Los principales baluartes en las jornadas de vacunación son las enfermeras y enfermeros, quienes tuvieron que superar sus miedos para afrontar el reto de combatir el COVID-19, hace más de un año.
El Sindicato Nacional de Trabajadores del Sector Salud de Yucatán Sección 67 (SNTSA) reveló en su momento que, de marzo de 2020 a enero de 2021, hubo más de mil elementos del sector salud que se contagiaron.
De entre estos casos, 574 fueron personal de enfermería, que estuvo casi un año al “pie del cañón”, hasta que pudo recibir la inmunización. A partir de ahí, su importante labor se intensificó, pues son los encargados de aplicarles su dosis a cada sector de la población, durante seis días.
En ese lapso, cumplen turnos seguidos de 12 horas, de las 7:00 horas a las 19:00 horas,
Asimismo, les tocan diferentes sedes para ir a trabajar. Eso no ha sido un problema, ya que muchas enfermeras están acostumbradas a no estar en un centro de salud fijo en sus jornadas habituales, al no contar con una base.
Y si de temor se trata, ese ya no existe. “Al principio sí sentías miedo, pero una vez que recibes la vacuna, te sientes en confianza”, comentó L.A., quien cuenta con dos dosis de Pfizer.
La enfermera con ocho años de experiencia se dijo motivada por la disposición de la gente por inmunizarse, especialmente los adultos mayores, a los que atendió recientemente en el Centro de Convenciones Siglo XXI.
“Hacen su esfuerzo por venir, aunque les cueste trabajo”, valoró al destacar que a la sociedad le ha quedado claro el mensaje de que “hay que cuidarse”.
Ese es el caso de L.A.P.M, quien no tiene un puesto fijo y labora en diferentes sitios, entre hospitales, centros médicos y ahora en las jornadas de vacunación.
Por su parte V.A. afrontó la pandemia con valentía. “Es quitarse el miedo y concentrarte en tu trabajo”, afirmó.
Ella fue inmunizada a inicios de año y desde entonces ha estado girando por todo Mérida.
“Ya hasta perdí la cuenta”, se sinceró sobre las jornadas de vacunaciones en las que ha estado desde marzo de este año.
Por su parte, L.M. indicó que “el miedo, más que por una misma, era por la familia, por no querer contagiarla”. Lo cierto es que las enfermeras y enfermeros fueron los que más expuestos estaban al COVID-19 y, por lo mismo, se enfermaron en mayor medida.
De los extenuantes, se dijeron acostumbradas, pero que lo más complicado es tener un tiempo para comer. “La gente de repente no para de llegar”, señaló L.M., quien ayer, apenas tuvo un respiro para almorzar. En tanto, L.A. apuntó que “está en nosotros evitar que se amontonen y atenderlos rápido”.
En ese sentido, recordó que el primer día de la tercera dosis de AstraZeneca en el Siglo XXI, resultó la más complicada. “Veías muy cansadas a las personas luego de esperar, y te aplicabas más” para que pudieran irse a casa.
Para el segundo día, hubo mayor fluidez en las entradas y salidas de los “abuelitos”. Gran parte del mérito fue del personal de enfermería. “El salón está dividido en 26 módulos y en cada uno de ellos tiene que haber al menos tres enfermeras”, explicó L.M.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en México laboran unos 475 mil profesionales de la enfermería, en su mayoría mujeres (70%). De esta cifra, unos 83 mil pertenecen a Yucatán.
La Secretaría de Salud de Yucatán informó, previo a la vacunación de los jóvenes de15 a 17 años, que más de 2.3 millones de personas fueron vacunadas desde enero, con al menos una dosis.
Y hasta el inicio de la tercera dosis a los adultos mayores, han llegado al estado más de 3 millones de vacunas contra el COVID.
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JG