A finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Yucatán, la industria del henequén tuvo su auge económico llegando a considerarse la más importante en su momento en todo México.
Debido a la gran demanda de la fibra vegetal para ser importada a países como Estados Unidos, Francia e Inglaterra, las haciendas comenzaron a sembrar el henequén en grandes cantidades.
La industria henequenera creó escenarios nunca antes vistos en Yucatán, ya que en las inmediaciones de las haciendas se establecían las viviendas de los trabajadores. En la casa principal vivía el hacendado junto a su familia; la casa de máquinas era el punto medular de las haciendas.
La producción de la fibra aumentó al inventarse la raspadora mecánica, que sustituyó a la desfibradora manual; para más adelante con la engavilladora viniera un nuevo impulso para la productividad de la fibra y productor derivados del henequén.
Para los años 1940, la aparición de los hilos sintéticos provocó un declive en la industria henequenera y el esplendor de las haciendo se fue apagando, quedando muchas de ellas como vestigios de una época inigualable en la producción del 'oro verde' en Yucatán.
Hay haciendas que hasta el día de hoy siguen en pie, ahora remozadas y convertidas algunas en museos u hoteles en donde se puede ver tan solo un atisbo de su grandeza.
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AA