Debido a los torrenciales aguaceros
TIHOLOP, Yaxcabá, Yuc., 4 de junio.- Pasar tres noches con angustias, desesperación e impotencia, pero sobre todo sin un espacio salubre en el hogar para descansar, en donde la noche se hace eterna y la lluvia se hace cómplice es indescriptible para los afectados, quienes en sus palabras lo resumen como una pesadilla.
“Bíin táak le k’iino’oba’ bey u ya’almaj noolo’ob” (‘vendrán estos tiempos, así decían los abuelos’), coincidieron. Candelaria Be Chan narró que su esposo reposaba por su enfermedad por la tarde cuando inició la lluvia fuerte y notó que pronto subía el nivel del agua.
“Al verlo, mandé a mis nietos a abrir el gallinero y soltar a los cerditos, cuando estaba a punto de inundarse, avisé a mi esposo, quien estaba acostado en su hamaca”.
Añadió que esta vez, las lluvias fueron copiosas e implacables; “pedía lluvia para que mis hijos sembraran la milpa de mi esposo antes de que salgan otra vez a trabajar, pero nunca pensé que fuera un diluvio”, dijo.
Pidió a las autoridades que las despensas sean periódicas, en tanto se normaliza todo, “lo demás son indescriptibles, me da dolor decirlo, cambió nuestra forma de vida la pandemia, seguimos en confinamiento aun con lodo en nuestra vivienda, da miedo ver que el agua fluye en la orilla de cualquier rincón de mi casa”, finalizó con un dejo de tristeza.
A Nicolás Ruiz Cox le aflige perder sus plantíos de chile, con una inversión de tres mil pesos, y pide tres bolsas de fertilizante que perdió en la inundación.
“Quizá algún día quite el techo de mi casa, meterle escombros y subir el nivel para que ya no pase por estas situaciones; ya van dos seguidos”, recordó. Parte de su techo es de concreto y parte es de paja, y anhela algún día hacer los cambios.
En el mismo sentido, Alfredo Euán Xequeb, jefe de familia con 10 integrantes, afirma ver como algo extraño todo desde hace casi tres meses.
“Fui a la milpa muy temprano, desde luego que ahí la lluvia era copiosa, pero nunca pensé llegar al obscurecer a mi vivienda y verla con casi un metro de agua, perdí algunas gallinas pero salve mis cerditos”, comentó.
Pidió que, “si es posible, que me ayuden a mover mi cocina de paja porque ante estos hechos no podemos preparar alimentos, mi fogón de medio metro quedó bajo agua, Oscar (el más pequeño de mis hijos), mi nieta Maribel de apenas unos meses y mi nuera descansaron con mucho cuidado aunque con agua dentro de la casa, pero nosotros no podíamos, las lluvias que no cesan, nos ha hecho pasar dos noches así, sin luz, con angustia”, sostuvo.
En la localidad son numerosas las familias que sufrieron afectaciones, sin embargo, en Canakom, Huechembalam, Yaxunah, Kancabdzonot y Santa María también hubo inundaciones, por lo que el Ejército Mexicano implementó el Plan DN-III-E para auxiliar a la población.
Para muchos estos hechos como la pandemia y las intensas lluvias que no dan tregua, son castigos divinos, mientras que para otros son profecías mayas que se tienen que cumplir, “porque ha llegado el tiempo y a nosotros nos ha tocado vivirlo”, afirman.
Lo cierto es que la región está siendo severamente afectada por una cadena de acontecimientos que pone en vilo a sus habitantes ansiosos de volver a la “nueva normalidad”.
Una de las familias, narra que a media noche escuchó una serie de explosiones que parecieron venir del seno de la tierra, sin hallar explicación alguna.
Los pozos pluviales que hicieron el año pasado, colapsaron y de poco sirvieron para contener la inundación nunca vista en esta región.
“Llueve sobre mojado”, diría la sabiduría popular, cuando la naturaleza simplemente reacciona para agravar más la situación dramática que se vive.
(José Marcelo Tamay Poot)