“La Delegación Yucatán de la Cruz Roja ha prestado en esta contingencia sanitaria más de 420 servicios por COVID-19, y es ahora cuando más se necesita del apoyo de todos para salir adelante y refrendar esa pasión de servicio al prójimo”, manifestó ayer la consejera nacional de la institución, Michelle Byrne de Rodríguez, en el marco del Día Internacional del Socorrista a conmemorarse hoy miércoles.
Expuso que todos los días del año, hombres y mujeres de la Coordinación de Socorros de la Cruz Roja Mexicana dedican tiempo y esfuerzo para salvar la vida de los demás, ya sea en accidentes, desastres naturales o como ahora en esta emergencia sanitaria.
La también delegada estatal reconoció la invaluable labor que desempeñan las y los 155 paramédicos que se encuentran en la primera línea de atención, porque “demuestran con hechos su vocación de servicio para auxiliar a la sociedad”.
De corazón
“Convertirse en paramédico es una elección que se hace de corazón, con el enorme compromiso de regir su vida guiados por los siete principios fundamentales de la Cruz Roja Mexicana, y dar lo mejor de sí en cada servicio que brindan, porque de eso depende la vida de una persona”, expuso.
A su vez, el coordinador estatal de Socorros, Fernando Estrada Novelo, felicitó a los socorristas e indicó que desde el inicio de la emergencia sanitaria se han capacitado 150 elementos en el correcto uso de los protocolos de Bioseguridad para preservar su protección personal y atender con mejores prácticas a los pacientes.
Agregó que, en Yucatán, se realizan alrededor de 900 servicios mensuales de urgencias prehospitalarias con el apoyo de las ocho delegaciones ubicadas en Progreso, Valladolid, Tizimín, Ticul, Motul, Hunucmá Tekax, Mérida y una base en la autopista Mérida-Cancún.
Para conmemorar el Día del Socorrista y respetando la sana distancia, las actividades de la sede nacional y la delegación local se realizarán de forma virtual.
Entre las diversas historias de las personas que se dedican a salvar vidas del prójimo está el caso de Alfredo Pech Cauich, nacido en Mérida, con treinta años de edad y seis como paramédico.
Experiencias
Padre de dos hijas, Alfredo comenzó como camillero y luego formó parte de las brigadas de primeros auxilios de la Cruz Roja, ahora es paramédico y como parte de su responsabilidad y compromiso el Día del Padre lo celebró trabajando.
Comentó que los tiempos de ahora han sido más difíciles por la presencia del COVID-19, ya que su actividad es de alto riesgo y tiene que extremar sus medidas de prevención para cuidar a su familia y protegerla del contagio.
Añadió que una de las cosas que más difícil le resulta como paramédico es cuando sabe que un paciente está muy herido, lastimado o enfermo, y que aunque hagas todo lo posible como paramédico será muy complicado salvarlo y mejorar la situación.
Situaciones difíciles
Agregó que también resulta difícil atender a un paciente pediátrico debido a que a veces los niños no comprenden lo que les está sucediendo y es muy difícil explicarles la situación y el dolor por el que están pasando.
Un ejemplo sucedió ayer cuando se prestó servicio a una niña de 5 años que le cayó un televisor en la cabeza y debido al golpe no recordaba nada; sangraba por la boca y la nariz, y durante todo el trayecto la niña dormitaba.
El paramédico David Gutiérrez trataba de mantenerla despierta platicándole cosas que a cualquier niña de su edad le gustaría escuchar; la menor no recordaba el nombre de su escuela ni el nombre de su maestra, ni muchos datos que normalmente podría hacerlo.
David tiene 25 años de edad y dos como paramédico, ha tenido que mudarse a vivir solo para no poner en riesgo a su familia durante esta época.
“Algunas veces me piden entre llantos y gritos que salve a la persona, que lo reviva, lo peor es cuando ya no hay nada más que hacer, es una de la cosas más fuertes que me toca vivir como paramédico”, apuntó.
Por Redacción Digital Por Esto!