En Yucatán, al igual que el resto de la República Mexicana, es un lugar rico en historias y leyendas que se cuentan en estos días. Algunas de ellas provienen de las tradiciones orales de los pueblos originarios, mientras que otras son más contemporáneas y se originaron a partir del mestizaje, o bien, para explicar y darle sentido a sucesos extraordinarios que trastocaron la normalidad a las que las comunidades se enfrentaron en un determinado momento.
Historias como la del muchacho de Tekal que ignoraba las advertencias de sus abuelos de respetar a las ánimas que vienen de visita desde el más allá, con un sentido pedagógico, pero también relatos como el de una casona abandonada en la colonia Santo Domingo, de Tizimín en la que ocurrió una tragedia en la que un bebé perdió la vida, un hecho tan atroz que trascendió en el imaginario popular.
El ambiente especial que se ha comenzado a sentir desde hace unos días ha fijado su presencia real en estos días de los llamados finados. Hay una nostalgia en el ambiente, la añoranza en la expresión que se mira en el rostro de los mayores, melancolía y un amor vivo que traspasa esa puerta llamada muerte, que late aún sobre los áridos huesos que se carcomen y se vuelven polvo en los osarios de arcaicos cementerios.
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Para educar y enseñar a los niños y adolescentes los abuelitos relatan antiguas leyendas y creencias para fomentar el respeto y preservar esta especial tradición que vence y abona a la preservación, dejando a un lado el olvido. Así cuenta la leyenda de un jovencito desobediente a quien las ánimas le dejaron experimentar su presencia en estos días, ya que las ánimas son viento, pero también pueden tomar forma en animalitos como pájaros y criaturas silvestres.
Esta es una antigua leyenda muy propia de los llamados Días de Finados.
Contaban los abuelos de Tekal que hace muchos años, existió en una familia un muchachito muy mal portado, que poco o nada obedecía a sus padres, y cuando éstos le hablaban de que en estas fechas del año llegaban las ánimas del Purgatorio y, por lo tanto, debería entrar temprano a dormir cuando saliera a la plaza, como no hacía caso cuando iba al monte a trampar pájaros, menos iba a hacerlo ahora, pues no había en él un gramo de obediencia. Estaba escrito que recibiría su escarmiento para advertencia de todos.
El Día de Finados se levantó tarde y después de desayunar, su mamá le pidió que la ayudara a pelar el espelón para los pibes, pero él alegó que no podía prestar servicio por tener que ir a trampar pájaros; sus padres le dijeron que no debería ir al monte y menos a trampar aves, porque las ánimas estarían de visita. Pero haciendo caso omiso colocó la jaula a sus espaldas y se marchó por el “tutul be”, el camino malo en maya, sinónimo de su comportamiento.
Llegando al monte, colocó su jaula en una mata de huaxín de tronco grueso; buscando relajarse, se sentó sobre una laja y notó que mientras se internaba en el monte, el cielo se nubló y pronto quedó todo oscuro. Acostado sobre la laja el sueño lo comenzó a vencer, a la par que iba soñando que se encontraba rodeado de huesos y un olor terrible como de cementerio lo invadía. Presuroso se puso de pie y notó que en su jaula había entrado un pájaro cardenal; contento con su logro, lo puso a su espalda y tomó el camino de regreso.
Mientras caminaba, escuchó el llanto y lamentos de una persona que venía detrás de él; volteaba a ver a sus espaldas en varias ocasiones y no encontraba a nadie, sin embargo, esas congojas venían pegadas a él. Entrando al pueblo se percató que dentro de su jaula venían esos lamentos y quejidos, que eran del cardenal. Con un miedo asombroso tiró la jaula y tan pronto como salió el pájaro cardenal preso, se acabaron los quejidos. Entendió entonces que aquella ave era el ánima de una persona que se había convertido en pájaro para andar en el monte y había caído en su trampa.
El muchachito corrió hasta su casa, llegando se desvaneció con una terrible fiebre, que no bajó hasta la noche, cuando el j-men le puso hojas y le sacó el viento que había cargado. Desde eso, el jovencito comenzó a respetar el Día de Finados y se volvió obediente con sus padres. Luego se casó y formó una familia, repitiendo cada vez que era necesario este relato a sus hijos, para que estos continuaran realizando la ofrenda con el debido respeto por las ánimas del Purgatorio.
Dicen los antiguos, que en ocasiones ciertas ánimas se convierten en pájaros o insectos y cuando se está rezando o se coloca la ofrenda en el altar, llegan y se posan para recibir la gracia de los alimentos, por eso se debe cuidar que los niños o algún miembro de la familia no mate o saque a estos seres pequeños de la casa.
¡Que Dios los saque de penas y los lleve al cielo a descansar!
Chocholá
El señor Gaudencio Ruiz Novelo, de 79 años de edad y de oficio campesino contó unos relatos, historias que sucedieron en los Días de Finados. Se cuenta que en el año de 1950 se vivió una aterradora historia en el municipio, ya que en esa época no había luz eléctrica en las calles de Chocholá, solo había unos seis faroles, que iluminaban el Centro de la población. Pero a las diez de la noche se apagaban. Entonces al regresar las personas a su domicilio después de esa hora, el camino se encontraba oscuro, ya que no había carretera pavimentada, solo caminos entre yerba y malezas.
Gaudencio, cuando era joven, en más de una ocasión regresó a su casa en medio de la oscuridad, una noche, después de un paseo, se dio cuenta que en la calle oscura, un hombre gigante estaba sentado en medio del camino, era tan grande, que con los pies tocaba la albarrada de ambos lados de la calle. “Al principio sí me asusté mucho, pero tenía que pasar por ahí para llegar a mi casa. Por lo que tomé valor y continué caminando, cuando me di cuenta de que aquel hombre gigante ya no se encontraba. Llegué a mi casa y se lo comenté a mis padres, por lo que me dijeron que eso que había visto, era tan solo una ilusión, ‘es un aire de los fieles difuntos’”.
Por su parte Juliana Herrera, una abuelita de Chocholá, contaba, poco antes de fallecer, que ella, de joven, quería comprobar si los difuntos venían a comer de las ofrendas servidas en el altar, por lo que puso a prueba lo que ella pensaba.
Dejó en el piso, cerca del altar, cenizas. Para ver qué ocurría, y lo que pasó, fue que, al día siguiente, vio las huellas de las pisadas de las santas ánimas. Desde entonces, ella decía que las ánimas sí existen,” vinieron a mi casa, yo lo comprobé. Y nunca más volví a decir que las almas no existen. Al contrario, nos cuidan nuestra casa”, señaló.
Por otra parte, cuentan los pobladores que en un cenote que se encuentra en la entrada de la población, a las altas horas de la noche, en estas fechas de los Fieles Difuntos, han visto un hombre sin cabeza, deambulando por las calles, otras personas dicen que lo que sale es un cerdo, que lleva arrastrando su cadena. Y va acompañado de sus crías. La gente que los ve, intenta agarrar un cerdito para llevarlo a su casa, pero jamás logran alcanzarlo.
Asimismo, otros han visto una caja de muerto flotando en el aire. Hasta el momento sólo son relatos, nadie lo ha podido comprobar, ya que hace mucho tiempo que sólo se comenta. Esos relatos, para las personas actuales son sólo leyendas, dicen que así lo decían los antiguos pobladores, para que sus hijos no tardaran mucho en los bailes de esa época y regresaran pronto a casa.
Augusto Yam comentó que él, cuando era niño, le gustaba ir a comer los dulces que su madre ponía en la mesa para los pixanes. Su mamá lo regañaba, porque los dulces puestos en la mesa, eran para las ánimas que nos vienen a visitar cada año.
Él le dijo a su madre, que los pixanes no existían y, que por eso él y su hermanito se iban a comer los dulces que estaban en la mesa.
Hasta que un día, cuando él y su hermano se encontraban cenando, su mamá les puso pan y chocolate en la mesa, y el hermano, que no creía en el Hanal Pixán se dio cuenta que varios niños entraron a su casa para comer todo lo que había servido en la mesa. El hermano le dijo a su hermanito que hay muchos niños que ya entraron en la casa, de inmediato se pararon para mirar, pero no lograron ver nada, ¿dónde se acabaron los niños que habían entrado a la casa? Desde ese entonces pidieron perdón a su madre por no creer en las santas ánimas, “los pixanes sí existen y hay que venerarlos, poniendo en la mesa el tradicional mucbipollo, que dicen que es lo que llevan los fieles difuntos, además de un vaso con agua, flores y veladoras, así como la fotografía de los finados”, finalizó Augusto Yam.
Akil
Una historia o un mito que ha cobrado fuerza al pasar de los años en el entronque Akil-Oxkutzcab, es la aparición del espíritu de una joven que murió hace varios años en un lamentable accidente ocurrido en esa vía.
Por lo que dicen que el alma o espíritu de la joven se aparece a los automovilistas y demás transeúntes que pasan por ese lugar. La joven falleció hace más de 20 años en un accidente de tránsito en este tramo carretero, por lo que supuestamente cada año, poco antes de la celebración de los Fieles Difuntos se le puede ver en algunas apariciones paranormales.
Testigos que han presenciado este hecho piden que se le haga un rezo o rosario para que su alma pueda descansar en paz.
Algunas de las personas que han presenciado estos hechos son, en su mayoría, conductores que transitan en la carretera del entronque Akil-Oxkutzcab, cerca de las huertas que por ahí se encuentran.
Ellos mencionan que se han topado por las noches con un espíritu paranormal, que se trata de una mujer, por lo que la relacionan con alguna de las personas fallecidas en el hecho de tránsito antes mencionado.
Quienes se han topado con la aparición de esta mujer, mencionan que es común verla durante los días de octubre, mayormente en las noches y madrugadas, quien aparece caminando a las orillas de esta carretera y pidiendo parada a los camioneros, automovilistas o quienes crucen por ahí.
Muchos testigos aseguran que el espíritu de la mujer se ha comenzado a ver desde que inició el mes de octubre, la mayoría de los testigos conocen la historia de esta aparecida.
Lo que se conoce de dicha historia es que en este percance perdieron la vida cuatro personas, razón por la cual hay cuatro nichos colocados cerca del lugar donde fallecieron.
Por lo que la gente pide que se haga un rezo o algo similar para que el alma de la mujer descanse en paz.
Quienes han tenido la mala suerte de verla, mencionan que va vestida de blanco, pidiendo parada a los camioneros por las noches y a la vez ocasionando más accidentes, debido a que la mayoría de las personas que la logran ver caen en pánico y miedo.
Ticul
Arturo Pech Tuyú, alias Turix, nunca olvidará la macabra experiencia que vivió hace ya poco más de 17 años y que empezara a escasos 40 metros de su casa, pues como cada año, son varios los amigos que lo visitan en esta época de pixanes, deseosos de escuchar de voz del protagonista los vívidos recuerdos…
Remembranzas que gustoso acepta compartir para los lectores de POR ESTO! Venía de una sesión de AA, recuerda como si nuevamente pasaran por sus ojos aquellas imágenes, a la que habíamos asistido varios amigos, eran poco más de la una de la madrugada, había un poco de fresco y llegaba ya a mi casa despreocupadamente a bordo de mi bicicleta, cuando al hacer mi alto en la calle 19 con 32 me percate de un par de jóvenes que estaban sentadas junto a una vieja casita de ripio.
Fue entonces cuando la mayor me pidió un aventón, acepté con tal de hacer el favor, pues me preocupó en parte que estuvieran solas en mitad de la calle a esa hora, la mayor trepó a mi bicicleta y la otra dijo que se quedaría ahí despidiéndose de su amiga. Comencé a pedalear entonces rumbo a la salida de Ticul sobre la calle 19, pues así me indicó la joven.
No recuerdo qué platicábamos en el camino, pues todo lo que viví en esos momentos parece que fuera como un sueño, de vez en vez sentía en mi espalda cómo se pegaban sus pechos a mí, así llegamos a la altura del cementerio, cuando ella me dijo, para… aquí me bajo. Continúa Turix, como le conocen popularmente en la ciudad, ¿cuánto le debo?, me preguntó la joven. Entonces me percaté, dice Arturo, que era muy bonita, de cabello largo, con una falda y blusa negras.
Le respondí que nada, abunda Turix, pero insistió y me dio una moneda, que en ese momento por la forma que sentí al tomarla parecía de diez pesos, me despedí y di la vuelta para retornar a mi casa, ya me retiraba, cuando entonces me entró la malicia y decidí regresar en busca de algo más…
-Pero ya no estaba donde la había dejado, me fijé que la reja del cementerio tenía candado y decidí dar la vuelta hacia el costado Oriente del panteón, tratando de hallarla, más no la encontré y llegue a la calle 23, todo estaba desierto y decidí volver sobre la calle 19 a mi casa.
Al llegar a mi casa decidí mirar la moneda que traía todavía agarrada contra el manubrio de mi bicicleta.
-Entonces vi que no era dinero, era un pedazo de hueso, un escalofrío recorrió mi cuerpo, se me erizó hasta el pelo, comencé a respirar hondo, tardé un rato en tranquilizarme, hasta el cuerpo sentía pesado por la fuerte impresión.
-Entré a mi casa, me acosté pero no lograba dormir, pensando en lo que había vivido, decidí no comentarlo con nadie, al día siguiente comencé a trabajar como de costumbre en mi taller de bicicletas, pero a eso de la una de la tarde una fuerte calentura me aquejaba, malestar que tuve durante dos días a pesar de haber sido medicado en el Centro de Salud. Por lo que decidieron trasladarme al Hospital O’Horán para hacerme unos estudios. No salió nada malo.
-Fue entonces cuando decidí platicarle a mis padres y a mi esposa lo que me había sucedido esa noche; mi papá tomó la decisión de sacarme del hospital bajo su propio riesgo, ya que según sus creencias, lo que yo tenía no era para que lo aliviaran los doctores.
-Así llegamos otra vez a Ticul y me llevó con el ahora difunto don Guillermo Carrillo, quien era curandero y j-men (brujo), quien al llegar y luego de unos rituales que realizó me señaló que lo que yo tenía era un mal provocado por un “mal aire”. Me preguntó entonces si no había tenido contacto con alguien que fuera una especie de espíritu, le dije que sí y me hizo algunos comentarios sobre lo que me había pasado.
-Eres afortunado, dijo don Guillermo, pues no pasó nada entre ese espíritu y tú, sino no hubieras regresado. Después me dio unos brebajes e hizo unos rezos durante tres días, hasta que mejoré. Aún tengo cierto temor al pasar por esa esquina durante las noches, pero afortunadamente nunca me ha vuelto a suceder nada parecido.
Peto
En la villa de Peto aún se recuerda el conocido entronque de la muerte, ubicado en la carretera Peto-Tzucacab.
Hace algún tiempo el entronque de la muerte fue motivo de pláticas entre amigos, familiares y entre compañeros, porque surgieron rumores de que en ese tramo carretero se veía la silueta de una dama, en otras ocasiones un grupo de personas “llevaban a cabo algún tipo de ritual”.
Sin embargo, en este entronque con dirección al municipio de Tzucacab, para tomar la carretera a Quintana Roo y rumbo a Mérida, desde el 2010 se dieron a conocer los múltiples choques que sucedían y lo fatal que resultaban.
Entre estos se encuentra uno que tuvo lugar el 10 de octubre del 2015, donde al menos hubo cuatro muertos y nueve heridos, por los constantes incidentes este cruce fue tomando fama, también surgían los rumores en la localidad acerca diferentes mitos urbanos que surgieron en la comunidad.
Con el fin de que esté tipo de Incidentes trágicos terminen comenzó la construcción de un puente en este entronque, para que exista mayor seguridad entre los conductores, fue hasta en el mes de junio del 2017 cuando se llevó a cabo la inauguración de este espacio, donde hasta la fecha y con el paso del tiempo la historia del entronque de la muerte fue llegando a su fin.
Entre pobladores aún se mantienen activas este tipo de creencias, pues entrevistados como Vicente Tut añadió: “No fue de mi época, pero sí recuerdo cómo mis primos señalaban que existía ese tipo de historias en la villa y también recuerdo que en algunas ocasiones hasta en las redes sociales se hablaba del entronque”.
Entre un grupo de choferes que omitieron su nombre indicaron que desde hace ya cerca de siete años o menos, si se rumoraba que había temor al transitar sobre este entronque, pues surgió el rumor de que hubo apariciones, aparentemente se trataba de una mujer.
Tizimín
En una casona abandonada de dos pisos que se ubica en la calle 38 por 63, de la colonia Santo Domingo se escuchan lloriqueos y lamentos que enchinan la piel, se dice que ahí falleció un bebé que se cayó de la cama y que su alma sigue penando en el lugar.
Los vecinos revelaron que se han percatado que de su interior emana un sonido raro, como si alguien estuviera rasgando paredes y ventanas, cuando han constatado que no hay alguien porque, incluso, a uno de ellos le ha tocado cuidarla, comentaron Esmeralda Massa Chi y Jorge Alberto Canul Balam.
Compartieron que éste no ha sido el único hecho sobrenatural que ha sido testigos, pues por ese sector de la ciudad se han registrado varios eventos paranormales, siendo el más reciente el que se registró el pasado 18 de septiembre con la extraña aparición de una supuesta mujer, ente o bruja que se manifestó por medio de un video en las redes sociales.
En él se apreciaba a un aparente fantasma con la figura de una mujer portando un vestido y cruzando por la noche, en la esquina de las calles 38 y 65, cercana a la escuela Luis Álvarez Barret para luego esfumarse.
Algunos indicaban que se trataba del alma en pena de una persona que asesinaron en esa colonia, que era el fantasma de una hierbatera o el kazap de varios hechos ocurridos por este lugar, además añaden que puede ser un mal viento, pues cuando el tiempo está malo han escuchado a una mujer llorando, se dice que por ahí ha aparecido el jinete sin cabeza, una lechona que camina por arrastrando unas cadenas y que también existen huayes y aluxes, solo que hasta ahora nadie había podido captar tales cosas para demostrar que son reales.
Es importante recordar que en esta misma zona, en el parque infantil ubicado frente a la casona mencionada, el pasado 17 de febrero el policía Reyes Poot grabó un video de dos columpios meciéndose por la noche sin que hubiera viento y éste también se viralizó en las redes sociales como un hecho sobrenatural.
El agente relató que estaba en su rutina de vigilancia y al pasar por ahí con su patrulla alrededor de las 22:00 horas observó incrédulamente lo que acontecía, señaló que no había gente cercana, ni alguien retirándose, pero claramente veía que el columpio se estaba meciendo, continuó circulando lentamente y fue cuando vio que también el segundo columpio hacía lo mismo, como si se balancearan al compás del juego como hacen los niños cuando hacen uso de ellos, por lo que le resultó una situación muy extraña; recalcando que no había corrientes de aire y que todo estaba tranquilo, sin ruido alguno.
Destacó que si alguien se hubiera sentado en ellos no tardarían demasiado en quedar quietos, pero no sucedió así.
Pese a los numerosos fenómenos paranormales los habitantes de esta colonia coinciden en que
no tienen miedo y que se han acostumbrado a ellos, conscientes de que solo se les debe tener respeto, ya que desde muy pequeños sus padres y abuelos les han enseñado que no hay que tenerles temor a los muertos, sino a los vivos.
Concluyeron que es común que la gente diga que estas cosas son inventadas, inclusive, si a ellos se las relataran tal vez no las creerían hasta que las presenciaran y pudieran constatar en carne propia que por ahí si suceden cosas muy extrañas.
Progreso
Habitantes de la colonia Vicente Guerrero, mejor conocida como “la bondojo”, con la llegada de las celebraciones a los fieles difuntos recuerdan como cada año la leyenda de la “niña vampiro” que atemorizaba a los lugareños a principios de los años 70 por las calles de la colonia mencionada.
En los pasillos del tianguis popular instalado en el parque de la calle 112 entre 35 y 37, adultos mayores rememoran dicha historia, la cual surgió en la colonia Mulchechén de Kanasín, cuando se aseguraba que en el verano de 1978 una niña vestida de blanco, con dientes prominentes y con manchas de sangre en la parte alrededor de su boca atemorizaba a los transeúntes.
Precisamente en esos años se recuerda que el malecón aún conservaba un estilo arquitectónico añejo, sin embargo, ya eran comunes los llenos totales gracias a las playas progreseñas, así como también por sus cines “Variedades” y “Uxmal” en los que se proyectaban películas de la época. Tampoco puede olvidarse el teatro regional a cargo del comediante Héctor Herrera “Cholo”, quien presentaba sus piezas teatrales en el inmueble del desaparecido “Pepsi Tanda”, cuya ubicación estaba en la calle 82 por 27 del primer cuadro de la ciudad.
Misael Bentata, de 58 años, vecino del rumbo y que acude constantemente en busca de ropa de paca al mercado improvisado, afirmó ser testigo de constantes avistamientos, incluso, asegura haber sido parte de un susto provocado por la “niña vampiro”.
“Recuerdo que salimos de la casa y vimos a la menor descalza, cuando volteó su mirada notamos sangre en su cara, corrimos lo más que pudimos adentro de la casa, eran como las diez de la noche, estábamos tomados, pero el susto y la adrenalina nos quitaron el efecto, avanzamos hasta el centro y no queríamos movernos de ahí”, dijo.
Por su parte, Aleyda Ceballos que en ese tiempo tenía alrededor de cuatro años, afirmó sentir miedo de los rumores que rondaban en las calles cercanas a su predio: “No queríamos salir de noche, nos decían que se aparecía la niña en donde ahora está el templo “Emmanuel”, en la calle 110 por 35”, dijo.
De acuerdo con la leyenda urbana, fueron 15 días en los que la población del puerto comenzó a declinar en una psicosis colectiva producto de constantes avistamientos en la colonia ubicada al Poniente del municipio, por lo que la policía al mando del entonces del exalcalde Alfredo Enríquez Ordoñez, emprendió una búsqueda para dar con el paradero de la niña de entre 12 y 13 años de edad, cabello negro y corto, tez blanca, complexión delgada y ojos grandes.
Cabe mencionar que el miedo colectivo era tal que incluso las escuelas en su turno vespertino de por el rumbo, como las primarias Vicente Guerrero y Álvaro Obregón daban salida a los pequeños antes del anochecer.
Según los comentarios de los vendedores que ayudaron a este medio a conformar la historia, el final de la leyenda llegó cuando se encontró cerca del cementerio ubicado a pocas cuadras del parque donde se asienta el tianguis, a una niña con las mismas características. Se averiguó que padecía autismo y gingivitis, enfermedad que provoca un sangrado constante en las encías.
“Fue un tiempo en el que sentíamos mucho miedo, de noche salían los muchachos a ver si la encontraban, ya que decían que se aparecía en las iglesias y el cementerio. Soy de Progreso y lo viví, lo bueno es que luego se aclararon las cosas”, admitió Inés Rodríguez.
A pesar de que las nuevas generaciones toman poco en cuenta este relato para la historia del puerto, las generaciones anteriores siguen guardando en la memoria sus experiencias con “la niña vampiro”, leyenda que parece enorgullecer a los habitantes de “la bondojo”.
Otras leyendas que rondan en las calles del puerto se sitúan en un hotel del Oriente de la ciudad, que en su momento era una casona conocida como “el bording” y también en el cuarto de un conocido nosocomio en el primer cuadro de la ciudad.S
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