Yucatán

Consejo maya analiza proceso legal contra granjas porcícolas de Kekén

Consejo Maya afirma que urgen medidas para proteger a la flora y fauna de Celestún y Kinchil
La gravedad de la contaminación del agua utilizada para el riego, provoca un degradamiento químico del suelo / Martín Zetina

Después de que cuatro meses de haber realizado la consulta popular, para determinar si quieren o no tener cerca a las granjas porcícolas de Kekén, en las comunidades de Celestún y Kinchil aún siguen analizándose el proceso legal con lo que procederán en contra estas empresas, así lo platicó Alberto Rodríguez, vocero del Consejo Maya, quien comentó que se deberán tomar medidas urgentes, ya que “la gente (se) enferma por el consumo del agua contaminada y para la siembre tampoco sirve”.

En ese tenor, advirtió que de contaminarse la ría Celestún, a causa de las granjas porcícolas, sería un desastre ecológico, ya que moriría el mangle y la fauna endémica de la región.

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“Lo más grave es que desaparecerían los peces que alimentan a los flamencos. Celestún tiene la reserva de esta especie más grande de la península”, señaló Rodírguez, quien añadió que continúan analizando el proceso legal para contrarrestar el daño a estos cuerpos de agua.

Por lo anterior, el vocero del Consejo Maya indicó que, de la granja porcícola de Kekén al cenote que alimenta a Celestún y Kinchil se ubica entre 9 y 11 kilómetros de distancia, mientras que del cenote a la zona costera serían 17 kilómetros. Esta última área es considerada un refugio faunístico de especies endémicas, como árboles de maderas finas y el mangle rojo.

En el caso de Kinchil, los pobladores demostraron abiertamente estar en contra de la granja, debido a las afectaciones que sufren por la contaminación del agua.

“Antes, cuando iba a la milpa, podía tomar el agua del cenote sin preocupación. Ahora tengo que llevar una botella desde mi casa, porque se que ya no está limpia el agua”, aseguró don Pedro.

Por su parte, Fausto May, excomisario de Kinchil, acusó al alcalde Valentín Pech, quien ya se reeligió por segunda ocasión para gobernar al municipio del mismo nombre, de permitir que la granja continúe trabajando a pesar del impacto ambiental que ocasiona con sus procesos.

“Él pagó desde el Ayuntamiento 500 pesos para que votaran a favor, y la empresa presionó a los trabajadores para que estuvieran del lado del criadero”, afirmó.

Mientras que en Celestún, un poblador, quien quiso guardar el anonimato, opinó que a pesar de haber ganado la consulta ciudadana en contra de las granjas porcícolas, no se han tomado las medidas necesarias o las que esperaban, para sancionar dichos criaderos y mitigar así los efectos de la contaminación del agua, ocasionados por la granja de Kekén.

Cabe señalar que desde 2020, Greenpeace realizó un análisis de ocho muestras de agua de distintos pozos que están conectados con la granja de Kekén, de las cuales, cinco presentaron índices por arriba de lo marcado por la NOM-001- SEMARNAT- 1996, el cual establece los límites permisibles de contaminantes en las descargas de aguas residuales es de mil y dos mil como número más probable (NMP) de coliformes fecales por cada 100 ml para el promedio mensual y diario.

Al respecto, la Investigadora Científica, Yameli Aguilar Duarte del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, explicó que por su ubicación geográfica, la tierra sobre la que está situada la granja no es apta para recibir las aguas residuales que produce, pues dijo el terreno tiene características muy particulares, “los mantos acuíferos están a flor de piel y con muy poca profundidad, por lo que se contaminan muy fácilmente, además de que es una zona de alta fragilidad y el suelo es delgado”.

Explicó que la gravedad de la contaminación del agua utilizada para el riego, provoca un degradamiento químico del suelo, ya que este se saliniza y ya no es apto para la agricultura, pues no hay fruto que aguante los niveles de sal tan altos.

“Además de que se convierte en un foco de contaminación, que puede provocar un desequilibrio, no solo en ecosistemas de agua dulce, sino en el mar, ya que al degradar el suelo y no ser capaz de retener los restos orgánicos, estos se filtran a las aguas subterráneas y viajan a la costa, entrando en contacto con todas las especies que viven ahí y que son de consumo humano”, puntualizó.

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aarl