De lavar y planchar ropa como trabajadoras domésticas, las hermanas Sandra y Suemy Pech Poot se vieron obligadas a tomar entre sus manos coas y machetes para limpiar de maleza un amplio tramo de las orillas de la carretera Mocochá-Baca, con el fin de ganarse mil 250 pesos a la quincena como parte de un programa de empleo temporal estatal, luego de haber perdido sus trabajos a causa de la pandemia del COVID-19.
"Pues no me quedó otra opción, el trabajo es rudo, pero tengo que obtener dinero para darle de comida a mis hijos, expuso al reportero la señora Suemy, de 35 años de edad y madre de dos menores de edad, uno de 15 años y otro de 10".
Escurriéndole el sudor en la frente y en pleno sol de mediodía, doña Suemy es una de las 97 personas de Mocochá que se inscribieron en el programa emergente de apoyo dispuesto por el Gobierno del Estado para apoyar a quienes se quedaron sin empleo por la contingencia sanitaria del coronavirus.
Luego a las tareas domésticas
De esas 97 personas que ayer realizaban esa dura tarea de campo, la mayoría son mujeres que se quedaron sin empleo o sus esposos, o algunos integrantes de la familia.
En el caso de la señora Suemy, explicó que trabajaba en el servicio doméstico en Mérida, pero desde que se decretó la contingencia sanitaria sus patrones le dijeron que ya no iban a requerir de sus labores.
Similar situación es el caso de su hermana, Sandra, cuyo esposo se quedó sin trabajo y tiene la responsabilidad de cuidar y alimentar a sus tres hijos.
Comentó de igual forma que chapear la maleza en pleno sol del día es una labor muy difícil y ruda, pero no le quedó otra alternativa para obtener algún ingreso.
Dijo que tan pronto concluyera su jornada de ayer, inmediatamente tendría que llegar a su casa a preparar la comida para sus hijos: huevos fritos.
"Es lo más barato y más rápido, para eso es lo único que me alcanza", apuntó.
No les dieron herramientas
La tarea que llevan a cabo las personas que se incorporaron al programa de apoyo temporal es de cuatro días a la semana por un mes, en una jornada de seis horas que inicia a las siete de la mañana y concluye a la una de la tarde.
Los trabajadores y trabajadoras consideraron que es un apoyo importante poder ganar dos mil 500 al mes, pero se quejaron de que no les entregaron las herramientas de trabajo prometidas y, por lo tanto, tuvieron que conseguir ellos mismos sus coas, machetes y demás equipos para desempeñar sus tareas.
Por Rafael Mis Cobá