Cubre el techo con lonas pero nadie le tiende la mano a pesar de tener dos meses desempleado por la pandemia, en Chumayel
CHUMAYEL, Yucatán.-– A don Luis Miguel Cauich Can ahora sí que le ha llovido sobre mojado: era empleado de una gasolinera, pero por la pandemia del coronavirus lo dieron de baja desde hace dos meses; además, vive en una humilde casita de paja a la que le entra el agua por todos lados. Por si fuera poco, a alguien se le ocurrió poner un enorme tope exactamente a la altura de la puerta de su vivienda, lo que hace que el agua se acumule y se mete a su propiedad.
Cauich Can nos comentó la difícil situación en la que ha vivido desde hace mucho tiempo.
Sin energía eléctrica
Algunos negocios de Mérida le regalaron dos grandes lonas publicitarias que colocó en el techo de su casa, pero aun así siguen las goteras y el agua se escurre por las viejas maderas.
Duerme en una cama individual colocada en un rincón del pequeño cuarto de tres metros de ancho por siete u ocho de largo, que es por donde menos entra el agua; no cuenta con energía eléctrica porque unos ladrones se llevaron todo el cableado.
Tampoco hay vidrios en las ventanas, de manera que se cuela no solo el fresco sino los moscos.
—“No hay más a donde ir. Aquí vivía yo con mi señor padre, él ya falleció de cáncer y me dejó esta casita de paja, pero he solicitado algunas lonas en empresas para contrarrestar este detalle mientras junto algún dinerito y mejoro mi casita”, explicó.
Cuando viene los tiempos de altas temperaturas, don Luis Miguel dice que prefiere salir a dormir en su cochera. En donde su papá cocinaba hay un pequeño tinglado que se ha ido cayendo poco a poco; dentro del cuarto se observa una pequeña mesa.
Despensas y carne
Don Luis Miguel reconoce que sí ha recibido despensas del Gobierno del Estado, al igual que de algunas empresas que han donado carne de puerco.
“Solo mi casita es la que quisiera poder arreglar porque el agua se mete, ya que las lonas no alcanzan a tapar todos los agujeros, imagínate –dijo al reportero–, la casa es de paja y tiene más de 35 años de construida”. A pesar de vivir en una de las calles más transitadas, exactamente frente al campo deportivo de béisbol, el gobierno municipal no le ha proporcionado ninguna ayuda.
“En ese aspecto, aunque tengan conocimiento de mi problema, siento que porque no voté por el actual alcalde, que no estuve inclinado hacia su partido, son muy dados a tomar este tipo de actitudes de ignorarnos, pero pues tampoco hemos coincidido para ver si me pueden echar la mano para evitar que entre el agua a mi casita, ojalá que el gobernador me ayudara a través del Instituto de la Vivienda con un techito, porque las bardas ya están armadas”, concluyó.
El entrevistado nos dejó su número de celular por si alguna autoridad tiene interés en ayudarlo: 9995 88 91 51.
(Texto y fotos José Luis Díaz)