Yucatán

Pilar Faller Menéndez

Todos los seres humanos somos diferentes y poseemos talentos distintos. Tenemos la oportunidad que muchos desperdician de aportar a la sociedad algo de lo que tenemos, porque sin distinción de clases sociales, la valía que tenemos, es la de brindar algo nuestro, sin guardarlo por miedo o temor al rechazo.

Tenemos una tarea muy importante dentro de nuestra sociedad, y es la de preservar la unidad en la diversidad, porque cada carisma aporta lo propio, y esto es importante. Sin embargo muchas veces nos empeñamos en marcar diferencias, en hacer distinciones y aceptar o rechazar a alguien a nuestro antojo, pensando que unos son mejores, y otros peores, basados en nuestro criterio que muchas veces no es objetivo.

Cada persona conforma el espectro que llamamos humanidad, en la cual ciertamente existen diferencias, pero somos irrepetibles y únicos, y tenemos la oportunidad de brindar nuestra originalidad que enriquece la vida de otros, porque nos hace diferentes y la diferencia, no la exclusión, nos permite conocer distintas formas de pensar.

Los dones que cada ser humano tiene son diferentes. Jean Vanier decía: “Hay quien tiene el don de sentir inmediatamente y vivir el sufrimiento del otro; es el don de la compasión. Otros tienen el don de notar cuando algo va mal y pueden poner enseguida el dedo en la llaga: es el don del discernimiento. Otros tienen el don de la luz y ven claro en todo lo que atañe a las opciones fundamentales de la comunidad. Otros tienen el don de animar y crear una atmósfera propicia a la alegría, el descanso y al crecimiento propicio de cada uno. Otros tienen el don de discernir el bien de las personas, de sostenerlas. Otros tienen el de la acogida. Cada uno tiene su don y debe poder ejercerlo para bien y crecimiento de todos”.

Cada uno de nosotros tiene algo que aportar y entregar mucho más, porque somos tan diferentes, que lo que aporta uno, nadie más lo puede hacer. Muchas veces alimentamos el intelecto y muy pocas el espíritu que muchas veces es el motor que nos mueve y nos hace aspirar a ser mejores seres humanos.

Para construir una comunidad es necesario respetar y aceptar a los demás con lo que cada uno pueda aportar porque, desgraciadamente, para demostrar que somos mejores que los demás, nos resulta más fácil criticar, desacreditar e incluso difamar a otros, y lo que más nos cuesta es la unión de las diferencias y la aceptación al que no piensa como nosotros.

Muchas veces nos resulta sumamente difícil realizar comentarios que enaltezcan tanto a las personas que amamos, como a las que comparten nuestro camino, es como si sintiéramos que estos comentarios van a mostrar una vulnerabilidad en nosotros, y es cuando cerramos la puerta a estos sentimientos y nos metemos en un caparazón para no ser heridos.

Nos perdemos muchas veces de los detalles que tiene nuestra vida que nos brindan emociones agradables. Es necesario comprender que el amor tiene la condición de ser concreto en obras y no en palabras bonitas, es el que tiene el poder de integrarnos y unirnos, nos enaltece y acepta, pero sobre todo nos brinda la capacidad de comprender y querer siempre.

Es necesario reflexionar sobre las cosas que guardamos dentro de nosotros, siempre hay un espacio en el que vamos llenando esas cosas que muchas veces consideramos cursis o que creemos que no es necesario demostrarlas o alimentarlas para poder tener coherencia en las acciones e interacciones de los demás.

De vez en cuando podemos realizar un análisis de quiénes somos como humanos, no para buscar nuestros defectos, sino para reconocer aquellos dones que tenemos y que podemos aportar, los cuales nos enaltecen y nos ayudan a recordar que el hombre está conformado por el espíritu y el intelecto.