Cuauhtémoc Jacobo Femat, integrante del Consejo Ciudadano por el Agua de Yucatán, dijo que la contaminación del suelo y el subsuelo por las granjas porcícolas es muy grave, porque tan sólo en 2019 la agrupación Greenpeace detectó que había 410 granjas en toda la entidad, la mayoría de Kekén, que en conjunto estarían criando y procesando más de 2 millones de cerdos que generarían miles de toneladas de desechos y que no hay la capacidad para el tratamiento de las mismas.
“Con la visita de Greenpeace en 2019 que se tuvo oportunidad de visitar a funcionarios de la Seder, se hablaba de una cifra de 410 plantas, prácticamente en todo el territorio de Yucatán y se hablaba de un inventario de cuántos cerdos se mantienen dentro de las granjas, en un ciclo, desde que son lechones, más de 2 millones de cerdos y que cada uno de ellos tiene excretas, de aproximadamente de entre 4 y 5 kilos diarios”
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“Esto da una contaminación de miles de toneladas diarias, semanales, al año, por desechos, que en realidad no tienen el tratamiento adecuado, porque si se trata en biodigestores necesitan un tiempo estimado de dos meses o tres meses mínimo, para que las bacterias puedan hacer su trabajo y las excretas convertirse en lodo, pero no se tiene la capacidad de tratar tanta agua residual contaminada”, comentó.
Agregó que en este estudio, se vio una afectación, sobre todo en el Poniente, donde en pozos y un cenote, se vio que había heces fecales, nitratos, nitritos, porque el tema tiene también que ver con la alimentación que se le da a los cerdos y que no alcanzan a digerir, porque sólo el 40 por ciento lo digieren y lo demás lo desecha el puerco.
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“Todo esto forma amoniacos, que es lo que huele la gente donde hay un riego con estas aguas. Lo que huelen es amoniaco y el problema es que el manto freático aquí en el Poniente, en esta zona de Celestún, por ejemplo, está a 2 o 4 metros y lo tenemos prácticamente a flor de piel y todo se filtra al acuífero, porque tenemos un suelo kárstico”, comentó.
Agregó que los mapas de corrientes subterráneas muestran que el flujo de agua subterránea viene desde la parte Sur a la costa Norte y al Poniente, donde están las granjas de Maxcanú y Kinchil, y hacia la Reserva de Celestún.
“El riesgo más grave es que empiecen a contaminar las fuentes de abastecimiento de agua y la zona de la reserva, donde hay una gran cantidad de especies”.
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“Es el único lugar donde anidan los flamingos y permanecen todo el año y esta situación se siente no sólo en el Poniente, sino en muchas otras zonas donde hay granjas porcícolas y se siente la contaminación del aire y la tierra; los campesinos del programa Sembrando Vida que riegan con agua de pozo señalan que se están muriendo las especies, porque es agua contaminada”, comentó.
GH