Las detenciones arbitrarias por parte de policías municipales y estatales en el estado se han normalizado, debido a que la sociedad yucateca ha creado una falsa percepción de la seguridad, así lo reveló Kalycho Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos Facultad Libre Derecho de Monterrey, quien agregó que estas prácticas no son recientes.
Señaló que estas acciones policiales se remontan en la época de la Guerra de Castas, ya que estaba muy marcado detener a personas mayas o afromexicanas que estaban en espacios donde no debían estar. “Era esa idea de que a lo mejor se escaparon de sus haciendas, de sus trabajos o que estaban en ese lugar para robar”, puntualizó.
Añadió que lo anterior ha permeado en el tiempo y hoy en día se ha vuelto común que una persona con ciertos rasgos físicos que está caminando en colonias como Altabrisa o Campestre, sea detenido. “Otro ejemplo es la detención de alguien porque su auto tiene placas de afuera o cualquier tipo de elemento que en sí mismo no es un delito”, dijo.
Indicó que este tipo de detenciones se basan en un esquema donde los agentes pueden escalar puestos dentro de una corporación policial, a partir del número de detenciones que generan. “El sistema de carrera policial, también celebra cuantitativamente las acciones de los policías. Mientras más detenidos, quiere decir que es mejor policía”.
Agregó que lo anterior genera una normalización del uso de la detención, aunado a que socialmente hay muchos sectores de la población que creen que está justificada un arresto arbitrario, con tal de obtener justicia. “Lo importante es detener a alguien, para que pague los platos rotos y eso da falsa percepción de seguridad”, dijo.
“Mucha gente no se cuestiona cuando reporta un robo en la cual nunca vio si la persona cometió el delito. Y cuando la policía le dice que encontraron al ladrón, nunca cuestionan. ¿Cómo saben que es esa persona? ¿De qué elementos se basaron para decir que esta persona detenida entró a la casa a robar? Por poner un ejemplo”, enfatizó la experta.
Expresó que con tal de ver a alguien detenido, la sociedad yucateca piensa que las instituciones están respondiendo a ese llamado de inseguridad. “Las arbitrariedades también lo que impiden saber si verdaderamente se está castigando o deteniendo a la persona que tiene que ser detenido. Es una dinámica tóxica institucionalmente”, indicó.
Puntualizó que para que estas prácticas policiales dejen de llevarse a cabo, este tema se debe llevar a debate público, en donde la sociedad yucateca confronte y cuestione esta problemática, para que se realicen cambios sociales, sobre todo en la manera de percibir esas nociones de justicia y se elimine esa realidad que se ha tolerado.
“Desde el punto de vista institucional, sí se requiere un cambio estructural en los cuerpos de policía para renovarlos, transformarlos y crear instituciones nuevas. Recordamos que, en México, cuando llegó la democracia en el año 2000, no hubo cambios, es decir, las lógicas prácticas del antiguo régimen, persistieron”, mencionó.
Respecto al caso de Yucatán, comentó que los últimos eventos, en especial el de José Eduardo, están activando las señales de alarma sobre la necesidad de debatir el tema de las policías a nivel municipal y estatal, para ver cómo se pueden transformar en nuevas instituciones, que tengan las lógicas de un sistema democrático y no las de un régimen.
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GH