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Yucatán

Artesanos y vendedores recorren calles de Mérida sin turistas ni ventas

Artesanos y vendedores de ropa típica recorren las calles del centro de Mérida ofreciendo sus productos pese a la falta de turistas por el COVID-19, reportan miles de pesos en pérdidas.
Foto: Óscar Suaste
Foto: Óscar Suaste

Las calles del primer cuadro de Mérida, los alrededores de la Plaza Grande, y todos aquellos lugares donde un domingo era común ver decenas de turistas, lucen ahora prácticamente vacíos debido a la pandemia por COVID-19 y, paralelamente, una buena cantidad de artesanos y vendedoras mayas de ropa típica siguen en las calles tratando de vender algo.

Las mujeres chiapanecas predominan. Ellas venden blusas y cubrebocas bordados, también pulseras tejidas y otras prendas.

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En grupos de dos o tres caminan por las calles ofreciendo su producto a quien pase por su camino.

Invierten, pero no ganan

Don José Baas vende hamacas y confirma que no hay ventas y que no hay para cuando se mejore la situación; en los últimos días, asegura, no sale ni para el pasaje o la comida.

“Está fría la cosa y estamos teniendo que vender barato, porque ahora hay días que vendes y otros días que de plano no se vende”, expuso.

Las hamacas que se fabrican en Sitilpech, comisaría de Izamal, se ofertan a un precio que va de los 350, la individual, hasta 650 pesos la king size, donde “cabe hasta una familia”.

“Antes, cuando estaba normal todo podías vender al menos una hamaca y si te iba bien pues ya vendías dos o tres, pero ahora hay días que nada. Por ejemplo, ayer no vendí ninguna”, expuso.

Dijo que hay una inversión muy grande que se ha hecho, en hilos y manos de obra, que podría ser por lo menos de unos 5 mil pesos en el mes, de los cuales se ha recuperado poco, pero con la esperanza de que la situación mejore.

Señaló que prácticamente toda la familia participa en la elaboración de las hamacas: su esposa las urde, él le coloca los brazos y sale a vender. 

“Todos hacemos algo, toda la familia allá en el pueblo. Mi esposa y otros urden las hamacas, yo les pongo los brazos, salgo a vender y pues espero siempre llevar algo para comer y que salga la inversión, pero a veces no se vende y tampoco es trabajo que se haga en horas, porque una hamaca tarda entre ocho o nueve días en hacerse”, comentó.

Por desgracia, expuso que el COVID-19 ha ahuyentado a los turistas y no hay a quien venderle, más que una u otra persona, turistas, unos cuantos que de pronto aparecen, pero la situación en general está muy difícil.

Bajan los precios

Guadalupe, una de las vendedoras se acercó ayer al reportero a ofrecer su mercancía y, en general, el precio que están dando es de 100 pesos las blusas bordadas.

“Son más caras, pero ahora las estamos dando a ese precio, para que se venda, porque no hay mucha venta. Cómprame una, está barata, y son bordadas, nosotros las hacemos”.

“¿Ustedes las bordan y también tejen las pulseras y todo lo que venden?”.

“Sí, somos de Chiapas, nosotras lo hacemos. Unas cosas las traen de Chiapas, pero también nosotros hacemos”, expuso.

“Veo que son muchas vendedoras que están hoy por acá”, se le comentó.

“Es que no hay venta, por esto del coronavirus casi no hay gente entonces todas nos juntamos en el mismo lugar casi”, señaló mientras observaba a sus compañeras que cerca platicaban en grupo esperando a que alguien pasara para vender algo.

Los precios que ofrecen van de 100 pesos las blusas bordadas; 15 las pulseras tejidas, y los cubrebocas bordados a 50 pesos y, según comentó, las ventas se han caído con la contingencia y, en particular, porque no hay turismo y, si acaso, una que otra persona se acerca a comprar.

En este sentido, no habló de cuánto ha perdido pues comentó que en realidad son productos que aunque ella elabora algunos hay un patrón que se los da a vender, pero sí reiteró que ha vendido muchos menos que antes.

Necesitan turistas

Julio García, quien vende cubrebocas bordados, señaló también que la situación es complicada porque no hay venta.

“En mi caso mi esposa hace los cubrebocas de lino que vendo en 75 pesos, y luego los llevamos a bordar con artesanas en un pueblo y es algo que hemos buscado para tratar de sobrevivir. Es de doble bordado, es un buen trabajo, pero hay poco turismo, pero lo que ayuda es que este artículo pues lo puede usar cualquiera, no sólo los visitantes”, expuso.

Señaló que el que más compra este tipo de artículos es el turista, pero a veces no hay venta, lo que a veces le preocupa porque ha invertido, en lo último, alrededor de 3 mil pesos, y ahora no ha recuperado ni el 10 por ciento.

“Por ejemplo, ayer no vendía nada y se siente gacho, porque pues esperas sacar para comer y cuando vendes uno o dos pues te tienes que comer el dinero, pero hacemos el esfuerzo para seguir adelante”, comentó.

Agregó que en momentos normales podías encontrar en la calle a 100, 200 o más turistas en la calle, y hoy a lo mucho en un día puedes ver a 10 o 15 y, desde luego, no todos tienen ganas de comprar porque también hay cierta desconfianza por el tema del coronavirus.

“El cubrebocas está bordado por los dos lados y se hace con máquina de pedal, hablamos de una artesanía, porque no hay dos iguales”, dijo.

Cabe destacar que en el caso de todos los artesanos y vendedores que caminan por las calles, tienen que lidiar con los inspectores de mercados del Ayuntamiento de Mérida, quienes se han relajado en estos tiempos, según comentaron, pero aun así les piden que se retiren de los alrededores de la Plaza Grande.

Por David Rico

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