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Inician reactivación económica comercios de Mérida

Difíciles días pasan durante la pandemia
Foto: Por Esto!

Negocios esenciales y no esenciales empezaron ya el lento y difícil camino hacia la recuperación. Encargados y propietarios de algunos de ellos relatan cómo la han pasado en los días de la pandemia.

Para Wílberth Pacheco, quien es administrador de empresas y dueño de la tienda La Guadalupana, de la calle 14 por 15, en Chuburná, las ventas han estado malísimas, pues bajaron el 50%, y en la primera oleada se recuperaron el 10%.

En entrevista, relata que el cierre de los negocios no esenciales originó que no haya la misma capacidad económica para comprar, y entonces empezó a haber muchas devoluciones.

–La venta de refrescos, papitas, pan, todo fue bajando demasiado y la economía se fue para abajo. Yo vendía muchos refrescos, pero bajó a la tercera parte. Las empresas proveedoras de papitas y galletas dejaron de vender, porque cuando pasaban los vendedores les decíamos: al siguiente, al siguiente. Entonces los vendedores mejor dejaron de venir.

Bajó la gasolina, pero la gente no lo pudo aprovechar porque no permitían que se movieran. Cuando se acababa lo que teníamos, a las empresas les teníamos que hacer los pedidos por teléfono y pasar por lo comprado, porque con tantas calles cerradas tenían problemas para llegar, no lo podían traer. Toda la 60 estaba cerrada.

La CFE nos va a matar

–¿Y hay alguna recuperación ahora?

–Se ha recuperado en la primera oleada un 10%, pero siguen bajas las ventas y ahora nos va a matar la CFE, porque el recibo llegó de casi 6 mil pesos. A las empresas les dan hasta un mes para que paguen, en cambio a nosotros si no pagamos en 2 ó 3 días nos cortan la luz.

–¿En qué horario abres tu tienda?

–Antes abríamos a las 6 de la mañana y cerrábamos hasta las 11 de la noche. Como había escuelas, desde las 6 ó 6:30 de la mañana ya estaban comprando aquí las señoras. Pero ahorita la gente compra en la tarde.

Ahora estamos abriendo de 7 de la mañana a 9:30 de la noche porque no hay escuelas, no hay oficinas, la venta de los productos fue retrocediendo. Por ejemplo, ahorita que son las 10:20 de la mañana, es hora pico y casi no viene nadie, no tengo movilidad de productos. A esta hora tenían descanso en la primaria y venían las mamás a comprar juguitos, galletas, queso, jamón para hacerles a los niños y las niñas sus sándwiches.

Los albañiles que trabajaban en el rumbo compraban botanas y refrescos mientras llegaba el almuerzo, pero dejaron de trabajar porque los policías no los dejaban, les decían que no podían estar juntos. Luego vino Cristóbal y nos afectó con muchas lluvias porque no hubo trabajo una semana.

Semana muy crítica

Fue una semana muy crítica esa de Cristóbal, porque no te podías mover a hacer las compras. Después vino el cierre de los mercados San Benito y el Lucas de Gálvez, donde muchos compraban tomate, cebollas, yo compraba quesitos soperos chiapanecos.

Todo se compra allá. Incluso empezó a escasear el queso de bola, que viene del San Benito. Antes de que cerraran los proveedores estaba a 250 pesos la pieza, y luego subió a 315 y a 350 en los locales establecidos. Yo vendía una caja semanal, pero actualmente vendo una cada diez días.

–¿Quiénes compran el queso de bola?

–Las señoras lo compran para la comida, como queso relleno o carne molida, y los albañiles lo compran para sus botanas, y también refrescos y huevo.

–¿Cuántos años tiene tu tienda?

–Tiene 33 años, antes la atendía mi mamá. Luego, cuando se me quedó, la iba a cerrar, pero me dijeron los proveedores que esperara a ver un poco, y así fui saliendo. Yo creo que ya todos debemos regresar a trabajar, para que todos tengamos una ayuda.

Aquí con los vecinos así lo hacemos. Por ejemplo, yo no vendo papelería, porque aquí a la vuelta hay una señora que tiene su papelería; sólo vendo lápices. También vendo bolas de tamarindo que hace una vecina, así nos ayudamos entre todos. Antes vendía 4 botes de corazones (polvorones) en 15 días, ahora vendo nada más dos. A veces el proveedor, como es su negocio propio, dice que no le conviene pasar porque aquí en Chuburná no tiene suficiente venta. Prefiere ir directamente a Francisco de Montejo.

–Wilbert, ¿quieres comentar algo más?

–Sí, que el Gobierno no nos abandone, como siempre. Nosotros hacemos un servicio a la gente que no puede ir al supermercado, o que aunque vaya, viene a comprar algo que le faltó, pero el Gobierno siempre da prioridad a los supermercados y se olvida del comercio en pequeño.

Descendió 20% la venta de pan

La Mayuquita, panadería que tiene 80 años de tradición (la fundaron en 1940), fue uno de los negocios esenciales que tuvo que cerrar y lo hizo del 28 de marzo al 20 de mayo.

Una de las empleadas de la sucursal de la Avenida Cupules, Claudia, relató:

–Antes de cerrar teníamos buenas ventas, y cuando abrimos ya estaba la gente formada esperando, porque les gusta nuestro pan. Tenemos clientes de muchos años.

–¿Hay menos ventas actualmente?

–Sí, se ha sentido una baja en las ventas, como de un 20% en comparación con el tiempo antes de la pandemia.

–¿Cuánto vale un pan dulce?

–Están a 6 pesos, las bolsas de biscochos dulces o salados a 10 pesos, igual que las bolsas de galletas marinas y de manteca. Las barras están a 4 pesos.

Entrevistada mientras compraba su pan, doña Conchi Fernández relató:

–Cuando éramos niñas, mi abuelita y mi papá compraron en La Mayuquita del Centro durante muchos años, y ya cuando hubo sucursales empezaron a comprar en las sucursales. Yo compro aquí con mis hijos desde hace 5 años.

Cambió de giro y le fue mejor

Doña Verónica Alvarez vendía antojitos en su casa de la calle 18, entre 25 y 29, de Chuburná de Hidalgo. Su puesto se llama Papachati y Mamavero, pero unas tres semanas antes de que empezara la pandemia empezó a vender frutas y verduras, y entonces vio que con su nuevo giro la gente se ponía contenta porque era muy oportuno.

–Entonces, cuando empezó la pandemia, me decían: “Qué bueno que vende aquí, porque ya no nos dejan entrar en el mercado, y aquí es más fácil”. Por eso trato ahora de traer los productos más selectos, porque hay tomate baratísimo, pero no sirve.

Aquí piden cosas que casi no consumimos: apio, romanita, brócoli, coliflor, hasta piden poro, que todavía no lo conozco, incluso nos piden chiles verdes para hacer chiles poblanos. Y de frutas vendo pitahaya, mangos, plátanos, sandía, todo lo que haya del tiempo. Entonces, para atender a los clientes, hablamos para conseguir todo eso. Hasta tortilla y masa ya tenemos. Igual que agua de coco a 35 pesos el litro, y pulpa o meollo de cocos a 60 pesos el kilo. Hay muchos heladeros que vienen a comprarla para hacer sus helados y paletas. También vendemos chile molido y jamaica.

Pérdidas en tortillerías

 

En la tortillería El Tío, que se encuentra en la calle 20 de Chuburná, los encargados Fernanda Dorantes y Kevin Espinosa comentaron que las ventas estaban bien, pero cuando llegó la pandemia bajaron muchísimo, hasta un 60%.

Ellos venden de 5:45 de la mañana hasta las 3:30 de la tarde tortillas amarillas de harina nixtamalizada de la marca Agroindustria, y blancas de Maseca. Dicen que a la gente le gusta más la tortilla amarilla, y que antes del COVID-19 vendían de 200 a 300 kilos por día, pero durante los últimos tres meses solamente venden como 100. El precio no ha variado: cuesta 20 pesos.

En lo que sí hay un cambio es en que para comprar hay que ir con cubrebocas, hay que ponerse gel antibacterial y no se debe uno acercar mucho al mostrador, porque para eso pusieron unas cajas en el piso que, en parte, impiden hacerlo.

Escasean alimentos balanceados

En la tienda de alimentos balanceados para animales Mi Pueblito, de la calle 22 por 21 de Chuburná, el encargado, don Buenaventura Cauich dijo que a partir del inicio de la pandemia las ventas han estado bajas, tanto porque la gente compra menos, como porque hay productos que no les surten.

–Todavía no nos recuperamos –explica– y hay productos que han estado escasos, por ejemplo, el salvadillo. Se lo pedimos al proveedor, pero según él es escaso. Antes vendíamos 25 sacos de 30 kilos a la semana, pero ahora apenas podemos vender 10, porque viene la gente y no tenemos.

–¿Qué productos venden más?

–Maíz quebrado y alimento para pollos, porque aquí en este rumbo la gente tiene patio y todavía cría sus aves.

–¿Qué horario tienen?

–Normalmente, de lunes a viernes de 8 de la mañana a 7 de la noche, pero ahora cerramos dos horas antes. Y los sábados de 8 a 4, y los domingos de 8 a 2.

Surtía a 45 cocinas, luego a 16

Por su parte, el carnicero Rubén Jesús Méndez Matamoros, quien es administrador de empresas y tiene su negocio en una privada de la calle 19, en la colonia Pedregales de Chuburná, informó que él surtía de carne de cerdo, res y pollo a 45 cocinas económicas, pero cuando empezó el COVID-19 se quedó solamente con 15 ó 16.

–Es que por miedo, como son señoras grandes cerraron sus cocinas.

Yo vendía 230 kilos de las 3 carnes diario, pero bajé a 80. Antes nada más de pierna y muslo me dejaban 130 kilos, en cambio ahora me dejan 30. Para poder compensar lo que dejé de ganar empecé a vender verduras, y con lo que teníamos ahorrado subí los muros laterales. Pero ya me estoy recuperando, ya estoy en 160 ó 170 kilos al día, porque están reabriendo las cocinas, pero como ya no tienen capital, les doy fiada la carne y también las verduras que necesitan, y en la tarde les voy a cobrar. Les reparto temprano y a las 2 ó 3 pasamos a cobrar.

–¿Qué carne se vende más?

–La carne de puerco se vende más.

–¿Decías que una de tus clientes se enfermó del COVID-19?

–Sí, a una señora que tenía la cocina Chipi, de Francisco de Montejo, se le enfermó el repartidor y a la siguiente semana se enfermó ella. Ambos fallecieron.

(Roberto López Méndez)

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