A pesar de que la Secretaría de Fomento Turístico indicó que todavía no hay fecha para la reapertura de playas, cenotes y zonas arqueológicas, el de la hacienda Mucuyché (Tortola de Madera), ubicado en la comisaría del mismo nombre y perteneciente al municipio de Abalá, reabrió sus puertas el pasado primero de septiembre.
Si bien un promedio de 40 a 50 personas por día acuden a visitar esa maravilla de la naturaleza, propia de la región, todos cumplen con las normas y medidas sanitarias para evitar contagios de COVID-19.
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Todavía no hay fecha para la reapertura de cenotes y zonas arqueológicas en Yucatán
No obstante, durante un recorrido por ese destino turístico se constató que la empresa cumple con todas las medidas sanitarias.
Además poseen los certificados de capacitación que exigen las autoridades del Sector Salud.
Las personas pasan por un filtro de seguridad, tanto a la entrada como a la salida de la hacienda, donde reciben gel antibacterial, luego pasan por un túnel desinfectante y al pagar sus boletos también reciben producto para limpiarse las manos.
Los recorridos se realizan cada hora, comenzando por el casco de la hacienda que fuera propiedad de la familia Peón durante cuatro generaciones, hasta que hace tres años fue adquirida por un particular que tuvo la idea de convertirla en un destino turístico.
En la zona, como se informa en nota aparte, hay otros tres cenotes que son administrados por cooperativas ejidales, pero sólo uno está abierto al público, pero igualmente se aplican medidas sanitarias a los visitantes.
En Mucuyché hay dos cenotes uno, conocido como Carlota por ser uno de los que visitó la emperatriz y el otro Cenote Azul, que por ahora se encuentra cerrado debido a que recibe trabajos de mantenimiento.
De acuerdo con información recabada, la hacienda comenzó como productora de ganado y llegó a tener mil 500 personas trabajando y atendiendo a unas 10 mil reses; posteriormente en 1847, con el boom de la producción de fibra de henequén, se dedicaron al cultivo del agave y cítricos. Lugar donde inclusive se producía un licor de agave mejor conocido como Chacpol.
La casa principal está adornada con arcos moriscos, con marcada influencia de los libaneses que llegaron a Yucatán y se mezclaron con los españoles.
Frente al edificio principal hay un enorme árbol que hace 36 años (septiembre de 1988) se cayó por los fuertes vientos del huracán Gilberto.
Ahí mismo los visitantes pueden conocer el lugar donde funcionaba la desfibradora o casa de máquinas, y donde actualmente el antropólogo Cristóbal Ortiz construye un museo con todas la herramientas y piezas que no fueron saqueadas durante los años que la hacienda estuvo abandonada, destacando una carreta con rueda de madera y acero con una antigüedad de más de 400 años.
El recorrido también incluye una visita a lo que fue la capilla, donde aún existen tres o cuatro imágenes de santos, excepto la del Cristo del Amor, cuyo paradero se desconoce.
Posteriormente se puede visitar la noria de donde extraían agua del Cenote Azul, que a través de una caverna subterránea se conecta con el Cenote Carlota; cuenta con un ojo de agua que se ilumina con la luz solar que traspasa las entradas de la noria.
La hacienda tiene una extensión de cinco mil hectáreas, pero sólo 300 son propiedad de su actual propietario, de las cuales 11 son las que cuentan con infraestructura para ser recorridas y donde los visitantes tienen acceso a restaurante, baños, circuitos, guías, salvavidas, etc.
El costo para visitar los cenotes es de 480 pesos y 280 para menores de edad y personas con credencial del Inapam; es un lugar tranquilo, espacioso, seguro, ideal para escapar del ruido y del estrés que hay en las grandes ciudades.
Cenote Kankiriché
Por su parte, Jorge Canché Pech y su primo Humberto Canché, encargados del cenote Kankiriché, ubicado a unos cuatro kilómetros de la comisaría de Mucuyché, explicaron que ese ojo de agua estaba cerrado hace más de cuatro meses y debido a que ya cuentan con las constancias de capacitación sobre los protocolos de salud, decidieron iniciar operaciones hace ocho días, porque hay personas aficionadas al buceo que acuden a ese sitio atraídos por las cavernas que hay en su interior.
En ese sentido comentaron que los primeros días sólo acudían cinco o seis personas y actualmente son 25 a 30 en horario de nueve de la mañana a las 17 horas.
En ese sitio Karina Xiomara Hernández Ramírez, de San Cristóbal de la Casas, Chiapas, dijo que el lugar es muy tranquilo y el agua esta templada, por lo que uno se puede bañar tranquilamente, e incluso los menores de edad, pero en una parte delimitada, donde la profundidad es de un metro con 50 centímetros.
Por Víctor Lara Martínez