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Yucatán

Venta de guayaberas continua en crisis en Tekit

Mucho productores han optado por vender batas médicas hasta cubrebocas temáticos
Sus bodegas continúan repletas debido a la falta de ventas
Sus bodegas continúan repletas debido a la falta de ventas / Carlos Ek Uc

A casi un año de la contingencia epidemiológica por el COVID-19, los fabricantes de guayaberas de la villa siguen buscando alternativas para sobrellevar los efectos de la severa crisis económica que ha propiciado que las ventas caigan hasta en un 90 por ciento.

En una visita a la Capital de lasGuayaberas, algunos productores de la importante prenda en Tekit compartieron los efectos de la pandemia a lo largo de 11 meses, así como la manera en que han sorteado la situación y cuál es el panorama y los desafíos para este 2021.

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En enero del 2020, varios productores culminaban con una jornada de buenas ventas del mes de diciembre del 2019. Inmediatamente, se alistaban para participar en varios eventos turísticos en la entidad y varios estados del país, programados durante los primeros meses.

“Veníamos de haber vendido bien en diciembre (2019) e invertimos parte del capital en la producción de prendas con la esperanza de vender en los eventos turísticos. Ya estábamos listos y se cancela todo”, platicó Yolanda Gil Ek, de la fábrica de guayaberas “Confecciones Santos Gil”.

En marzo del 2020, se implementó la “cuarentena” que se había anunciado que duraría un mes. Tras prolongarse a varios más, la inversión se quedó estancada, el capital y los ahorros se fueron gastando poco a poco; el pago a proveedores se retuvo y los que tenían préstamos con el banco solicitaron prórroga.

“Pasó un mes, dos meses, tres meses y nada. El guardadito se fue. Las bodegas estaban llenas de productos, pero no tienen salida. Lo poco que hemos podido lograr es de los años que hemos trabajado”, externó José Chan López, de 56 años, de la fábrica de guayaberas “Chan L”.

Acompañado por Isidro Alonzo Acosta, de 56 años y propietario de la fábrica de guayaberas y filipinas “Aidé”, Chan López recordó sus inicios en la confección de guayaberas décadas atrás y cómo el esfuerzo de formar un patrimonio se veía afectado como otros sectores de la sociedad.

“En un principio iba apoyando a mis trabajadores, pero luego no hubo trabajo y me quedé sin capital. Les hablé claro, les dije que ya no tenía forma de apoyarlos. Nos está costando mucho la pandemia, ya ni podemos liquidar porque no hay recursos”, externó Isidro.

Por su parte, Yolanda Gil Ek, quien mantiene vivo el legado de su padre, externó que asumiendo la gran responsabilidad con sus empleados y consciente de la situación, se las ingenió para seguir apoyando a sus empleados cuando ya no había trabajo.

“Les dábamos un apoyo significativo, algunas veces sacrificábamos algunos toros que teníamos y los apoyamos con carne. A mis empleados los ayudé de poquito a poquito buscando opciones de trabajo”, precisó.

Ante un panorama difícil y de incertidumbre, los fabricantes de la comunidad detuvieron temporalmente la producción de las tradicionales prendas para dar un giro al negocio, a través de la confección de cubrebocas para sobrellevar la situación.

La infraestructura industrial con la que cuentan apuntaló el cambio e impulsó el giro en el negocio que hasta la fecha juega un papel importante en la economía de la villa. Los productores hallaron una alternativa laboral en la elaboración de la mascarilla.

“Comenzamos a maquilar los famosos cubrebocas desechables donde te pagaban de 50 hasta 90 centavos por cada una. Lo que hicimos fue repartir el trabajo a los empleados, en realidad no le ganabas nada, pero eso nos ayudó a mantener la situación”, indicaron.

“El Guayabocas”

Sin embargo, al ver que la maquila de cubrebocas desechables era mal pagada, incursionaron en la elaboración de dichas mascarillas lavables de varios modelos, formas y capas. El salto de la “Guayaboca” a través de las redes sociales, impulsó más la demanda de dichas prendas.

A la par con dicha actividad, otros fabricantes buscaron más opciones laborales hasta la confección de batas quirúrgicas para damas y caballeros. Ciertamente, no era su especialidad, pero contaban con el equipo y se adaptaron a la demanda.

Posteriormente, por varias semanas, algunos productores comenzaron a confeccionar uniformes y chamarras como parte de un programa del Gobierno del Estado. Eso representó un alivio para seguir sobrellevando la crisis; “no había ganancia, pero salía para pagar a los empleados”, afirmaron.

Con la gradual reactivación económica, comenzaron a fluir algunos pedidos para algunos fabricantes; “A veces había pedidos de una docena de prendas, 15 o hasta 20 guayaberas para enviar a alguna parte de la República”.

Retos y desafíos

Ya para los meses de octubre, noviembre y diciembre, hubo registro de ventas que ayudaron a darle salida a varias de las prendas que estaban en bodega y para el pago de proveedores. “Definitivamente, la reactivación económica ha sido un respiro para nosotros”, aseveró Luis Felipe Tun Ché, de 49 años, de la fábrica de guayaberas “De Tun”.

Los productores puntualizaron que, por la pandemia, en el 2020 no hubo registro de utilidades; “las pequeñas y medianas empresas seguimos pedaleando y luchando para buscar la manera de sobrevivir, el año pasado sobrevivimos con recursos propios, llámense capital, guardadito o ahorro”, aseveraron.

“Hemos buscado una serie de alternativas para reactivarnos, a lo largo del año fue muy poco lo que se pudo vender en comparación con años anteriores. Se puede decir que de un 100%, solamente hemos logrado vender un 10%, las ventas bajaron cerca de un 90%”, platicó Gil Ek.

Cada año, los meses de enero y febrero representan un periodo de bajas ventas para el sector textil en el municipio; “este febrero es uno de los peores meses que hemos tenido desde que inició la pandemia, las ventas han estado por los suelos, normalmente febrero es un mes crítico y ahora con la pandemia es peor”, precisó José Chan.

Para este 2021, los fabricantes de guayaberas y demás prendas, esperan que la situación mejore para beneficio de todos los sectores de la sociedad, pese al panorama de incertidumbre que se mantiene al acecho.

Un llamado a la ciudadanía

Los productores puntualizaron en las medidas de higiene y prevención para una urgente reapertura total de las actividades. “Todo depende de la ciudadanía, que comprendan la importancia de retomar y mantener las medidas de cuidado, si hay casos no hay reapertura, si no hay reapertura no habrá activación económica”, enfatizaron.

Asimismo, lamentan la apatía de cierto sector de la población que, ante la noticia de la vacuna, han bajado la guardia y han hecho a un lado el uso del cubrebocas, la sana distancia y demás medidas sanitarias para evitar el contagio y la propagación del virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19.

“Necesitamos urgentemente una reapertura para no morir. Para ello, es importante que la gente se siga cuidando. La pandemia nos ha pegado fuerte, será como comenzar desde cero”, precisó Felipe Ramírez, que se dedica a la maquila de prendas de lino fino y quien actualmente elabora Guayabocas.

“No sabemos por cuánto tiempo continuará esta situación, es un año incierto, será otro año más sin ingresos y de subsistir. Aquí seguimos hasta donde se pueda. Esperemos pueda haber algún apoyo o proyecto para reactivar el trabajo”, culminaron los productores.

En Tekit hay cerca de 250 negocios informales, de los cuales un 20 por ciento son formales. La mayoría de los informales trabajan desde sus hogares y venden en mínimas cantidades o les maquilan prendas a empresas.

Sin duda, la contingencia sanitaria vino a renovar la industria de la guayabera en el municipio, que en los últimos meses se ha transformado para mantenerse y hacer frente la crisis económica.

SY

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