta el día 9 de mayo, cuando le dieron de alta.

Explicó que, por fortuna, no requirió que lo intubaran, sino que se le estuvo administrando oxígeno a través de las fosas nasales.

“En mi caso particular tuve la dicha que no me intubaron, no me pusieron un tubo en la garganta ni me conectaron a una máquina, por fortuna. No requerí llegar a ese grado, mientras los demás pacientes de área sí estaban intubados, incluso unos más jóvenes que yo”, señaló.

Hombre de fe

Subrayó que él es hombre de fe y en un momento tan complicado se afianzó en Dios para salir adelante.

“Yo soy médico, tengo especialidad de medicina interna y me considero muy afortunado, soy hombre de fe también y la verdad en ese momento no es lo mismo como médico que como paciente, y pues te tienes que afianzar a algo y fue a Dios y se lo dejé a su voluntad. Afortunadamente, en mi caso, fue algo para bien porque no me intubaron. El 50 por ciento de los pacientes que se intuban y con ventilación mecánica fallecen”, señaló.

Un aspecto difícil, además de la enfermedad en sí, comentó, es el de estar en terapia intensiva, sin la visita de familiares, observando a otros pacientes que están en condiciones menos favorables, además del ajetreo que se vive a diario, por lo que dijo que fueron 10 días de mucho estrés, “porque en el sistema de terapia intensiva es un área médica en el que no se duerme”.

Te gana la angustia

“El personal está todo el día sobre los pacientes, no hay noche ni día, no te das cuenta de la hora, sólo por el reloj. Como paciente te desesperas porque estás aislado, te gana la angustia, la ansiedad y te deprimes, además de que tampoco ves al personal que está totalmente cubierto con su traje, sólo les ves los ojos y su nombre que está escrito en el uniforme”.

“Independientemente del problema médico está el estrés emocional, porque no duermes; yo dormía por ratitos nada más y en el caso particular, pues yo tenía la ventaja que era de casa y el personal médico como de enfermería me conocía y me llamaban por mi nombre, me daban aliento y mis respetos a mis compañeros”, mencionó.

El entrevistado dijo que el personal médico que labora en el hospital requiere especial mención, porque están trabajando con todo y “hacen milagros con lo que se tiene”. Aseguró que son la piedra fundamental en la atención a los pacientes.

“Yo me sentí privilegiado, bendecido y mucha gente estaba pendiente de uno y eso me daba fortaleza”, señaló.

Hoy en día, ya dado de alta, señaló que se recupera poco a poco, todavía se agita un tanto y a veces recurre al oxígeno. Bajó 10 kilos de peso, espera que se pueda recuperar por completo y reconoce que aún hay muchas lagunas y todavía no se sabe mucho sobre las secuelas de la enfermedad.

“Al salir de hospital todavía queda un trecho para integrarte a tus actividades, es un período que lleva hasta 2 meses”.

No se lo deseo a nadie

“La verdad es un virus nuevo, cada día sale mucha información, y hay muchas cosas que no sabemos en cuanto al comportamiento del virus y de la forma en que va repercutir en el tratamiento y las secuelas; no sabemos qué daños puede dejar, si deja una inmunidad permanente o temporal, y no hay un medicamento específico para combatir la enfermedad”, apuntó.

Por eso, dijo que es triste ver que aún en este momento de la pandemia hay gente que no se cuida con las medidas necesarias y no entienden el riesgo que implica el COVID-19.

“Cuando yo salí del hospital, en el trayecto a mi casa vi mucha gente en la calle sin cubrebocas, como si fuera un día común y corriente. Y te puedo decir, como experiencia propia, que a mí me tocó y el tiempo que caí enfermo y que estuve en la Unidad de Cuidados Intensivos, aunque me atendieron bien, no se lo deseo a nadie”.

“Soy hombre de fe, pero hay que tomar conciencia cada uno, aprender a quererse a uno mismo y aprovechar la vida, la vida no la tienes comprada”, finalizó.

(David Rico)

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