La muerte por Covid-19 de un familiar puede generar un proceso de duelo más grave y complejo de superar, por lo que es recomendable que un profesional, un tanatólogo, pueda acompañar a la persona para superar la pérdida, expuso ayer la psicóloga Vanessa Zaragoza Escobedo, maestra en terapia familiar y de pareja, facilitadora de terapias de avanzada, medicina alternativa y psicoterapia ancestral sistémica.
Expuso que el proceso de duelo tiene que ver con la pérdida, en este caso de un ser querido y, en el caso de los fallecidos por coronavirus, las circunstancias son especiales. En general, expuso, el proceso de duelo se caracteriza por varias etapas que se dan en forma gradual.
Shock o trauma
La primera etapa es la de shock o trauma, cuando se presenta el hecho; luego viene una etapa de ira o molestia y a la cual le sigue la negación, posteriormente la tristeza que trae consigo dolor y sufrimiento, para dar paso a la aceptación y empezar a superar el miedo.
Se considera que una etapa de duelo no se ha superado cuando la pérdida sigue generando dolor, de tal forma que no se puede considerar que se ha superado si la persona experimenta tristeza y dolor en referencia a la persona que falleció.
Dijo que las condiciones de la muerte por Covid-19 son particulares, porque los familiares no vuelven a ver al ser querido desde que es diagnosticado y, en caso de fallecer, se les recomienda no volver a ver el cuerpo.
Dos visiones
En general, dijo, hay dos visiones. Desde luego las familias o personas que son menos extrovertidas encontrarán alivio en no tener que hacer un velorio o ver más gente, pero las personas que no son así tendrán la necesidad de llevar a cabo estos actos rituales para poder superar la pérdida.
“Nuestra psique requiere de rituales que son parte de actos que deben deben llevar a cabo para acompañar las etapas de la vida, como cuando hablamos de unos 15 años o de bodas. Y cuando una persona muere desde luego hay una relación con las creencias ancestrales y que, en general, en la mayoría de las religiones, tienen que ver con el desprendimiento del alma del cuerpo y para ello se llevan a cabo rituales como el velorio”, expuso.
Esto –dijo– ayuda a terminar el proceso de pérdida, además de que provee en muchos casos a los familiares el apoyo social de la gente, el consuelo, lo cual reconforta.
“La gente se siente querida y le es más fácil pasar por las etapas de duelo, porque se comparte el dolor y hay una sanación, en compañía”, mencionó.
Sim embargo, la muerte por Covid-19 trae consigo otras circunstancias, que se suman ya al miedo y la incertidumbre que existen.
“Esto genera un estrés, un trauma más grande, porque no se puede completar el proceso de ritual y shock inicial que es más grave, porque se genera un enojo y una ira mayor por no poder acompañar al ser querido y esto lleva a la frustración”, señaló.
Recomendación
Por lo anterior, dijo que en estas circunstancias es recomendable que las personas, en el ámbito de sus creencias, lleven a cabo algún ritual para dar el adiós a la persona fallecida, aunque no esté el cuerpo presente.
“Hablamos de algún ritual en la intimidad, de acuerdo con las creencias de cada quien, ya sea con flores, oraciones o lo que se considere, algún acto simbólico para que el hecho no pase desapercibido y se ayude al proceso de duelo”, agregó.
Zaragoza Escobedo dijo que el apoyo de un profesional en tanatología puede ser de gran importancia.
En la antigüedad, expuso, a la tanatología se la veía como una técnica para acompañar a los moribundos, pero realmente se enfoca hoy a todo lo que representa una pérdida y en la vida hay cambios constantes que implican este tipo de pérdidas que hoy incluso se viven en la contingencia, con la pérdida de la libertad o de la salud.
“Y esto puede traer consigo la pérdida de un ser querido y a la gente le apoya el auxilio de un profesional, porque una visión extrema ayuda mucho a ver lo que está pasando y superarlo”, comentó.
Los “sanadores”
La especialista comentó que es difícil fijar plazos para superar un duelo porque éste depende de cada persona, pero al cabo de un tiempo hay síntomas que muestran que no se ha superado, como cuando aparecen ataques de pánico, depresión, miedo y recordar a la persona fallecida sigue siendo doloroso.
Por el contrario, cuando se está superando el duelo sí se puede recordar a la personan e incluso se puedan recordar momentos positivos con ella.
Lo recomendable –dijo– es que este proceso sea acompañado, cuando sea necesario, por un profesional, porque ahora hay mucha gente que no lo es.
Finalmente dijo que hay muchos “sanadores”, gente que hace “coaching”, que sólo han tomado algunos cursos y que, en consecuencia, no están preparados para dar este apoyo y que, al ser así, su intervención puede resultar más dañina.
(David Rico)