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Yucatán

Signos del tiempo o castigo divino

Entre la pandemia del coronavirus y las inundaciones provocadas por la interminable

lluvia, esta comunidad vive una tragedia más como a lo largo de su historia

TIHOLOP, Yaxcabá, Yuc., 3 de junio.- Para muchos son signos del tiempo, para otros es castigo divino porque todo está dicho y todo está escrito, las profecías mayas tienen también un intervalo de tiempo, pero se cumplen, porque son palabras, porque todo es cíclico, es parte de la vida.

Sorteando los avatares del destino, la región ha sido protagónica de momentos difíciles en su vida, desde la época precolombina, la vida colonial y los tiempos actuales. Los sabios y sacerdotes mayas como don José Cox Chuc y Abelardo Tun han advertido de los tiempos difíciles que se viven.

La población maya de esta región suroriental acostumbrada a venerar la madre tierra con el cultivo de la santa gracia del maíz, el frijol y la calabaza, alimentos básicos para sobrevivir, se enteraron con gran asombro del registro del primer caso confirmado de COVID-19 en Yucatán el viernes 13 de marzo, día aciago, tomojchi’ (de mal presagio), como afirman los abuelos.

El sábado 14, al día siguiente el jalach wíinik (Gobernador) del Petén, Mauricio Vila Dosal, anunció una serie de medidas a toda la población para evitar el contagio masivo del Coronavirus. La Ley Seca, el confinamiento que puso a muchos a racionar los alimentos, el inicio de la escasez de productos básicos, el cierre de accesos, el perifoneo en el pueblo de que hay sospechas de COVID-19 en la localidad (que finalmente resultaron ser falsas), son solo parte de una crónica anunciada.

Historias que narran y desgarran el corazón se agravan cuando una intensa lluvia de dos días provocada por una tormenta tropical, inunda terrenos y viviendas mayas de la región, que pone en vilo a los habitantes, cuyas consecuencias afortunadamente son pérdidas materiales. Algunos pusieron a salvo a sus animales metiéndolos en casa, otros perecieron ahogados, mermando o quizá acabando con lo que quedaba del patrimonio.

La odisea por la que atraviesa esta localidad y subcomisarías comarcanas, hace un llamado a la solidaridad en tiempos de pandemia. Confinamiento sin ingresos, despensas que llegan cada 15 días, los víveres escasean, la naturaleza que se manifiesta y recuerda la vulnerabilidad del hombre, campos inundados con la consecuente pérdida del incipiente cultivo, vienen a agravar más las condiciones de las familias mayas de la región.

Ante tantas adversidades ensañadas en un lapso de 81 días, el pueblo mantiene las esperanzas de levantarse y seguir adelante, sabe que el futuro es para el que lo procura, el pueblo maya sabe recibir, pero también sabe ofrecer todo y rendir culto al trabajo, y esa es la consigna en los días venideros.

(José Marcelo Tamay Poot)

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