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Toros de lidia son sacrificados por la cancelación de corridas en Yucatán

Los toros de lidia han tenido que ser sacrificados para vender su carne a mitad del valor de su crianza; este sector en Yucatán atraviesa una crisis debido a la cancelación de las corridas.
Fotos: Cuauhtémoc Moreno
Fotos: Cuauhtémoc Moreno

La fiesta de los toros es otro de los sectores que se han visto muy afectados económicamente por la pandemia de COVID-19 que azota el mundo, perjudicando a cientos de personas por la cancelación de las corridas, que son el modo de ganarse el sustento para sus familias.

Uno de los rubros dentro de esta actividad que está paralizada, ya que no sólo han dejado de ganar, es el de los criadores del toro bravo, que no han tenido “salida” para los bureles.

Al no poder llevar a sus toros de lidia a las ferias y cosos, muchas de estas ganaderías en el Estado se han visto en la necesidad de venderlos como carne en los rastros, ya que les es imposible tenerlos más tiempo.

“El tener una ganadería de crianza de toro bravo no es nada sencillo, lo hacemos por amor a la fiesta, ya que se invierte el doble en la cría de estos animales con respecto a las razas de carne”, señaló al POR ESTO! Fernando Páramo, dueño de la ganadería “La Ceiba”, una de las más tradicionales de Yucatán, que nos abrió las puertas del coso.

En Yucatán hay 7 ganaderías de toro de lidia debidamente registrados ante la Asociación Mexicana de Criadores: La Ceiba, Quiriceo, San Salvador, Sinkeuel, Aranda, San Martín de Porras y Emilio Loret de Mola.

“La situación no ha sido nada sencilla, tenemos 6 meses sin que hayan corridas y sin poder llevar nuestros toros a los cosos, yo tenía vendidas varios animales para diferentes festejos, pero debido al cierre de los eventos masivos me quede con ellas, y en este momento ya no tengo espacio para ellos”, dijo Didier Martín, de San Martín de Porras, quien cuenta con cerca de 250 vientres de estos animales en su rancho.

Una de las características de estos animales es que no pueden estar juntos al menos que sean miembros de una misma familia, de lo contrario se pelearían hasta morir, por lo que tienen que estar divididos en lotes.

Pero, al llegar a cierta edad, la misma bravura de los bureles los hace pelear por el dominio, aunque sean de la misma familia, razón por la que no se pueden quedar juntos y es cuando se venden para las corridas.

“Todas las ganaderías de toros de lidia hemos mantenido a nuestra gente, no hemos despedido a nadie, el trabajo que realizamos es muy especial, por el tipo de cuidado y movilidad que se le da a estos animales que son peligrosos, por lo que nuestros empleados son muy especializados en su manejo”, comentó Didier Martín.

Venta de ganado en rastro

Varias de las ganaderías han decidido, por razones económicas y de espacio para las nuevas camadas, venderlos como carne, en lugar de hacerlo para lo que fueron criados, como toro de lidia.

“Por la falta de corridas mucho de nuestros animales se han ido quedando, al llegar a cierta edad, los astados comienzan a pelearse entre ellos y pueden matarse, por lo que decidimos llevarlos a vender al rastro”, comentó Ángel Díaz, dueño de Quiriceo.

Los diferentes ganaderos con los que platicamos señalaron que es una leyenda el que la carne de toro de lidia no es bueno para el consumo humano, pero a decir de ellos el sabor y la consistencia es muy buena.

“Se cree que esta carne no es buena para el consumo pero esto no es verdad, es un poco más roja, y muchos dicen que es algo más dura, pero es muy rica, de hecho, es una costumbre de muchos años en los pueblos que después de las corridas se venda el animal que fue matado en el coso, incluso se hace una larga cola para comprar el famoso chocolomo”, añadió  Ronald Aranda, dueño de la ganadería “Aranda”.

De hecho, en una plaza de segunda de gran importancia en el Estado, la “Avilés” en Motul, hay un puesto de carniceros a un costado de la entrada principal donde se vende la carne del animal: y en la “Mérida”, la plaza más importante del sureste, el ganado después de ser lidiado y del post morten, se vende a un carnicero.

“Ya tenemos 6 meses sin corridas y teniendo a los animales parados tuvimos que decidir mandarlos al rastro, no es lo que quisiéramos, ya que es una pérdida enorme, no sólo en lo económico, sino del trabajo del ganadero del cuidado que le damos para verlo en una plaza”, manifestó Ángel Díaz.

“Esperas entre 3 o 4 años a un toro para verlo en el coso, y no poder hacerlo es un trabajo truncado, es un animal que desde que nace se le tiene todos los cuidados, no sólo con la vacunas necesarias, sus desparasitantes y medicinas, tenemos que ver que la madre tenga suficiente alimento para producir leche y si no, tenemos vacas lecheras que nos sirven de nodrizas”.

Además los ganaderos cuidan mucho de la cruza ideal para que los animales tengan el trapío, la bravura y nobleza que se busca en estos animales de la fiesta brava.

“Hay la necesidad de venderlos al rastro porque ya viene en proceso otra camada que necesitan de espacio para su crecimiento; si lo dejamos crecer más tiempo esos animales ya se vuelven muy difíciles de vender para una plaza”, dijo el de Quiriceo.

Agregó que ellos, hasta el momento, han tenido que vender como carne a 45 toros, afectando fuerte su economía, ya que lo que se invierte no corresponde a lo recibido si se manda al rastro.

“El abastecedor te lo agarra a precio de cuchillo, ahora lo están comprando a 32 o 33 pesos el kilo, nos pagan por cada uno entre 13 y 15 mil, cuando debimos venderlo entre 40 y 45 mil para lidia”.

Al respecto, Fernando Páramo señaló que al venderlo como carne sólo se recupera alrededor del 25 por ciento del valor del crecimiento del animal, ya que se tiene que dar el doble de tiempo que a un toro de engorda.

“El toro de lidia es un animal súper orgánico, no se le da ningún tipo de hormona de crecimiento, solo se le alimenta con productos naturales, lo que hace su carne muy buena; sin embargo, no es esa la función para la que es criado, son crecidos para salir al ruedo a demostrar su bravura natural y por ahora no podemos hacerlo por culpa del Coronavirus”, dijo el dueño de “La Ceiba”.

Doble afectación

Para algunos de estos ganaderos, este año ha sido de doble afectación, ya que, además de la pandemia, la tormenta “Cristóbal” que trajo muchas lluvias en el mes de junio dejó sus tierras inundadas.

“Este año fuimos doblemente afectados, no sólo por la cancelación de las corridas, sino por las afectaciones que nos dejó la tormenta “Cristóbal”, la cual nos inundó muchas tierras y mató a varios de nuestros animales”, comentó Ángel Díaz.

Esta tormenta tropical azotó la península de Yucatán en el mes de junio pasado, provocando inundaciones por su gran descarga de lluvia que se dejó sentir.

“En la inundación se nos murieron varios animales, pero igual nos mató varias hectáreas de zacate que nos sirve de forraje para los toros, y hasta el momento seguimos con tierras inundadas de siembra mecanizada”, añadió.

En el caso de Quiriceo, esta ganadería se encuentra en el cono sur de la península, donde se sintió más la afectación.

Todos los ganaderos coincidieron que hasta el momento no han tenido ningún tipo de ayuda del gobierno, pero mantienen activas sus ranchos y las fuentes de trabajo.

“Esto lo hacemos por amor a la fiesta brava, es algo que nos apasiona y queremos transmitirlo a través de lograr el toro perfecto, con la combinación adecuada de fuerza y bravura, que nos proyecte en el ruedo ese sentimiento que sólo los mejores toros nos dan”, concluyó Fernando Páramo.

Durante la visita a “La Ceiba”, los ganaderos pusieron un par de novillos que fueron tentados por los hermanos Lagravere, los matadores Michelito y André “El Galo”, animales que mostraron esas cualidades que buscan los ganaderos.

Por Marco Antonio Sánchez Solís

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