Aunque muchos pacientes tardaron semanas e incluso meses en su recuperación tras infectarse con el SARS-CoV-2 no puede hablarse de COVID-19 largo o, como lo denominado últimamente long COVID, sino de secuelas: tos crónica, falta de aire (disnea), cansancio, taquicardia, pérdida de olfato o parosmia, en la que los olores y sabores no vuelven a ser los mismos para algunas personas.
También se cuentan los problemas del tipo neurológico como insomnio o dificultad para concentrarse; así como las de tipo psicológico: depresión y ansiedad.
El neumólogo Fernando Córdova Sánchez señaló que, pesar de que el COVID es una enfermedad que ya tiene dos años entre nosotros, no se conoce del todo, por lo que se sigue aprendiendo sobre la marcha.
“Al principio de la pandemia no se sabía que había un periodo de ocho días en que se presentan los síntomas gripales; a partir de esos ocho días el virus ya no se replicaba, pero el sistema inmune comenzaba a reaccionar abruptamente y, en algunas personas la reacción, fue muy violenta, con inflamación muy severa de pleura y pulmones, y se daba un problema de oxigenación. Venía la coagulación por falta de oxígeno.
Ahora sabemos que la fase más peligrosa de la enfermedad es después de ese tiempo porque ya no es viral, sino que el sistema inmune reacciona y viene la inflamación, la tormenta de citocinas, la falta de oxígeno y la coagulación. Se receta un tratamiento con antiinflamatorios esteroideos, como la dexametasona, y anticoagulantes, pero eso lo fuimos aprendiendo”.
El experto comentó que la rehabilitación es muy importante para recuperar la calidad de vida, ya que hay gente que comenta que, después de seis meses, siguen con pérdida de olfato; también hay terapias para el insomnio y para los problemas respiratorios.
“Es muy importante que las personas que tengan secuelas por coronavirus se rehabiliten y que lo hagan con profesionales, a primera línea de atención es el médico especialista, ya sea el neumólogo o el rehabilitador con entrenamiento certificado”, expuso.
Córdova Sánchez señaló que además de las secuelas físicas, también existen las mentales. La ansiedad y la depresión son comunes en los pacientes que padecieron coronavirus en cualquiera de sus variables, llegan con cuadros muy fuertes de estos problemas por eso es indispensable un equipo multidisciplinario, para tratar trastornos de sueño, atender la parte física, sistémica y emocional de las secuelas, pues todo viene de la mano”, finalizó.
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CC