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Yucatecos narran cómo es vivir el sueño caribeño en Quintana Roo

“Aquí estoy mejor y me va muy bien, si volviera al pasado no me iría a trabajar fuera de mi pueblo", compartió don Manuel Humberto Gamboa Peraza, de 60 años que quiso probar suerte en Cozumel
Miles se van al Estado caribeño con la esperanza de consolidar una vida mejor, pero no siempre lo consiguen
Miles se van al Estado caribeño con la esperanza de consolidar una vida mejor, pero no siempre lo consiguen / Jaime Tun

La escasez de oportunidades laborales bien remuneradas y la poca productividad que generan los campos yucatecos también generan migración de los ciudadanos a tierras de Quintana Roo; de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 46 por ciento de cada 100 personas ven en las tierras caribeñas una oportunidad de desarrollo, pero del dicho al hecho no todos tienen buena “suerte”. Por ejemplo, Manuel Humberto Gamboa Peraza, de 60 años, intentó probar suerte en Cozumel, pero tras algunas malas experiencias decidió regresar a Yucatán.

Ante la baja productividad del campo yucateco, la escasez de oportunidades laborales y consecuente pobreza en que viven algunas comunidades, miles de ciudadanos emigran a Quintana Roo con la esperanza de tener una vida mejor, pero no siempre los sueños se cumplen.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), entre 2015 y 2020 salieron de Yucatán 33 mil 474 personas para radicar en otra Entidad. El estudio revela que de cada 100 yucatecos, 46 emigraron a Quintana Roo, nueve a Campeche, siete a la Ciudad de México, cinco al Estado de México y cuatro a Tabasco.

Por otra parte, uno de los municipios que más “expulsa” gente hacia Quintana Roo, en especial a jóvenes, es Acanceh. De acuerdo con algunos padres de familia, el principal motivo por el que los muchachos emigran hacia lugares como Playa del Carmen o Cancún es la falta de oportunidades, tanto en la localidad como en la ciudad de Mérida.

Sin embargo, el sueño quintanarroense no se ha cumplido para todos. Marcos Andrés P., es uno de estos jóvenes que al verse involucrado en un accidente automovilístico en Cancún tuvo prácticamente que huir de ese lugar y regresar hacia su pueblo de origen.

“Era diligenciero y tenía a mi cargo un vehículo, pero como desconozco las calles choqué contra otro auto, la empresa no me apoyó y quiso que yo me hiciera cargo de las deudas, mejor me quité y dejé el empleo, ahora vivo aquí y trabajo en Mérida donde la llevo más o menos”, precisó.

Pero Marcos no es el único, la señora Margarita Pacheco se queja de la situación de su hijo. Comenta que al haberse ido a Cancún debería irle mejor, ya que tiene estudios de contador y pensó que podría ejercerlos en el vecino Estado. “Ahora no ejerce lo que estudió, cuando menos en Mérida trabajaba como contador, ahora está como ayudante de cocina en un restaurante, dice que gana bien, pero todo lo gasta en renta y su comida”, señala la mujer.

Sexagenario migrante

A su vez, Manuel Humberto Gamboa Peraza, de 60 años de edad, recuerda que desde pequeño optó por irse a la isla de Cozumel, Quintana Roo, a probar suerte para buscar una “mejor calidad de vida”. Reconoce que, al llegar, en 1972, fue bastante complicado porque rentaba una casa donde vivían otras tres familias, situación que poco a poco le cansó hasta que decidió volver de nuevo a Yucatán y dedicarse al campo y a la venta de antojitos como hasta ahora.

Afirma que no se sentía cómodo entre tantas personas en una misma casa, sobre todo porque la isla comenzó a crecer y a darse a conocer, pues las viviendas en renta eran pocas y la mayoría no contaba con baños, por lo que tenían que utilizar el patio al aire libre para sus necesidades. “Eran casas de huano, algunas tenían un baño y de tantos que vivían teníamos que esperar a que se desocupara, eso a mí no me gustaba”, señala.

Con el paso del tiempo Manuel Humberto consiguió un predio para fabricar una pequeña vivienda, pero la inseguridad lo obligó junto con su familia a abandonar esa vida.

“Aquí estoy mejor y me va muy bien, si volviera al pasado no me iría a trabajar fuera de mi pueblo, sobre todo donde estuve, fue muy duro”.

Entre una balacera

En el municipio de Huhí, Manuel Dzib, quien se dedicaba a la albañilería, hace pocos meses se encontró entre el fuego cruzado de una balacera en las calles de Playa del Carmen. Con 32 años de edad, fue sepultado en un cementerio del vecino Estado, al no contar sus familiares con los recursos económicos para trasladar los restos hasta la hacienda donde reposan sus familiares difuntos. Otro compañero, Alonso Flores, también albañil, permaneció en la Riviera Maya donde tuvo la oportunidad de casarse y tener dos hijos, “al principio todo iba bien, con el paso del tiempo me hice adicto a la cocaína, pero una noche en una riña con amigos me echaron gasolina y me prendieron fuego, tuve quemaduras leves y esto me orilló a regresar al pueblo”.

Ahuyenta la inseguridad

En Peto también hay una importante migración, pero pobladores de la localidad que han ido por motivo de trabajo o visita a la Riviera Maya se han llevado un mal sabor de boca durante su estancia.

En los medios de comunicación se puede observar como la ola de inseguridad es notable en el Estado de Quintana Roo de igual forma se sabe que un gran número de pobladores tienden a emigrar hacia ese Estado debido a la salarios y oportunidades laborales.

Existen algunos que durante esta estancia en la Entidad se han llevado malas experiencias y prefieren no regresar, principalmente por la inseguridad.

D.C.M., trabajaba en conocida cadena hotelera como camarista. Desde el 2018 optó por salir de la villa en busca de un mejor empleo y oportunidades, pero en el mes de enero del 2022, al esperando el camión en Cancún con varios compañeros, fueron asaltados por dos personas.

“Al ver cómo uno de ellos recogía nuestras pertenencias y nosotros éramos varios, estuvimos a punto de lincharlos, pero su compañero realizó un disparo al aire y salieron corriendo, al día siguiente recogí mis cosas y me quité de Cancún debido a que por unos cuantos pesos no iba a exponer mi vida”.

A su vez, el profesionista G.A. señaló que un día fue a un banco en Chetumal e ingresó al cajero automático y al salir dos jóvenes con arma blanca le exigieron su dinero, cuya cifra era de alrededor de 5 mil pesos. Cancún, Playa del Carmen, Tulum son los lugares donde la gran mayoría de los jóvenes de las comunidades rurales del Oriente del Estado de Yucatán encuentran empleo en el ramo de la construcción o turístico, mientras en sus pueblos de origen dejan a la familia con la promesa de que les va a ir mejor.

Lorenzo Mex, un albañil que se gana la vida en el vecino Estado de Quintana Roo reconoció que lo que más le duele es que cuando se va a trabajar deja a su esposa e hijos durante una semana, 15 días o hasta un mes; mientras donde labora duerme en la obra al acecho de los peligros de la inseguridad. 

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JG

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