Doña María Alejandra Euán y de Pau, una de las mujeres más longevas de este puerto, con 103 años, tiene una lúcida memoria y en entrevista dio a conocer que antes que nada agradece a Dios por los años de vida que le ha concedido y comentó que jamás pensó vivir una pandemia como el COVID-19.
Sus padres fueron Amado Euán y Francisca y de Pau, esta última de origen español avecindada en este puerto.
Vive con su hija Magdalena, que ha sido la compañera de sus años, tiene una nieta y considera a sus vecinos una gran familia. Cuando sale de su casa utiliza una silla de ruedas y un burrito para movilizase en su hogar.
Aún cuenta con muy buena memoria y sus ojos azules distinguen muy bien las imágenes, se siente halagada de ser una de las personas más longevas de este puerto, pero la asombran los cambios que ha vivido a través de los años.
Dijo que: “nunca pensé que el tren dejara de existir en el puerto de Progreso, hoy los teléfonos son carteritas, los jóvenes saben muchas cosas que prácticamente no comprendo”.
“En mi juventud me dediqué a servir la comida en un hospital que hoy es el Centro de Salud, pero en aquellos años se le llamaba la sanidad, mi vida hasta hoy es bella, la disfruto con mis familiares, diariamente al amanecer le doy gracias a Dios por permitirme un día más con mis seres queridos, es muy reconfortante la familia, creo que lo que acaba a los adultos mayores es el olvido, pero cuando hay cariño verdadero la vida es diferente."
“Los años cambian la vida, los seres amados poco a poco se van, entre éstos familiares y amigos, pero los que estamos nos disfrutamos mutuamente, también desde donde me encuentro debo tener conciencia que hay que estar preparada para cuando Dios nos llame a su presencia, porque la vida no es eterna”, finalizó.
Julio Jiménez Mendoza