Mujeres entre ellas algunas madres solteras, madrugan a diario para poder vender sus productos y con ello alimentar a sus hijos. Llegan desde las 5:00 horas haya frío o calor, ya sea en las puertas del mercado de Acanceh o en sus alrededores, acomodan sus productos entre ropas de las llamadas “seminuevas”, naranjas dulces o artículos de belleza y de cocina.
Algunas de estas mujeres lo hacen para apoyar a sus esposos, pues con un sueldo no han podido salir adelante, otras son madres solteras que tiene la responsabilidad de sacar adelante a sus hijos.
De acuerdo con Martha Chan, originaria de Ticul, pero quien llega a esta localidad para vender, lo hace para ayudar en el gasto familiar, pues el sueldo de su marido es insuficiente.
“Desde hace siete años llego a vender zapatos, hay nuevos y de medio uso, pero la gente ya me conoce y me compra, hay a quienes les doy fiado, pero si pagan”, mencionó la mujer.
Su esposo de oficio albañil y con el que tiene tres hijos, todos menores de edad, tienen la tarea de darle lo necesario a sus vástagos. “Con lo que gana mi marido sólo alcanza para comer, pero los niños tienen que vestir, también tienen sus gastos y para eso hay que vender”, señaló.
Otra que a diario tiene que tomar el camión desde Oxkutzcab para poder llegar a temprano, es Concepción Uc, quien vende naranjas dulces en los alrededores del mercado. La madre soltera tiene un hijo de apenas ocho años, a quien deja encomendado con su abuela.
“Mi esposo me abandonó cuando mi hijo cumplió cinco años, se fue con otra, desde entonces me vi en la necesidad de buscar trabajo. Es difícil con un hijo, nadie te da trabajo, por eso me dedico a vender chinas, porque en el terreno de mis padres hay muchas matas de chinas, y de ahí las agarro para vender”, expuso Concepción, mientras acomodaba sus naranjas dulces en su puesto.
Por su parte, Julia Chalé, una adulta mayor que al quedar viuda se aferró más a la venta de verduras en el mercado, lugar donde todos los días llega desde muy temprano.
“Desde hace 10 años que salgo a vender mis verduras, antes había días en los que no venía, pero desde que murió mi esposo, no me quedó más remedio que salir todos los días, con frío o calor aquí me encuentro”, señaló Julia.
Pero no sólo en el mercado se encuentran estas mujeres, también en las calles de la periferia, lugar donde desde que comenzó la pandemia buscaron un espacio para vender sus productos.
Margeli Canché, es una de ellas, que desde Mérida llega a esta localidad para vender zapatos y ropas.
Cometó que es madre soltera, pues su esposo se fue de casa apenas nació su hija hace cinco años.
“Es un mal padre, se fue con otra mujer apenas nació mi hija, no encontré trabajo y tuve que buscar que hacer, comencé vendiendo parte de mis propias ropas, así logré juntar algo de dinero y compré algunas prendas de oferta para poder revender, gracias a Dios me hice de un poco de dinero y logré comprar más productos hasta lograr lo que hoy tengo, con esto puedo solventar mis gastos y darle de comer a mi hija”, indicó.
Otra historia similar es la que ha vivido Guadalupe Echeverría, quien desde la población de Huhí, llega al municipio para vender productos de belleza. Señaló que es soltera y ayuda a su madre ahora viuda, ambas han logrado salir adelante.
“Cuando murió mi papá, la pasamos muy mal, pues mi madre era ama de casa y yo no trabajaba en nada, nos vimos en la necesidad de pedir prestado a mucha gente, pero luego como lo devolvemos, nos enredamos mucho, por eso tuve que ver que hacer, así fue como comencé a llegar para vender pinturas, cremas, espejos y accesorios, gracias a Dios, muchos ya me conocen y tengo varias clientas a las que les doy a crédito y me pagan semanalmente”. indicó Guadalupe.
Todas a diario dejan su casa y desde muy temprano llegan para vender sus productos y con ello poder sacar adelante a sus familias, son las mujeres de la mañana.
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CC