Yucatán

Tres generaciones fomentando la tradición de las veletas en Yucatán

A través de una entrevista, Darío Álvarez narró la historia de este artificio básico en las casas yucatecas
Actualmente la más alta es de 10 metros porque el cerebro de molino es más eficiente. / Edwin Aguilar

Tal vez Mérida no vuelva a tener un panorama de Palmeras y Veletas como la describe el compositor jalisciense José “Pepe” Guizar Morfín, en su canción Ciudad Blanca, ya que muchas estructuras fueron desapareciendo al ser destruidas por los ciclones y otras al caer en desuso por la contaminación del manto freático; sin embargo, al interior del estado todavía son consideradas como herramienta fundamental entre los productores del campo, especialmente para los propietarios de ranchos y criadores de cerdos, entre otros, dijo el director de Veletas Álvarez, Darío Álvarez Adrián.

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El empresario explicó que pertenece a la tercera generación en ese ramo, el primero fue su abuelo Raymundo Álvarez Canto, quién comenzó a incursionar en esa rama comercial, armando e instalando los molinos de viento que se vendían en la ferretería El Candado, que estuvo ubicada en la calle 60, cruce con 65 del centro de la ciudad, en el año de 1880. Las estructuras llegaban por ferrocarril procedente de la ciudad de Chicago, donde se encontraba la casa matriz de Aermoto Chicago Co.

Para instalar una veleta hace 111 años, se requería de cinco días a una semana, con el paso del tiempo se fue mejorando el sistema y tardaban tres días o menos y actualmente en cuestión de cinco a seis horas.

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Con el paso de los años, su papá Raymundo Álvarez Madera se hizo cargo del negocio, como lo hasta la fecha. Él se unió hace siete años al hacerse cargo de la sucursal Mérida para atender los mercados de la región Sureste y él se quedó en el Oriente del Estado, donde cada vez hay mayor demanda, ahora que muchos productores han entendido la importancia de las energías limpias. Por eso ahora se pueden observar muchas estructuras tanto en el Oriente como en el Sur del estado.

“A diferencia del siglo pasado, las veletas ya no se traen de los Estados Unidos, sino que se construyen en el estado en tres diferentes dimensiones, producto que más se planean registrar como marca yucateca”, dijo.

Insistió que en Mérida muchas veletas fueron destruidas por los huracanes que han azotado al estado, debido a que mientras más profundo sea el pozo, las veletas requerían mayor altura, las cuales eran muy vulnerables a los fuertes vientos, sobre todo las ruedas de doce pies que eran las de mayor calibre, las restantes eran de diez y ocho pies, tres y dos, así como 40 metros de diámetro, con una altura de doce, quince y dieciséis metros de altura.

Actualmente la más alta es de diez metros, porque los pistones, o el cerebro del molino, ahora son mucho más eficientes. Dichos aparatos funcionan con vientos de 20 kilómetros por hora en adelante.

Por otro lado, dijo que actualmente hay otras marcas de veletas, pero las que ofrecen mayor garantía y funcionamiento eficiente son las que se fabrican en la entidad porque la mayor parte de las piezas se fabrican en el estado, inclusive envían refacciones hasta el estado de Chihuahua.

Álvarez Adrián dijo que con buen mantenimiento una veleta puede funcionar más de cuarenta años, al grado que las pocas antiguas que hay en Mérida, algunas pueden funcionar, maquinaria que hoy día es utilizada para sistema de riego en ranchos, granjas porcícolas, cultivos de maíz, calabaza, etc.

Comentó que estuvo investigando y logró averiguar que la primera veleta de la ciudad fue instalada el 30 de marzo de 1880 en casa de unos alemanes, de apellido Crasseman, hoy Quinta Iturralde, a unos cuantos metros del Parque Zoológico del Centenario.

Antes de que se instalara la primera veleta las personas obtenían agua de pozo que extraían con ayuda de un cubo, una soga y a pulso, pero y a partir del 1900 la ciudad contaba con numerosas veletas instaladas.

SY