La Península de Yucatán está conformada por rocas de origen marino en su mayoría, cuya composición química es principalmente carbonato de calcio y magnesio, por lo que de manera natural no contiene metales pesados.
Eso dijo ayer la Dra. Guadalupe Velázquez Olimán, experta en bioquímica aplicada a la hidrogeología, haciendo referencia al estudio de la UNAM que encontró metales pesados en la orina y la sangre de niños yucatecos, lo que no es resultante de una ingesta natural de agua o alimentos, sino de formas de contaminación que no se están evitando ni tratando, y que los están afectando en su salud.
Dijo también que, definitivamente, si esos metales pesados se encuentran presentes ya sea en suelo, ya sea en agua, eso tiene que ver con alguna fuente antropogénica, es decir, con alguna actividad humana que se esté desarrollando en la zona.
Explicó que la nota decía que en zonas de la costa, en puertos y en lagunas donde han detectado agroquímicos es que han medido estos metales, y ella buscó otras referencias en la Península y encontró que hay 2 ó 3 fuentes asociadas a petróleo, que es donde se puede ver la presencia de estos metales. Otras fuentes podrían ser algunos agroquímicos y, por ejemplo, el plomo podría estar relacionado con el tema de las baterías.
Dijo asimismo que, de los estados presentes en la Península, Mérida y Campeche son las ciudades más antiguas, son coloniales, y en ellas tenemos muchos siglos de actividades diversas y sobre todo en los últimos años se ha aumentado el tema industrial.
Basureros a cielo abierto
También algo que se ha aumentado en esa zona es que hay basureros a cielo abierto. Hay muchísimas comunidades pequeñas que tienen basureros a cielo abierto donde la gente va a tirar de todo.
Por otra parte, y lamentablemente, en la Península de Yucatán no tenemos suelos desarrollados porque como es una plataforma, no tenemos montañas que se erosionen, entonces no se generan suelos, los suelos que se tienen son de no más de 30 centímetros de espesor y, en la parte sur, tenemos un poquito más de suelos desarrollados, pero no son suficientes como para retener cantidades masivas de contaminantes.
Por otro lado, está el hecho de que somos una planicie elevada respecto al nivel del mar y eso hace que el manto freático, el acuífero, esté apenas elevado sobre el nivel del mar, y muy cerca de la superficie. Entonces a nivel de costa, siempre en los primeros 10 kilómetros, la profundidad a la tabla de agua del acuífero es de 6 metros, y eso hace que cualquier contaminante que llegue a la superficie se infiltre con bastante facilidad, porque no existen suelos que lo detengan y porque hay bastantes fisuras y oquedades por la disolución de la roca que provocan las lluvias. Y una vez dentro del acuífero, se van distribuyendo.
Propuesta
La Dra. Velázquez Olimán dijo también que, para poder mencionar con mayor precisión el tema de una contaminación severa, los colegas de la UNAM, y también la gente del CICY, han venido trabajando el tema de los metales pesados, pero hasta ahorita realmente ninguna de las publicaciones han sido estudios viables de una comunidad específica. Es un poquito vaga la información, por lo que es necesario realizar un programa de monitoreo integral y que sea a nivel peninsular, pues como explicó al principio, todo lo que se encuentre de metales pesados puede ser asociado a actividades antropogénicas.
Por otra parte, comentó que en los tiempos de la Colonia se desconocía alguna fuente específica de contaminación de este tipo, y tenemos siglos asentados en la ciudad de Mérida con actividades diversas y algunas no correctamente vigiladas, en tanto que otras se están vigilando, pero no existe una vigilancia en la aplicación de los reglamentos.
Dijo asimismo que, en la actualidad, en pleno Siglo XXI, existen muchísimas comunidades en Yucatán que no tienen Relleno Sanitario, sino basureros al aire libre, entonces generan tanto contaminación atmosférica como lixiviados, o sea, todos los contaminantes que se disuelven con el agua de lluvia y se filtran al acuífero, y esto en algunos casos ha sido por décadas. De manera que no es necesariamente desde el tiempo de la Colonia que tengamos este tipo de contaminación, sino que las actividades industriales se han venido promoviendo cada vez más. Por ejemplo, el estudio de la UNAM señala puntualmente que lo que acaban de detectar está asociado a acuíferos costeros, y particularmente al tema de los puertos, pero resulta que, como sabemos, los puertos reciben todo tipo de materiales, ya que un buen porcentaje de lo que recibe la Península entra por vía marítima.
Estudio integral
Incluso las gasolinas, químicos, mucha industria viene a través de los puertos.
Y los estudiosos de la UNAM señalan la zona portuaria de Progreso. Entonces, observa la entrevistada, sí vale la pena que se haga un estudio más integral en esta zona donde se puedan discernir las posibles fuentes de contaminación.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los basureros al aire libre en las comunidades reciben electrónicos, baterías, chatarra de refrigerantes, muchísimos objetos de todo tipo sin que nadie los recoja, y están ahí, afuera de los pueblitos. Entonces, si se ha detectado contaminación de cerca de comunidades, probablemente las fuentes estén asociadas a estos tiraderos al aire libre, pero igual para poder hacer algo debe haber estudios más puntuales acerca de esas zonas, igual que debe haber más interés de las autoridades en regular esos tiraderos. Se supone que hay toda una normatividad para el manejo de residuos sólidos urbanos, que lamentablemente no se ve aplicada en la mayoría de las comunidades.
Entonces, la falta de regulación, el correcto diseño, o la carencia incluso de plantas de tratamiento del agua, definitivamente están generando una dispersión de contaminantes orgánicos en el acuífero. Sin embargo, la mayoría de las zonas residenciales no serían la fuente principal de metales pesados, sino son responsables sí de contaminación orgánica por heces fecales, amonio, aunque es cierto también que entre esos residuales se pueden estar tirando fármacos que igual pueden estar contaminando el acuífero.
Granjas porcícolas
En este punto, la Dra. señaló:
"Podríamos hablar de que tenemos entonces diferentes zonificación de la contaminación. Las aguas residuales son principalmente responsables de la contaminación donde no existen plantas de tratamiento bien diseñadas, que estén bien reguladas, que tengan la capacidad adecuada para tratar el agua, entonces son responsables de contaminación orgánica con respecto a coniformes fecales, a fármacos, e incremento de la concentración de nitrógenos en el agua con sus derivados. Por otro lado, tenemos las zonas agroquímicas, todas las zonas de producción agrícola y asociadas, además a las plantas porcícolas , y esas asimismo son responsables de contaminantes orgánicos y en una concentración puntual todavía mayor que las casas, porque muchas de ellas tienen producciones altísimas que usan volúmenes muy altos de agua y que no están tratando adecuadamente, o que lamentablemente la están utilizando en zonas de riego, pero en la Península de Yucatán no tenemos suelo suficiente para absorber esas cargas excesivas de nutrientes. Entonces, finalmente se están percolando al subsuelo y eso está gravísimo. Sí hay, también, las zonas agrícolas donde están utilizando fertilizantes que probablemente vengan mezclados con algunos otros contaminantes no deseados".
Es importantísimo también señalar que la zona portuaria, y es a donde se refiere el estudio de la UNAM, recibe de todo y ahí no hay una vigilancia adecuada.
Comentó también que las granjas porcícolas requieren de volúmenes muy altos para su producción, igual que las de huevo, pues exportan y surten el consumo para toda la región, todo lo cual significa que usan millones de litros de agua al año. Son altísimos volúmenes de agua y, desgraciadamente, sí se vuelven focos de contaminación, pero ellos no producen la contaminación de los metales pesados, sino principalmente ellos están contaminando con el tema de coniformes y de exceso de nitrógeno y de fósforo en el agua. Las cerveceras también, como ocupan grandes volúmenes de agua, lo mismo, aunque tratan el agua, muchas veces no está bien tratada y están descargando algunas aguas que se infiltran al acuífero. Lamentablemente no tenemos suelos que nos ayuden a filtrar. Por ejemplo, en el Centro de México y Puebla, allá se formó un suelo que viene derivado de la erosión de las sierras y de los volcanes, entonces ahí hay un suelo que tiene 150 ó 200 metros de profundidad, y se hace un filtro natural, lo que va ayudando a que se retengan los contaminantes y algunos se alcanzan a deteriorar, ya no llegan tal como iban, pero acá nuestro suelo no tiene un efecto de filtración.
Los pozos
En el Centro de México, cuando se hace un pozo para llegar al acuífero, ese pozo tiene no menos de 150, 200 ó 250 metros de profundidad, pero acá en Mérida el agua está a 8 metros la primera capa y la segunda a 18 metros, lo que no es nada, y no tiene nada, ningún filtro natural que ayude a retener los contaminantes.
Es lo que pasa cuando las granjas porcícolas, para ayudar a dispersar el agua, tratarla o semitratarla, la descargan a los pastos, pues volvemos a lo mismo, no existe la manera de filtrar y llegan al acuífero contaminando.
La Dra. Guadalupe Velázquez Olimán tiene una maestría en el Instituto de Geofísica de la UNAM e hizo su doctorado en la Universidad de Norden, Illinois. Es directora del Centro de Innovación e Investigación para el Desarrollo Sustentable en Puerto Morelos, asociación civil enfocada a temas de desarrollo y planteamiento de estudios técnicos.
Por Roberto López Méndez