Uno de los oficios que ha ido desapareciendo con la modernidad es el de afilador, aquel que pasaba por las calles de Tixkokob y enseguida se le identificaba con el sonido de su armónica que se escuchaba a lo lejos.
"Desde que escuchábamos la musiquita de la filarmónica salíamos a la puerta con cuchillos, tijeras, coas, etc. para que les saquen filo, dijo doña Carmen García, quien reconoció que ahora ya no es así.
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Sin embargo, nos encontramos el día de ayer en el mercado al afilador Román Castillo que estaba sacándole filo a los cuchillos de uno de los carniceros con su herramienta consistente en una rueda de pedal con su correa que hacía girar la piedra para afilar. El afilador permaneció poco más de una hora afilando cuchillos de los matarifes dentro del mercado.
Según explicó el propio afilador, muchos que se dedicaban a este oficio lo fueron dejando pues ya no les rendija económicamente, y yo soy uno de los pocos que lo sigo haciendo porque tengo a mis clientes y vengo seguido a Tixkokob.
Entre ellos está la familia Madera que tiene su mesa de venta de carne en el mercado y es ahí donde voy primero a afilar sus cuchillos y chairas, al terminar el trabajo salgo ya a caminar por las calles de la población donde también ya me conocen y tengo clientes, dijo el afilador que es de Mérida. El costo por afilar es de 20, 30 y hasta 50 pesos según la herramienta
"Lo más duro de este oficio es tener que caminar bajo el sol por calles y colonias buscando que salgan los clientes, señaló.
Doña Luz Escobedo dijo que ya no hay afiladores, y que hasta raro se ve que este señor siga ejerciendo este oficio actualmente con tanta tecnología. También dijeron que antes cuando se trabajaba el henequén los campesinos utilizaban al afilador para sacarle filo a sus coas, machetes y hachas…Pero todo se acabó.
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RC