Yucatán insólito
Roldán Peniche Barrera
La escena ocurría en el despacho del secretario particular del Dr. Francisco Luna Kan (entonces gobernador del Estado). Abog. Rolando Bello Paredes, quien dictó estrictas órdenes a sus subalternos Alberto Valdez y Ruy Cárdenas de que dispusieran los gafetes para los mencionados “intelectuales de emergencia”. En medio de toda esta confusión hizo su entrada a la oficina del Lic. Bello el ingeniero Paulino Romero Conde, inolvidable humorista sin par y ducho en el arte del repentismo, el cual, después de observar detenidamene la lista de marras, procedió a tachar la palabra “emergencia”, y escribió en su lugar el término “indulgencia” (quedando la expresión en “intelectuales de indulgencia”), al mismo tiempo que componía el siguiente, ingenioso epigrama del que guardamos copia:
Dicen que cualquier pobretevenga bien o venga mal,en teniendo su gafeteya se vuelve intelectual.
No recuerdo, pasados los años, si finalmente se celebró la reunión o fue cancelada del todo.
Pero esto ha venido a colación al recordar el fallecimiento del ex presidente de México, Lic. López Portillo, que acuñó entre otras frases célebres las de “el orgullo de mi nepotismo” en referencia a su hijo José Ramón, a quien otorgó un buen cargo, “defenderé el peso como un perro” y “tenemos que aprender a administrar la abundancia”, cuando los precios del petróleo se elevaron tremendamente. Pero, aparte sus humanos errores, López Portillo fue el último presidente exitoso en la nación y durante buena parte de su administración hubo trabajo y dinero. ¡Lástima de la canallada que lo rodeó y lo hizo verse mal! Como el “Negro” Durazo, por ejemplo.
Nosotros, por nuestra parte, no olvidaremos a López Portillo como hombre elegante (siempre de blanco, hasta los zapatos) y atlético, saltando ágilmente desde las plataformas de los camiones de las giras, hasta tocar el piso, y mezclarse con la multitud, ante el nerviosismo del Estado Mayor Presidencial. No había duda: le gustaba bañarse de pueblo. Descanse en paz…
Modismos de Gringolandia
Se dice que México es el patio trasero de Estados Unidos, por lo tanto Centroamérica sería el “fondo del patio” y esto sirve de referencia para afirmar una influencia cultural tan fuerte que afecta muchos ámbitos de la vida en nuestras pequeñas naciones. Soy nativo de una ciudad-puerto muy peculiar en la costa caribeña de Honduras llamada “La Ceiba”, que nació en las primeras décadas del siglo XIX, fundada por etnias Garífunas (negros caribes) y Lencas (indios del interior del país) y debajo de un inmenso árbol de Ceiba. Cuentan los antiguos que ese árbol era un portento de la naturaleza, tan alto y frondoso que servía de faro a las embarcaciones que circundaban su bahía; el desarrollo de La Ceiba también estuvo ligado a los inicios de la explotación bananera en la costa Norte de Honduras mediante compañías transnacionales. Estas empresas ejercieron tal influencia en la ciudad que modificaron sus costumbres y su forma de hablar, siendo así que la población empezó a nombrar muchas cosas por su nombre en inglés pero con la pronunciación local; esta costumbre se mantiene hasta la fecha en una gran parte del territorio hondureño, ejemplos:
“Dron” (tambor de basura-drum), “guachiman” (velador-watchman), “daime” (moneda de 20 centavos-dime), “queque” (pastel-cake), “maules” (canicas-marble), “breque” (freno-break), jol (salón o pasillo-hall), “listic” (lápiz labial-lipstick), “blumer” (calzón de mujer-bloomer), “mopeador” (trapeador-mop), “vaguada” (mal tiempo-bad weather), “parquear” (estacionar-park), “machangay” (operador del tren-machine guy).
Todo este vocabulario aún se usa en todo el litoral atlántico de Honduras y en buena parte del país; también nuestra moneda de 10 centavos quedó bautizada como “Búfalo”; la historia se origina en los tiempos que el tipo de cambio estaba a 2 lempiras por 1 dólar (siglo XX) y la moneda de 5 centavos de dólar tenía el grabado de un búfalo, así que nuestra moneda de 10 centavos fue bautizada como “búfalo” por su equivalente gringo.
Hasta la próxima, saludos, iré a sacar el dron de basura…
Jaime Méndez Mendoza
(Rúbrica)